En la parte final de la trilogía de artículos, publicada en este Digital de Línea Editorial Nacional y Opuesta al llamado Nuevo Orden Mundial, en la que hemos tratado la imposición del uso de mascarillas bajo la coartada de una falsa pandemia coordinada entre la OMS, el FMI y el BM entre otros organismos promotores del Gran Reseteo Económico Mundial necesario para el Gobierno Oligárquico Mundial nos vamos a ocupar de la parte más importante, por su posible trascendencia eterna.

De ella hicimos alguna referencia en la primera parte de la trilogía al abordar las modificaciones personales, sociales y culturales (antropológicas y etnológicas) implicadas en esta imposición injustificada en base a criterios médico-sanitarios y que en realidad suponen un “Rito de Paso” a una Nueva Normalidad Integral:

Nos estamos refiriendo al sentido Teológico, Espiritual e incluso Religioso de la imposición a llevar la mascarilla o máscara en el momento de nuestra relación comunitaria con Dios y que es aplicable a todas las religiones con cierto grado de verdad, no sólo a la Verdadera, la Cristiana Católica.

En este preciso momento, quizás alguno esté pensando: “¿Pero lo importante no es lo que hay en nuestro Corazón, sede de nuestros motivos y sentimientos?”. La respuesta es no. Si fuera así no haría falta hacer manifestaciones públicas, de ningún tipo, de nuestra Fe, ni expresar de alguna forma visible a los demás, ni hablar, ni Anunciar la Buena Nueva y las razones de nuestra Esperanza con valentía y resolución, aunque a veces con temor, como nos recuerda el Apóstol Santiago, Mártir, y Santo Patrón de España y de toda la Hispanidad.

Junto a lo que acabamos de mencionar, en el Culto al Dios Verdadero Él Espera de nosotros, como Padre, sinceridad de rostro, felicidad y gozo, si es el caso, o pesar y llanto, si estamos doloridos. Esas emociones, citando a las Escrituras, “Él las conoce antes que nosotros”, pero al igual que los Profetas, los Apóstoles y Santos de la Iglesia manifestaban con Júbilo o llanto sus anhelos y preocupaciones, ya fuera a solas o en el Templo y en la Iglesia, de la misma forma Él espera que lo hagamos nosotros… ¿Cómo hacerlo con el rostro tapado y deformado por una máscara que en muchas de las ocasiones está pintada o “tuneada”?

Además de los ejemplos bíblicos que he puesto para ilustrar que jamás se ha dado una situación así, tenemos la propia Historia y Tradición de la Iglesia. Nunca los llamados Padres del Desierto, ni los anacoretas o ermitaños, ni los primeros monjes escogieron una forma de Adoración y Culto tal como ésta. Muchas fueron sus formas de ascesis, pero jamás se cubrían el rostro ante Dios (Moisés se lo cubrió tras estar en Su Presencia en el Monte Moria durante 40 días para que los suyos pudieran dirigirse a él). En los tiempos de ayuno, penitencia y Cuaresma el vestirse con tela de saco, el llevar cilicio o el cubrirse la cabeza era muy frecuente pero jamás el rostro, pues es el reflejo de la Gloria de Dios, de la Filiación Divina y de las emociones del alma; pero no sólo ante Él sino ante el resto de la Comunidad y del mundo.

Un elemento común a todas las formas de culto monoteísta, en las que no se adora directamente a demonios o fuerzas oscuras, es no tapar el rostro, pues en todas ellas se considera que el rostro es fuente de luz interior y de trascendencia. Cubrirlo anula esta realidad.

Como conclusión, planteamos estas preguntas para reflexionar y escoger la Buena Porción:

• ¿Qué clase de adoración es aquella en la que se mantiene cubierto el rostro, sea de forma intencionada o no, por nuestra parte?
• Si el rostro es el reflejo del alma y la parte más expresiva de nuestra naturaleza humana, ¿Qué implica el cubrirlo o deformarlo con máscaras de diversas formas y colores?
• ¿Qué clase de culturas y religiones cubren y deforman sus rostros para la adoración y con qué fines?
• ¿No son aquéllas llamadas precolombinas, es decir precristianas, en las que el culto a demonios que exigen sangre es habitual y donde es animalizado el ser humano?

Con todos estos elementos en conjunto podemos afirmar, sin lugar a dudas:

Esta es la forma de Adoración a, y de, Lucifer o Satanás El Diablo, aquél que anhela ser Dios, como Creador, Padre y Soberano, pero con una creación a su imagen y semejanza. Una creación oscura y deforme, no a la Imagen de Luz y Gloria de Dios Padre.

Es la Adoración propia de los hijos de las Tinieblas, los llamados hijos de la viuda y de Bafomet, dios hermafrodita entre la tierra y el aire, el fuego y el agua, el “Disuelve y Coagula” para un Nuevo Orden, en definitiva, el dios de la Sinagoga del Cabal.

Satanás sabe que su único fin es la Destrucción y anhela, antes de ello, un Gran y Verdadero Holocausto en su nombre y de los suyos. Los pequeños gestos en el Culto a él, como el rostro cubierto para no expresar ni recibir la Luz de Dios ni de Su Verdadero Hijo, Jesucristo, son parte de la preparación para ese Holocausto, que es presentado por los miembros de su Logia o Sinagoga, los mismo que antes sirvieron al Molok, Baal y ahora Bafomet o Lucifer, es decir, Satanás que pide sangre, sangre y más sangre por medio de la Muerte y la Mentira, que si observamos son características de esta Tiempo.

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