«En un futuro, las clases sociales se convertirán en clases biológicas»(Antonio Diéguez, catedrático de Lógica y Filosofía de la Universidad de Málaga)
Es el transhumanismo un movimiento cultural e intelectual internacional que tiene como objetivo final transformar la condición humana mediante el desarrollo y fabricación de tecnologías ampliamente disponibles, que mejoren las capacidades humanas, tanto a nivel físico como psicológico o intelectual. Son los conocidos como “trans”, término que cada vez toma más fuerza sobre todo en el discurso académico y del activismo que desde los Estados Unidos se extiende por el mundo. La idea es señalar que trans es un término “sombrilla” que acoge diferentes identidades y expresiones de género. Trans incluiría a las personas transgénero, transexuales, travestis y, en general, a quienes cuestionan el binario entre hombre/mujer como única opción de identificación individual y social.
Actualmente está ganando popularidad en todo el mundo, y sobre todo en Occidente, donde se originó. Su símbolo es un círculo con la letra latina H, de human, el ser humano, y el signo + (más), más que humanos, quieren decir. Los partidarios de este movimiento asumen con entusiasmo todos los datos de la tecnología moderna y de la idea de progreso porque aseguran que la excelencia del prototipo tecnológico, en su opinión, conduce a la humanidad a un estado de transformación de la especie humana a través de la creación artificial de seres humanos más perfectos. Esto se logra mediante la armonía de todas las partes del cuerpo humano a través de la sustitución de esas partes por otras artificiales no perceptibles al ser implementadas en los diferentes órganos del cuerpo. Esto incluye la simulación de la tecnología del conocimiento o la grabación de la conciencia en los portadores individuales: cartografía o ‘mapping’ cerebral. Los últimos descubrimientos en el campo de la estructura del genoma, permiten el ajuste de los organismos para mejorar su calidad a un nivel básico.
La letra H y el signo más, en su simbología, representan al post-humano libre de enfermedades y de imperfecciones que, finalmente, llega a la inmortalidad física. El cuerpo puede ser cambiado o corregido, y después de algún tiempo, incluso impreso en una impresora 3D. Las redes virtuales se convertirán en un nuevo hábitat que desplazará gradualmente nuestra realidad habitual. En el contexto del «H+», la utopía o distopía de Matrix, se convierte en algo arcaico y superado, según asegura Dugin’s Guideline.
No consideren este movimiento como un hobby de excéntricos, fanáticos y diseñadores del progreso tecnológico. Este vector es el resultado de los últimos siglos, a lo largo de los cuales, la humanidad seguía creyendo en el mito del progreso y la evolución. La idea principal de la Edad Moderna fue la liberación del hombre de todas sus limitaciones vinculantes, empezando con la religión, la Tradición y la sociedad de clases. Después atacaron al Estado y a la nación a favor de la sociedad civil, suprimieron la idea normativa de los sexos y de una familia normal, legalizando las diversas formas de mutaciones y deformaciones de género.
Y así llegamos a la última fase de la liberación de los límites en que se mueve la humanidad. Occidente ya no tiene religión, ni un Estado en el sentido pleno de la palabra, y no abundan familias normales. Todas las formas de superar los límites o la transgresión son completadas en su totalidad. Sólo queda una por hacer, que sería el último paso: cruzar los límites de la especie humana. Se trata del «H+»: la última palabra del liberalismo, así lo promocionan. El transhumanismo no es un extraño efecto secundario del desarrollo tecnológico, sino un final lógico de la Nueva Era. Hemos tenido que llegar a esto: a la era de los cyborgs[1], de los híbridos[2], los mutantes[3] y las quimeras humanas[4].
Por supuesto, hoy en día, la gran mayoría de la humanidad no está preparada para convertirse en un cyborg o un mutante. Pero, ¿quién le va a preguntar a esta mayoría de la humanidad? Toda la historia está hecha por las élites. Las masas nunca están preparadas. Pero esto no tiene la menor importancia. Si no están preparadas, las prepararán, tanto es así que nadie se dará cuenta. El transhumanismo es inevitable si nosotros aceptamos la tendencia principal de los tiempos Modernos, que es la creencia en el progreso, el desarrollo y la perfección de la humanidad. Esta pseudorreligión, dice haber traído a Europa y al mundo el progreso. Poco a poco, esta herejía ha sustituido o expulsado a la periferia a todas las formas tradicionales de la religión, especialmente el cristianismo.
Los tradicionalistas, consistentes y fundamentales, son los únicos que están en el lado opuesto del post-humanismo. Ellos rechazan no sólo esta última mutación, sino todas las doctrinas que el Modernismo viene imponiendo al mundo entero y que tan dañinas para el ser humano son: aborto, eutanasia, leyes LGTBT, el liberalismo, en general, y el laicismo; y ahora estas ideas transformadoras del ser humano destrozan a los niños incitándoles a no aceptar el sexo con el que han nacido.
En cambio, los tradicionalistas afirman y seguirán afirmando a Dios, a la Iglesia, el Estado, lo estamental y las costumbres populares, y los progresos siempre que no menoscaben la dignidad del hombre. Consideran que el mundo moderno no es un resultado del progreso, sino de la disminución, de la disminución de valores. Es el reino del Anticristo.
Luchar contra el «H+» para rechazar su última transformación, que es dictada por la ideología liberal de la modernidad, y aceptar en cambio los otros aspectos de esta ideología, no tiene ningún sentido, es un paquete de ideas compacto. El transhumanismo es el inevitable día del mañana si estamos de acuerdo con los tiempos en que vivimos. Si queremos cambiar nuestro destino, debemos retroceder en el tiempo y comprender ¿dónde hemos cometido un error fatal?
Si reflexionamos nos damos cuenta que el error estuvo en aquel momento en que la sociedad abandona el tradicional teocentrismo que colocaba a Dios en el centro del universo, rigiéndolo todo, incluso las actividades humanas. Lo cambian por un antropocentrismo; es decir, se olvida a Dios y se considera al ser humano como el punto de partida para construirlo todo: la sociedad, los valores, la economía, la política, etc. La voluntad humana es suprema. Solo el hombre, nada más que el hombre. El inicio de este antropocentrismo radical, usualmente es rastreado hasta el Renacimiento: aquél es el punto de ruptura con el universo teocéntrico medieval.
La Ilustración radicaliza la lógica humanista —todavía inmersa en un profundo cristianismo—los seres humanos solo pueden entenderse correctamente como seres humanos, no como criaturas de un Dios, afirman. La religión, por tanto, no solo es superflua sino falsa. Nos lleva a la incomprensión, al error. Nuestra racionalidad es suficiente para entendernos y vivir bien. Los pensadores más moderados reconocen que los demás órdenes del ser, es decir, Dios y la naturaleza, quedan apenas como meras garantías, como meras confirmaciones de la validez de nuestros actos y eso cuando sobreviven.
La postura la define muy bien con una simple frase el Padre Manuel Guerra al decir que la situación actual es la de la neopaganización del Occidente cristiano. El paganismo es el clima y el punto de referencia de nuestro tiempo en Occidente, como en el Medioevo lo era el cristianismo. Como en los programas de ordenador, hay unas pautas (tipo de letra, márgenes, etc.) “predeterminadas” que conforman necesariamente lo escrito “por defecto”, si el usuario, voluntaria y expresamente, no las substituye por otras. Así hoy se es pagano, a no ser que uno haya hecho otra opción contra viento y marea.
En ese paganismo lo primero es desprenderse de Dios para cambiarlo por otros diosecillos. Ya en la iniciación masónica se reproduce la muerte y el resurgimiento del iniciando a imitación de los jóvenes dioses (Dionisio/Baco, Osiris, Baal, etc.) de las antiguas religiones mistéricas. Más aún, la teoría o leyenda masónica retrotrae su origen a los misterios de la antigüedad greco-romana con no disimulada preferencia por los egipcios (Isis Osiris); también por los eleusinos y druidas (celtas) en el ritual del grado 23º. “El análisis de los rituales” masónicos muestran que “Isis y Osiris con su hijo Horus son hoy prácticamente dioses masónicos”. “En el s. XIX enloquecieron en busca de grandes obeliscos (símbolo del pene de Osiris y del culto fálico) para trasladarlos a Occidente”. En 1881 fue colocado uno en el Central Park de Nueva York entre las ovaciones de los 9.000 masones asistentes. En Madrid, también hay varios obeliscos; el último fue situado en la Plaza de Castilla, al lado del monumento a Calvo Sotelo −que de masón no tenía nada−, por el entonces alcalde Ruiz Gallardón.
Además, la masonería, sobre todo la irregular, proyectó el retorno al paganismo también en cuanto a los criterios y costumbres de los gentiles: reconocimiento legal del divorcio, aborto, nudismo, liberación sexual, y la abolición de la moral cristiana tanto individual como familiar y social. Ya León XIII, en el año 1883, atribuía como objetivo y tarea de la masonería, la restauración del paganismo: “Es necedad evidente e impiedad temeraria pretender derruir la religión y la Iglesia, fundada y conservada por Dios mismo, para restaurar, tras un intervalo de dieciocho siglos, las doctrinas y la moral del paganismo”. En los últimos años, dice el Padre Guerra, he leído en la prensa diaria más de un artículo escrito por masones españoles, en los que se decía: “superada la bimilenaria noche judeo-cristiana…”, sin poder evitar la sonrisa e ironía socrática de quien, por su condición de filólogo clásico, recordaba el gran número de esclavos (4 de cada 5 habitantes en Atenas y su entorno, según el censo del año 313 a. C.) y el desconocimiento total del concepto de “persona humana”, así como de su “dignidad y derechos”, adquisiciones cristianas en los primeros siglos de la Iglesia, al menos en el plano conceptual.
«El mundo civilizado es inteligente, rico, poderoso, pero está enfermo; le falta moral, le faltan creencias; la impiedad trabaja por establecer un funesto divorcio entre la religión y el progreso material e intelectual, divorcio que amenaza al porvenir de las sociedades modernas.» Descristianización que no puede sino llevar al desastre, por lo que es necesario, en primer lugar recristianizar a los individuos a fin de que la razón, correctamente guiada, pueda llevar a los pueblos por el camino del progreso. «La instrucción sin religión es contraproducente y de funestos resultados: solo haréis criminales más listos.» Reflexiones de Jaime Balmes que, a pesar del tiempo transcurrido, están de plena actualidad.
La masonería puede conseguir sus fines y convertirse en las grandes orientadoras de la humanidad por encima de los Estados, las religiones y las creencias de los hombres. Por ello, todas las instituciones masónicas, siguiendo las directrices que propugnan los altos directivos desde su sede central, en interés del Nuevo Orden Mundial persiguen el objetivo supremo de la transformación total del ser humano como es el transhumanismo, la secularización absoluta, la superación o marginación de todas las religiones, especialmente la religión cristiana, según dicen, por anacrónicas e irrelevantes.
La Sagrada Tradición confirma que el diablo puede hacer casi todo, pero no puede crear a un humano. Sólo es capaz de crear una parodia, un simulacro. El «H+» es, claramente, idea suya.
- [1] Un cíborg es un ser o criatura formado por materia orgánica y dispositivos tecnológicos (cibernéticos) que tienen por objetivo mejorar las capacidades de la parte orgánica. La idea de un cíborg no se corresponde exactamente con otros términos como robot, autómata o androide
- [2] Un híbrido biológico es la combinación genética de diferentes razas, géneros o especies a través de la reproducción sexual. La experimentación genética permite la modificación de los seres vivos a través del cruce de dos organismos de especies diferentes y como resultado de ello se produce un ser híbrido
- [3] Mutante es aquello sometido a una mutación o cambio. Un mutante, por lo tanto, es un ser que experimentó una modificación en sus genes o que desciende de un organismo que ha sufrido estos cambios. Los mutantes, debido a la alteración genética, exhiben características diferentes a las que muestran los demás individuos de su especie.
- [4] Las quimeras humanas son seres que tienen dos ADN diferentes dentro de su cuerpo: uno se encuentra normalmente en fluidos como la sangre o saliva, mientras que el segundo set se halla en los tejidos internos como los órganos. Apoyados en esto, los genetistas tratan de crear quimeras lo más afín a los humanos.
- El equipo de investigación del español Juan Carlos Izpisúa, a medio camino entre el californiano Instituto Salk, la Universidad Católica de Murcia y China, la gran fábrica genética del mundo actual, ha hecho historia. Acaban de «crear por primera vez quimeras de humano y mono» en un paso clave en su objetivo «de convertir a animales de otras especies en fábricas de órganos para trasplantes a humanos». Desde 2010 se inició una carrera por conseguir ‘cultivar’ órganos genéticamente humanos en huéspedes animales, en el afán de lograr una quimera perfecta que permitiera tener órganos con un suministro continuo, flexible y seguro. La cuestión es que la investigación cuesta muchos cientos de miles de euros, explicaba Estrella Núñez, la vicerrectora de investigación de la Universidad Católica de Murcia quien colabora con el equipo de Izpisúa desde hace años. En este caso, a diferencia de los experimentos de 2017, los resultados parecen muy positivos.
- Aunque, pese a la insistencia de los autores en que “nuestro país es pionero y líder mundial en estas investigaciones», se abre de nuevo el debate sobre la deslocalización científica a causa de los requerimientos éticos que se exigen en muchos países. “La historia nos demuestra una y otra vez que, con el tiempo, nuestros baremos éticos y morales cambian y mutan, como nuestro ADN, y lo que ayer era éticamente inaceptable, si ello supone realmente un avance para el progreso de la humanidad, hoy ya forma parte esencial de nuestras vidas”. (Esas palabras las podemos leer en una entrevista que Juan Carlos Izpisúa concedió en 2017 al diario El País). Y ciertamente que los requerimientos éticos se van relajando. En 2013, Japón, donde trabajaba Nakauchi, (una eminencia en este tema), aprobó una moratoria para impedir ese tipo de experimentación. En 2019, Japón y muchos otros países cambiaron sus leyes, quizás no tanto por una minusvaloración en su código ético, como por no quedarse atrás en la carrera, ya que la ingeniería genética ha alcanzado niveles realmente inimaginables hace unos pocos años. (JAVIER JIMÉNEZ @dronte; en Xataka 31-7-2019)
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