Corría el año de 1993 cuando una película de temática abiertamente homosexual irrumpía en el cine con todo el aparato mediático de la publicidad y el marketing. La trama de Philadelphia presenta a un abogado (Tom Hanks) que es despedido de la firma para la que trabaja por ser VIH+, y su lucha para reivindicarse por medio de una contrademanda. Era la primera cinta de ese tipo, película que sirvió para sensibilizar a las masas ya no sólo con el mundo del homosexualismo en general sino también del SIDA en particular. La percepción social hacia la homosexualidad en aquel entonces era claramente contraria. Le película fue un primer intento de acercamiento compasivo y amistoso hacia el tema a través de la compasión hacia un personaje presentado como víctima de una sociedad prejuiciosa y hostil. En su faceta lobbysta, la Academia dio a la producción dos premios Óscar: el protagonista (o tal vez más bien el premio fue para el personaje) se llevó la estatuilla a «mejor actor».
Pasó poco más de una década para que la alianza entre el cine y el mundo ahora denominado LGBT+ tuvieran una nueva bandera. Ocurrió en 2005-2006 con «Secreto en la montaña» (Brokeback Mountain), una cinta basada en una novela que cuenta la historia de dos vaqueros que se enamoran y siguen una relación homosexual no obstante estar casados y tener hijos. La trama narra los hechos de la relación hasta la muerte de uno de los protagonista. La película se llevó tres Óscar incluyendo el de mejor director (Ang Lee), pero superó en nominaciones a Philadelphia en otros festivales de cine internacionales, premios anuales y otros reconocimientos. Si en 1993 el objetivo era sensibilizar introduciendo un tema, ahora el objetivo era hacer aparecer como aceptable el amor homosexual entre hombres casados.
Para 2015 la aceptación social de la homosexualidad se daba por descontado así que los objetivos a través del cine apuntarían a la sensibilización hacia el mundo transexual. Ocurrió con «La chica danesa», un película de cariz biográfico basado en la novela que cuenta la historia del artista danés Einar Wegener (posteriormente autodenominado Lili Elbe): un hombre transgénero y las vicisitudes atravesadas por éste hasta la operación con mutilación genital que le llevó a la muerte. La película recibió el homenaje de la Academia la cual dio un Óscar a la cinta y cuatro nominaciones.
«Llámame por tu nombre» (Call me by your name) sería el último episodio en el camino de normalización de conductas, en este caso de hefebofilia. No habían pasado más que dos años desde la aparición de La Chica danesa cuando llegaba esta nueva película basada también en una novela (en este caso de André Aciman) y que de hecho se llevó no sólo la nominación de la Academia como mejor película sino que ganó una estatuilla al mejor guión. A decir verdad, era obvio que no ganaría el premio a mejor película. La nominación sólo fue una advertencia de hacia dónde se encaminaba el cine y lo que estarían dispuestos a promover. ¿Por qué?
Call me by your name gira en torno al enamoramiento de un hombre adulto con un chico de 17 años. Al parecer nadie se sorprendió del hecho dado que se trataba de una relación homosexual, pero entre un menor de edad y un hombre que le doblaba la edad (y un poco más). ¿Qué habría pasado si hubiera sido la historia de un hombre adulto con una niña de 17 años? Pues en cierta forma no tuvimos que esperar demadiado para encontrar la respuesta pues en 2020 apareció la película Cutie, una apología de la pedofilia a toda regla. La cinta llegó de la mano de Netflix y la Academia Estadounidense de Cine quien abrió a la posibiidad de que Cuties represente a Francia en los Óscar 2021.
El itinerario mostrado refleja cómo el cine se ha convertido en un vehículo de cabildeo social mediante la introducción de personas y tramas que muestran un rostro amable de personajes presentados tantas veces como víctimas de la misma sociedad. A esa acción ya para nada velada se ha sumado el apoyo manifiesto de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de los Estados Unidos, últimamente más abocada a premiar causas que buen cine. Más recientemente Netflix se está convirtiendo en el gran promotor de nuevas conductas. Después de todo, millones de personas invierten su vida consumiendo su catálogo de películas y documentales.
Por Jorge Enrique Mújica, LC
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