Y la causa primera de la conversión en rebaño de todos los españoles, que pretenden desde hace mucho los políticos inconsistentes, inopes, de pacotilla, de pega… de los chinos, que sufrimos, pero avisaditos y tendentes al abuso.
Les han acertado en llamar así, “ciudadanía”, y con ello pretenden la “impunidad de rebaño sometido” a la que se anclan en plan garrapata para saciar su infundado deseo de poder y disponer.
Nadie les exige responsabilidades, nadie les toma las cuentas, nadie vela por la puridad en el cumplimiento de unas leyes… que no terminan de matizarse nunca. Nadie les castiga cuando lo merecen… Resultan amnistiados, “de rositas”, vamos.
No me cabe duda de que ahí está el origen goebbelsiano del apelativo “ciudadanía” que inauguró exitosamente el cervatillo maligno, el de los ojitos azules tipo Largo, el que nunca fichara en una empresa privada, el más inútil de los mortales. Alguien le susurró tras una cortina: “Hagámosles bajar la jeta hasta que sus hocicos sepan a lo que sabe el polvo y obtendremos una masa color magenta que poco a poco se sentirá plasta informe y modelable… y haremos cuanto nos plazca, incluso les orinaremos y les diremos que llueve” y acertó.
“We, the people”… literalmente: Nosotros el pueblo, dice la Constitución americana adoptada en la Convención de Filadelfia de 1787 que arranca así su texto – dos años antes de la toma de la Bastilla en Francia– y que posteriormente se iría refrendando estado a estado, que se me parece sin duda más a “Nosotros el pueblo, soberano” y de ninguna manera tiene parigual con “ciudadanía”, ”plasta informe” o blandie blue”. No me pega eso de Nosotros, la ciudadanía, la plasta informe y manipulable…No sería serio y la historia sería muy otra. La Constitución española del 78 se dejó este detalle, que en cualquier modificación que pueda hacerse en el futuro, ha de tenerse en cuenta para matizarlo. El trato es tan fundamental como la ley de leyes. El artículo 1, punto 2 dice: La soberanía reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado. A mi criterio debería rezar: “La soberanía reside y pertenece al pueblo español del que emanan los poderes del Estado, y los dineros”. No estaría de más matizarlo así, para evitar errores de bulto. La “residencia” no es la propiedad.
Si encima ese pueblo soberano, el que cede la soberanía para su ejercicio de a diario a unos propios, durante un tiempo limitado, según leyes electorales para la representación y a un monarca indefinidamente -mientras se lo curre debidamente y cuidadoso de lo que hace- y es el que paga las misas y los estipendios quitándoselo de su peculio, para mí que hay que tratarle de usted, con respeto y no comenzar echándole el brazo por encima y metiendo la mano en la caja del pan. Las gracias y experimentos con gaseosa. Sencillamente, la forma lo es todo y fundamental la exigencia de cuentas para gratificaciones y responsabilidades a que hubiera lugar.
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