Los medios de desinformación masiva no paran de referirse a los negacionistas, y con esta palabra quieren confundirnos reduciendo a un mismo grupos a aquellos que dudan razonablemente sobre la existencia del virus de la COVID-19, a aquellos que reconocen su existencia pero que defiende su creación en un laboratorio, e integrando por último a aquellos que simplemente discrepan de la gestión de los diferentes gobiernos. Pero lo importante es que la palabra negacionista es utilizada peyorativamente en sustitución de palabras como fascista, totalitario, machista, patriarcal … (o franquista en el caso de España, o pinochetista en el caso de Chile …)

Ahora bien, en Tradición Viva no queremos hablar hoy ni del virus, ni de su existencia, ni de sus efectos, ni de la manipulación de a la que estamos sometidos, queremos hablar de esos otros negacionistas verdaderamente peligrosos impulsados por el globalismo. A grosso modo los dividiremos en tres grupos:

• Los negacionistas de Dios. Aquellos que defiende que la vida humana es fruto del azar, aquellos que niegan nuestro origen divino, aquellos deicidas que quieren esclavizar a la humanidad, y que no conciben realidades trascendentes.
• Los negacionistas de la vida. Aquellos que defienden el aborto, y la eutanasia, aquellos que solo conciben la vida cuando es útil para sus intereses políticos o mercantilistas.
• Los negacionista de la tradición. Todos aquellos que creen que el progreso supone la destrucción de las tradiciones, de las costumbres, aquellos que solo ven mérito en lo moderno, y no reconocen merito alguno ni a la belleza, ni a la verdad.
• Los negacionistas biológicos. Aquellos que niegan la realidad natural. Los defensores de la ideología de género, que en lugar de hablar de seres sexuados, hablan de seres con género, que niegan que sexos existen dos, y nada más que dos: mujer y hombre, y que lo que es, es, y lo que no es, ni es, ni puede llegar a ser.

Ante estos verdaderos negacionistas de Dios, de la vida, de la tradición, y de la biología solo cabe decir lo que nos ensañaron los clásicos: VADE RETRO.

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