Aunque traten de encubrirlo los medios de comunicación obnubilados por sus apetitos económicos y nuestra corrupta dirigencia política, es lo cierto que Colombia está sometida a una permanente agresión por parte del comunismo, dispuesto a arrasar con nuestros valores, nuestras tradiciones, nuestra institución familiar.
Se han percatado los camaradas que el mayor obstáculo en su carrera hacia la toma del poder lo constituye la institución de la familia, donde desde la cuna recibimos esos valores de la civilización cristiana que constituyen nuestra identidad como Nación.
De allí que hayan enfilado sus baterías a la destrucción de la familia mediante dos execrables instrumentos: la despenalización del aborto, que equivale a una masacre continuada y masiva de personas indefensas en el vientre materno, y el adoctrinamiento a los menores de edad en materia de “ideología de género”.
Aprovechó la extrema izquierda el humillante acuerdo Santos-FARC para introducir el concepto de “género” en el pacto, aunque nada tuviera que ver con el supuesto conflicto armado materia de la negociación. Lo que importaba era la oportunidad para imponer esa antinatural ideología y lograr así el desmoronamiento de la institución de la familia.
En acatamiento a lo allí acordado con los criminales de Farc, su aliado Santos, poco antes de entregar la Presidencia, expidió los decretos 410 y 702 de 2018, para dar vía libre a los promotores de la perversa teoría.
En lugar de defender la institución del matrimonio entre un hombre y una mujer, base natural de la familia, como lo establece la Declaración de los Derechos Humanos, art.16, se dedica ahora el Estado a enseñar que la sociedad está compuesta por multitud de géneros, lo que viene a desconocer inclusive la obra de Dios:
“Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer. Y los bendijo, diciéndoles: Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla. (Gen. 1, 27-28).
Se enseña ahora una teoría que parte de una base subjetiva, no de la ciencia; que va en contra de la naturaleza humana que es la de nacer varón o hembra, naturaleza que se forma desde el vientre materno y que ni las cirugías, ni los tratamientos, ni los cambios de apariencia, pueden modificar. En cambio, sí pueden éstos causar graves daños psíquicos, como se ha podido constatar en diferentes países.
Según el diario irlandés Irish Times (2/12/2013), 78% de “transgéneros” pensaron suicidarse y 44% lo intentaron al menos una vez, reveló un estudio sobre la salud mental encomendado a la “Transgender Equality Network” por la comunidad “trans” de Irlanda. Entre las causas de las tendencias suicidas apuntadas en el estudio figura el “estrés extremo” relacionado al hecho del individuo ostentar un sexo distinto al natural.(1)
Bajo la justificación del Estado laico, se ha desterrado la idea de Dios de las aulas para sustituirlo por la nueva religión de la “ideología de género”. Se condena a quienes a ella se opongan tildándolos de fanatismo, homofobia, fascismo, etc. Tiene su propio “culto”, las marchas del orgullo gay, sus acólitos en la prensa monetizada y en los gobiernos populistas o “de centro”. Sólo faltaba el “catecismo”, que ahora, con el dinero de todos los contribuyentes, que seguramente no comparten esa destinación, ha expedido el Gobierno de Duque y se enseña ya a todos los escolares.
¿Cómo enfrentar semejante afrenta a nuestros derechos, especialmente al derecho de educar a nuestros hijos conforme a nuestra creencia en la espiritualidad humana y no en las falsas teorías materialistas?
Con una inmensa movilización de todas las mayorías silenciosas de este país: Los que estamos en contra del robo del plebiscito, en contra de la droga, en contra de la JEP, en contra de la corrupta administración de Justicia; los que estamos a favor de la vida desde el momento de la concepción; los que clamamos por seguridad en los campos y ciudades; los que condenamos los altos costos del Estado; los que queremos un gobierno que saque a la población de la miseria en que nos ha dejado la pandemia y el despilfarro. En Alianza Reconstrucción Colombia esperamos a los líderes que nos quieran acompañar en esta noble causa.
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