Después de imponer la ley que convierte en derecho el asesinato de los niños en el seno de su madre; después de la inducción al asesinato justificado para evitar sufrimiento; después de los ataques continuos a la familia y al individuo como ser humano (¿LGTBQXZW?); después de todo esto podría pensarse que ya no se puede ir más allá, que ya sólo quedan años de lucha para recuperar el terreno perdido, para poco a poco volver a tener aquellos derechos que tenemos todos los hombres por el simple hecho de ser hombres.

Pero el globalismo no da tregua y tiene preparadas sucesivas oleadas ideológicas para las próximas dos décadas como mínimo. Después de los ataques para sacar a Dios de la sociedad, para borrar la patria, y para desfigurar la familia, le toca el turno al Hombre. Desde hace más de una década se está invirtiendo mucho dinero en el Transhumanismo, la siguiente ideología que quieren imponer siguiendo el mismo método que han utilizado con las anteriores: la autoaceptación; el convencimiento después de haber sido autoeducados con series, debates de televisión y artículos de dominicales; la conversión de lo perverso en derecho. El transhumanismo pretende reunir todas las tecnologías para “mejorar” al ser humano. Pero esto será sólo un primer hito en el camino, para llegar aún más allá, para alcanzar al ser posthumano, que nos será presentado como una entidad diferente del ser humano.

La idea que subyace detrás de todo esto es alcanzar una era que nos venderán como posthumana. Su principal objetivo es que sea postcristiana, eliminando toda trascendencia del Hombre. ¡La nueva salvación llegará a través de la Ciencia, no de Dios! La dignidad de la persona y su naturaleza se verán reducidas a cualidades materiales y cambiantes en función de las necesidades del momento social y personal.

¿Cómo pretenden llevar esto a cabo?

Proponen hasta nueve mejoramientos, aunque este número podrá ir aumentando a medida que vaya cobrando auge la propagación de la doctrina diseñada, tal y como comprobamos con toda la ideología desplegada en torno a la familia y a la identidad sexual. Empleando su terminología:

• El primero es el mejoramiento genético que eliminará el principio de igualdad (ya socavado por el aborto y la eutanasia). Se presentará como una bondad espectacular la eugenesia embrionaria, a la que bautizarán algo así como “benefi-ciencia” procreativa. ¿Quién puede negarse a una “benefi-ciencia”?
• El segundo en el mejoramiento psíquico-cognitivo que incluirá la opción de implantar chips en el cuerpo. En los medios se comunicará como algo parecido a pasar de la discapacidad a la hipercapacidad. Por ejemplo, ¿por qué ver con las limitaciones que tenemos si podemos ver mucho más, como un lince o un búho? ¿Por qué no quitarnos nuestros ojos e implantarnos otros artificiales que nos mejoren? ¿Por qué no tener nuestro cerebro conectado permanentemente a internet?
• El tercero es el mejoramiento del cuerpo, con el uso extendido, por ejemplo de nanorrobots, que velarán de modo constante por nuestra salud analizando continuamente nuestra sangre y liberando las sustancias que necesitemos (porque las vamos a necesitar, como vamos a ver en los puntos siguientes). ¿Cómo resistirnos a solucionar el problema del colesterol?
• El cuarto es el mejoramiento moral. El uso de fármacos hará posible la desaparición prácticamente de los delitos. La violencia podrá desaparecer controlada por drogas, que nos serán administradas voluntariamente o no, tras el aviso de diferentes sensores implantados en el cuerpo. Esto implica el cambio en el hábito moral y en la responsabilidad individual, puesto que ya no deberemos preocuparnos por obrar bien, ¡las drogas harán que obremos bien! “El Bien” será definido en cada momento por la sociedad y sus gestores. Si no nos comportamos adecuadamente, será porque han fallado las drogas, pero no seremos responsables: ¡qué gran tranquilidad!
• El quinto es el mejoramiento afectivo. Desde el punto de vista ultramaterialista la afectividad no es nada más que bioquímica. Por tanto, tomando las dosis adecuadas de oxitocina y demás sustancias que irán apareciendo, seremos capaces de sentir un bienestar sin igual. ¿Un mundo feliz?
• El sexto consiste en la criogenización postmortem y premortem, lo cual implicará la crioeutanasia, para poder curar el cuerpo en un futuro en el que la enfermedad que hoy no tiene cura, sí la tenga en un futuro no demasiado lejano. ¡Vaya lío con la herencia!
• El séptimo punto implica la aparición de entidades superinteligentes, algo así como mezclas de hombres-robots. Este punto marcará el comienzo del posthumanismo.
• El octavo supone el trasvase sináptico-cerebral a un soporte material. Es decir, grabar el contenido de nuestro cerebro en una memoria externa para poder recuperarlo a voluntad. Si nuestro cuerpo muere, no lo hará nuestra mente. Y como no somos nada más que bioquímica y conexiones neuronales, así se alcanzará una forma de inmortalidad. 
• Y el último punto es lo que llaman la gran singularidad tecnológica, el momento en el que la inteligencia artificial superará a la humana en absolutamente todos los aspectos. El triunfo de la era posthumana: Dios no ha existido nunca y el Hombre tampoco, ambas eran invenciones de un heteropatriarcado cristiano ya fallecido.

En resumen, todo esto se basa y busca, al mismo tiempo, la eliminación de toda trascendencia, sustituyendo como causa primera a Dios (que no existe), por la utopía de un progreso ilimitado (que sí existe). Y la perfección del ser humano dejará de ser integral, aunando lo moral, lo espiritual y lo físico, para llegar a ser exclusivamente material: genética, química, etc.

Casi con toda seguridad inicialmente establecerán un plazo de una década, dos como máximo, para alcanzar todos estos objetivos (puestos ya en marcha) para posteriormente desplazar el horizonte temporal, tal y como hacen con la solución del calentamiento global y otras amenazas varias.

Ante todo esto, es obligado hacernos la pregunta: ¿Pero, quién es más perfecto?Nada nuevo bajo el sol. San Agustín lo expuso en su Ciudad de Dios hace más de mil quinientos años y las dos antropologías incompatibles continúan enfrentándose: la del anticristo, en la que el hombre se salva solo y la cristiana en la que cada uno de nosotros nos salvamos con Dios porque El así lo quiere. Jesús ya ganó la guerra para salvar al Hombre. A nosotros nos toca ganar las batallas de este mundo.

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