Una semana intensa, sí Señor. Semana de viajes de última hora, de obras, de manifestaciones, de mociones…Parece que las personas de bien reaccionan y que los hipócritas se han quitado la careta.
El miércoles es día de mercadillo en mi ciudad, una ciudad castigadísima por la crisis y la desidia de sus gobernantes. Este miércoles la explanada donde se instalan los puestos de fruta, ropa, menaje, flores, encurtidos y productos varios estaba vacía. Nuestros próceres ediles decidieron cerrar el mercadillo por motivos sanitarios. Pero los vendedores dijeron basta: basta a la sinrazón de prohibir vender al aire libre en puestos de los que dependen cientos de familias, de familias que viven entre nosotros, que son progéneres de jóvenes y niños que se forjan un futuro y, que no se nos olvide, el futuro cuesta dinero.
Como digo, salieron a manifestarse atravesando nuestras calles al grito de «Al aire libre no hay contagio» y lanzando a todo aquel que les observaba admirado la siguiente pregunta: «¿Por qué los centros comerciales permanecen abiertos, siendo recintos cerrados, y nuestros puestos son clausurados, tratándose por el contrario de lugares al aire libre?».
Desconozco si sus reivindicaciones fueron escuchadas o cayeron en saco roto, como cayó la petición de un feligrés al vicario y rector de la Basílica, quien antes de ser promulgada pública la orden de prohibir el canto en las Misas, tomó la arbitraria decisión de eliminarlas de raíz. Un feligrés, cuya naturaleza tranquila sorprendió al obstinado vicario, cometió la osadía de recordar al prelado su obligación de plantar cara a la injusticia y, sobre todo, de esperar a que la nueva locura de Sánchez fuera publicada en el BOE. Pobre joven osado, que sufrió la ira del prelado, más político que religioso, pero permaneció impasible en la defensa de la lógica.
Y la semana avanza hacia otra sinrazón: una moción de censura contra el déspota, cada vez más parecido al egocéntrico emperador protagonista del archiconocido cuento. Unos dicen que se trataba de una estrategia electoralista; otros, los más idealistas, que fue una manera, la única, de poder llamar la atención de nuestros dormidos compatriotas. A mí me da lo mismo, pero lo que no me dejó indiferente fue ser espectadora de una mutación casi de personaje de Marvel, de un Pablo Casado, habitualmente tan sosegado y sonriente, expulsando veneno por la boca y fuego por los ojos. Por un momento creí que se trataba de un nuevo tipo de dragón. ¿Qué preocupaba más al Señor casado: España ,sus votantes o sus amos? Estoy convencidísima de que los últimos, los amos. Los amos que se empeñan en arrasar con toda la belleza, el equilibrio, el amor y la justicia que Dios Todopoderoso nos ha donado.
Pero, pobres ilusos. Probablemente ahora, mirando la perspectiva del mundo con los ojos del mundo, parezca que han vencido, mas la oscuridad sólo permanece un tiempo. Os invito a mirar lontano, más allá de nuestras miserias, a asomarnos en busca de un ave que se posa indiferente al mundo, cerca de nuestra ventana, a buscar en los ojos de nuestros ancianos o nuestros niños.
Buscad sin complejos, mirad más allá y Dios os inundará de esa Esperanza que los miserables se desesperan por arrancar.
Por Macarena Assiego
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