Las reuniones para contar historias que ponen énfasis en heridas pasadas y presentes garantizan la producción de ira. Las experiencias actuales de las mujeres se combinan extensamente con una historia reescrita, para mostrar que las mujeres siempre han sido oprimidas. Según dicen, hasta las brujas sufrieron en el pasado debido a la «opresión patriarcal», porque eran mujeres poderosas, y no porque estaban promoviendo el mal. Este tema ocupa cerca de la cuarta parte de la película del Consejo Nacional de filmes del Canadá y producida exclusivamente por mujeres, denominada «Behind the veil:nuns» (Detrás del velo: las monjas). Fiorenza dice que mantener vivos los recuerdos de los sufrimientos de las hermanas que nos precedieron les da a las feministas cristianas un «poder subversivo» y una serendipia (solidaridad exclusiva entre mujeres y excluyente) con las mujeres del pasado, del presente y del futuro. Desafortunadamente, cualquier filosofía que fomente la ira y el odio para atacar a Dios y a su Iglesia está abierta a convertirse en arma del demonio.
La «historia de Ella» es la base de la así «teología feminista» que según Collins, no se puede iniciar con abstracciones, sino con historias de mujeres, para que pueda tener más significado. Esta teología de liberación de la mujer subyace en la espirititualidad feminista; se interesa por el espíritu humano y el mundo, y no por el alma o por un mundo más allá de la tierra. El feminismo anímico o espiritual es, por tanto, una nueva religión, totalmente anti-católica. Su única pretensión de semejanza con el cristianismo para estar basada en las comunidades gnósticas (herejes y pseudo cristianas) de los dos primeros siglos.
Ahora bien, si el feminismo religioso es anti católico, ¿por qué algunas de sus seguidoras alegan ser católicas? Dos posibles motivos. El primero es que para algunas mujeres es difícil romper. Tienen esperanzas de la Iglesia cambie, pero mientras más se apegan al feminismo, menos pueden soportar el lenguaje espontáneo (no inclusivo) y las misas celebradas por hombres, y eventualmente tendrán que dejar la Iglesia, o permanecerán en ella por un segundo motivo que es parte del juego feminista y de su plan oculto. La hermana Donna Quinn, O.P. (otra de las personas que firmó el anuncio del New York Times), la resumió cuando dijo que ella permanece en la Iglesia para cambiarla, de modo que deje de ser sexista y pecaminosa.
Este plan fue presentado por Ruether en su libro «Sexism and God Talk»(El sexismo y el lenguaje de Dios). Primero, se deben crear las «comunidades feministas de base» para concientizar, estimular nuevas ideas y rendir culto. Ella también les llama a estos grupos aquelarres, como si fueran círculos de brujas. Fiorenza y la Hermana Diann Neu, S.P., las llaman «eclesias», y el nombre más reciente de Womanchurch. Segundo, estas mujeres asisten ex-profeso a iglesias institucionales, de manera que «las liturgias transformadas, la reflexión teológica y la acción social que se desarrollan en los grupos de base» puedan ejercer su influencia en la Iglesia. Tercero, la Iglesia entonces se convierte en un «campo misionero» para estos círculos. Los miembros de la Womanchurch, al permanecer en la Iglesia tradicional, mantienen las «líneas de comunicación» abiertas entre ésta y la comunidad de base, de forma que puedan anunciar su «buena nueva» a un mayor número de gente: «el Evangelio como algo que nos redime del patriarcado».
En estos grupos de adoración Mujer-Iglesia, las feministas celebran su «palabra» y su «revelación» obtenida a través de sueños y fantasías, al estilo de Carl Jung y contada a través de la «historia de Ella». Se perdonan las unas a las otras a través de su propio sacramento de la penitencia, celebran su propia eucaristía, que no es la transformación del pan y del vino en el cuerpo y la sangra de Cristo, sino la transformación de la comunidad «en el cuerpo de la nueva humanidad, infusa en la sangre de la nueva vida» y «simbolizada» al compartir el pan y el vino juntas. Esta es una nueva religión a la que quieren convertir a la Iglesia Católica. Es una nueva comunidad «icristiana» hacia la cual nos quieren empujar.
En su búsqueda de material que emplear para reescribir las Escrituras y la Tradición y para desarrollar su propio culto, las feministas admiten haber comenzado a rebuscar material hereje y anti-canónico. Fue así como encontraron apoyo en las creencias gnósticas, y herejes, sobre la vida comunitaria de las que parecen haber tomado mucho; y de los ritos del ocultismo, de la brujería y del paganismo, a fin de desarrollar su teología y sus liturgias.
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