Las feministas rechazaron cualquier idea de aceptar el Magisterio de la Iglesia acerca de la ordenación con actitud sufrida y humilde como la de Cristo. Fiorenza dijo que no debe atribuirse dicho sufrimiento a la voluntad de Dios, y que los textos bíblicos que se prestan a esta interpretación, fueron escritos para justificar la opresión patriarcal. Aserto que implica que la palabra de Dios es una mentira, una colección de mitos, y por ende, la conclusión natural de Fiorenza es que la Biblia debe ser «desmitologizada», esto es, reescrita desde la degenerada perspectiva.

La palabra «mito» se entiende normalmente como una narración ficticia que explica fenómenos naturales. Por lo tanto, la Biblia, Palabra de Dios, no puede contener ningún mito, pues ello implicaría que los autores sagrados no siempre estuvieron inspirados por Dios, y usaron su imaginación cuando quisieron. Pero las feministas llamaron a las partes que ellas no aceptan, como por ejemplo, la creación de un mundo por Dios masculino y el pecado de Eva, «mitos». Volvieron a escribir estos relatos, que después vinieron a ser su «palabra». Pero entonces, tal vez para disimular su ataque directo a la veracidad de la Palabra de Dios, han redefinido la palabra mito. Según la teóloga canadiense Sor Virginia Varley: «el mito no es una mentira o algo irreal», sino «una historia que da una norma de vida», una interpretación de una «verdad inexpresable». Puesto que la interpretación de una persona vale tanto como la de otra, se justifica el volver a escribir las Escrituras y la palabra de las feministas se vuelve igual a la palabra de Dios. Pero es una falacia el ver la verdad como una colección de mitos, pues, como ha señalado Benedicto XVI, la Verdad es algo por lo que se puede morir, pero, ¿quíen muere por mitos que son intercambiables?.

La reinterpretación de la historia bíblica (la palabra de las feministas «espirituales») llegó a conocerse como «Herstory» (La historia de Ella). Según Sheila Collins, «al hacer de la historia algo relativo», la historia de Ella, socava la autoridad de la revelación bíblica como el único canal de la verdad. Christ y Plaskow añadieron que la Tradición es solamente «una serie de decisiones humanas que pueden revocarse usando la imaginación…». Así, la palabra de la mujer o «historia de Ella», se han convertido en un arma para atacar el fundamento mismo de la Enseñanza de la Iglesia, la verdad revelada por la Escritura y la Tradición.

La «historia de Ella» se hizo útil también de otro modo; Ruether dijo que, para que uno pueda «afirmar una idea en contra de la cultura dominante, debe formarse un subgrupo cultural» para apoyar la otra posición. La ideología dominante (el «jerarquismo») y el orden social tuvieron que primero ser desacreditados y debilitados para que los grupos contraculturales pudieran aumentar y sobrevivir (en esto se parecen mucho a las tácticas comunistas de la franquicias cubanas). Provocaron a las mujeres a la ira para que abandonaran la barca de Pedro, y formaron nuevas comunidades para «liberarse del patriarcado». El método se utiliza para debilitar a la Iglesia y fortalecer la nueva «Iglesia Mujer» (Womanchurch, como la llaman Ruether y Mary Malone), elevar el nivel de conciencia es la técnica de manipulación psicológica conocida como «hacer conscientes». El arma que se utiliza es la «historia de Ella», empleada para «revivir experiencias personales de mujeres que perciben opresión y sexismo en la Iglesia y en la sociedad«.

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