Fratelli tutti significa ‘hermanos todos’. Esta encíclica fechada y firmada por el Papa Francisco el 3 de octubre del 2020, aborda los problemas actuales de la sociedad globalizada e intenta responder a esos problemas con una marcada solución: la fraternidad global.
La Fraternidad global esta por encima de todo. Todos somos hermanos, entonces, cuidémonos los unos a los otros. Y entre todos, cuidemos y salvemos el planeta, seamos ‘eco-friendly’. A primera vista, esas palabras suenan bien. ¿Qué hay de malo en que seamos todos hermanos, puesto que todos somos creaturas de Dios? ¿No tenemos este planeta como Casa Común? Postulados difíciles de rebatir, pues, quien se atreva queda fuera. Pendería sobre uno, cuál espada de Damocles, el estigma de ser contrario, no solo al Papa, sino al pensamiento popular global.
Pensar que podemos lograr la paz entre todos por méritos propios, es un pensamiento bastante infantil. Primero, porque es una utopía, y la historia deja huella. Vivimos de guerra en guerra, de acuerdo en acuerdo y la paz global… no llega. Segundo, porque la paz entre todos es labor del Mesías, no del ser humano. Es Jesucristo quien debe poner las cosas en orden, no el ser humano. Nosotros somos colaboradores de esa Paz Divina, ponemos nuestro granito de arena y buen deseo, pero lograr una paz global solo con el esfuerzo del hombre, mmm, lo dudo.
Hubo en la historia -Capítulo 11 del libro del Génesis-, un tiempo en que los hombres intentaron hacer algo semejante a ‘Fratelli Tutti’. «Todo el mundo hablaba una misma lengua y empleaba las mismas palabras» (11,1). ¿No es acaso lo que se pretende hacer a nivel global? El globalismo, en el cual está inmerso el pensamiento de nuestro sumo Pontífice, es una reconstrucción del antiguo Babel.
El lector me dirá que exagero, pero no, no exagero. El versículo 4 dice: «Edifiquemos una ciudad…», y lo hicieron. Toda esa construcción resultaba desagradable a Dios. Para demostrar que no exagero, traigo a la mente el pacto de fraternidad global firmado entre el Papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar, donde expresaron su deseo conjunto de construir ‘la Casa de la Familia Abrahámica’ en Abu Dabi.
Es imposible no hacer un paralelismo entre la Torre de Babel y la Globalización imperante. Dios dispersó a quienes fabricaban la Torre, los confundió, les dio otras lenguas para que no se entiendan unos con otros. ¿Por qué? Esa es la pregunta correcta. Y el versículo 6 nos da la respuesta: ‘[Porque] nada de lo que se propongan hacer les resultará imposible’, y como vemos, Dios no se equivoca. Manipulación genética, clonación, bombas nucleares, cambio de sexo, etc., etc., etc. El hombre se destruye a sí mismo, y Dios que nos ama, nos quiere salvar.
Entonces, el deseo global de una paz lograda solamente por medios humanos que prescinden de Cristo, es imposible. Si Dios, que es nuestro Creador, nos dispersa para que no nos hagamos daño, el Pacto para construir la Casa Abrahámica solo puede hacer eso, daño. Y la encíclica Fratelli Tutti va por ese camino.
Que el Católico no se deje confundir. La verdadera amistad la ofrece Jesucristo, lo demás, no son amistades, son simplemente pactos.
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