por Silvio Painters

Ahora estamos siendo testigos de una clara división dentro de la sociedad. Por un lado, los partidarios del llamado gobierno global, los defensores del globalismo, de la supranacionalidad como modalidad de erosión de la soberanía de cada estado a través de la continua delegación de soberanía precisamente a terceros; consignas de esa idea imperante de lo políticamente correcto, como visión moral del mundo. Por otro lado, quienes persisten en creer en la importancia de la identidad nacional de una comunidad, en las tradiciones de un pueblo, parte esencial de su cultura, tanto en su lengua como en su religión, como conjunto de sentimientos, creencias y ritos vinculados a lo sagrado, a las tradiciones y religión en torno a las cuales se reúne una comunidad, culpable de ser soberana y populista sólo porque, en el caso italiano, fuertemente ligada a esa historia romano-italiana que nos envidia todo el mundo, hemoso contribuido a forjar la cultura occidental cuyo corazón estuvo y está representado por el cristianismo.

Una visión del mundo -la de los primeros- que ha contribuido a provocar el nacimiento de ese nihilismo ahora imperante, funcional a un pensamiento débil, basado en la idea principal de que nuestros valores no tienen fundamento y que no hay evidencia adecuada para atestiguar que algo vale más que otra cosa; relativismo que el futuro Papa Benedicto XVI ya había señalado en 1996 como el mayor problema de nuestro tiempo, un relativismo que socava los valores típicos de la civilización judeocristiana, llevando a la puesta a cero de toda fe, olvidando la advertencia del mismo Pontífice sobre la imposibilidad de crear una casa común europea descuidando la identidad cristiana de sus pueblos.

Este tema, que debe ser tratado a diario en las escuelas y en los «mercados», afectando de manera significativa el futuro de todos nosotros, vuelve a cobrar protagonismo en esta jornada dedicada a Dante Alighieri, cuya visión del mundo, la moral y el Más Allá habría permitió a los moralistas de profesión colocarlo en el círculo de los llamados soberanistas. El fuerte vínculo del Supremo Poeta con lo «Sagrado», con el mayor respeto por el designio de ese Dios cristiano cuya voluntad los seres vivos deben obedecer, y respecto del cual todo hombre está obligado con ese sentimiento religioso – como expresa en la Divina Comedia– que sin duda lo habría colocado al lado del Papa Benedicto XVI al clamar a las autoridades europeas el reconocimiento expreso, aunque negado, de las raíces cristianas de Europa; y su vínculo identitario con nuestra cultura, lo habría convertido en un partidario de esos «muros» de los que hablaba el Papa Benedicto como garantes de la cultura, religión, identidad de un pueblo, no necesariamente opuestos a una visión ecuménica del mundo.

Hay otros dos valores fuertemente sentidos por Dante Alighieri que no podemos ignorar y que deben ser el punto de referencia para todo hombre, en primer lugar para aquellos que tienen la carga y el honor de representar a los demás: el fuerte sentido de la Justicia y el sentido ético de su propia existencia, que lo llevó a aceptar un exilio forzado para no desmentir sus propias ideas y acciones, con el máximo respeto a su conciencia. Por tanto, sólo podemos esperar que este día, más allá de las habituales frases de circunstancias, sea un estímulo para que todos sintamos una vez más la tarea que nos ha encomendado la historia de ser la guía de la civilización occidental.

Este artículo se publicó primeramente en italiano en https://www.centromachiavelli.com/

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