Por Iñigo Bou-Crespins
Los tribunales tumban el cierre de Madrid y Sánchez se impone a la justicia decretando el estado de alarma. El Poder Ejecutivo (Gobierno) se sobrepone al Poder Judicial, anulando, de este modo, la separación de poderes.
El socialismo consiste en el control estatal de todo, por encima de cualquier poder. Por eso, Sánchez demuestra su omnipotencia frente a lo que sentencien los jueces.
Otra superposición de Sánchez sobre los poderes legislativo y judicial fue la exhumación de Franco del Valle de los Caídos. Después de que la Justicia y la Ley le imposibilitasen la consecución de sus fines, logró su objetivo a base de insistir como una cantinela, disco rayado o sonsonete monocorde. Y la sentencia, para más inri, coincidió temporalmente con unas elecciones en las que necesitaba colgarse una medalla con urgencia, perentoriedad, apremio, presteza, premura, de ipso facto. ¿Casualidad o causalidad? No me atrevo a responder, pero sí que manifiesto que me parece clamorosamente sospechoso. Y a mí y a muchos españoles.
También, cabe destacar la ley de memoria democrática, norma cuya aplicación práctica vulnera la Constitución y otros preceptos de nuestra arquitectura jurídica. No existe norma suprema ni cuerpo legal que se le resista a Pedro Sánchez. Él, con un uso revirado de la retórica, es capaz de reinterpretar cualquier ley, e incluso de darle la vuelta a su contenido.
La táctica que Pedro Sánchez le copia a los cerdos de Rebelión en la granja.
Esta práctica de darle la vuelta al sentido de una ley con mañosa retórica la satirizó George Orwell, con muy buen tino, en Rebelión en la granja, su archiconocida novela, escrita en forma de fábula.
La antigua Granja Solariega, dominada por humanos, es tomada por los animales tras una revolución de los mismos, y pasa a llamarse Granja Animal. A la sazón, los cerdos se convierten en los gerifaltes o altos mandos, y éstos dictan siete leyes en las que se prohíben conductas propias de las personas.
Pues bien, los animales pillan numerosas veces in fraganti a los cerdos adoptando el modus vivendi de los humanos. Verbigracia, les observan durmiendo en camas, conducta que está expresamente prohibida por una de las siete leyes, y ellos alegan que las mismas carecen de sábanas, lo que las hace diferentes de las de las personas, razón por la cual su modo de obrar no es ilegal.
En otras palabras, los cerdos consiguen transformar la prohibición de dormir en camas en algo legal para ellos, simple y llanamente haciendo uso de una retórica maquiavélica, intrincada, alambicada. Esto es un ejemplo fidedigno, verdaderamente ilustrativo, de la estrategia que utiliza Pedro Sánchez para pasar por encima de cualquier ley que le incomode.
Con esta realidad encima de la mesa, me pregunto lo siguiente: ¿Conseguirá acabar con la Monarquía sin obtener las aplastantes mayorías parlamentarias que le exige la Constitución?
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