A San José le habían sido confiados Jesús y María. Primicias de la Iglesia, a punto de nacer por medio del Bautismo de Su Cabeza, Jesucristo, a manos de Juan el Bautista, vivían en un mundo que yacía en profunda crisis. El Pueblo de la Alianza, de Abraham, de Isaac y de Jacob o Israel, del Pacto de Dios con los Hombres para su Redención, se encontraba minado por la mediocridad, por lo carnal, por lo terrenal o étnico y esperaba un Mesías político que elevara su nivel de vida en base a esos criterios, que lo eximiera de los impuestos y le diera el dominio sobre el Orbe; de la misma forma esperan hoy aquellos que se dicen sus descendientes, pero que son, citando al propio Hijo de Dios e Hijo del Hombre, Jesucristo, en el libro del Apocalipsis: “Se dicen judíos, pero son Sinagoga de Satanás”.
Las demás naciones, se encontraban sumidas en las tinieblas del paganismo, de la idolatría y habituadas a vivir en medio de una degradante brutalidad e inmundicia sexual de todo tipo. Ahora bien, en medio de esta realidad, en las manos del santo Patriarca, estaba el niño Jesús, cuya misión era salvar a los hombres e invertir esta situación corrompida con vistas a la Santidad, la Limpieza y la Excelencia, Fundando a la Iglesia Católica, con Él como Cabeza y sobre Pedro como Roca o Vicario de Cristo, es decir, como Enviado, y sobre el resto de los Apóstoles, como Columnas o Fuentes del Espíritu; igual que eran Columnas las Doce Tribus de Israel.
En el momento presente de degradación, la Fuerza de San José es más necesaria que nunca antes, como hemos descrito más en detalle en los dos artículos anteriores de esta Trilogía o Triduo. Esta situación no se diferencia mucho de la decadencia en que estaba la humanidad cuando Nuestro Señor Jesucristo se Encarnó, salvo por la extensión en todo el mundo.
Además, en la actualidad hay otro agravante:
Ahora se está dando la espalda a los frutos del Espíritu procedentes de la Preciosísima Sangre de Jesús, vertida plenamente sobre la Tierra, con todo lo que eso significa de ofensa y desprecio a Dios Padre y a Su Hijo y Ungido. El Apóstol San Pablo, en su Carta a los hebreos 6:6, nos dice: “Crucificando de nuevo al Hijo de Dios y exponiéndolo a escarnio”. San José y su Amada Esposa, María, nos ayudan a ser agradecidos.
Hoy, la Tierra entera sucumbe ante un nuevo Paganismo. Manifestado en:
- El Culto a la Humanidad como Ente Supremo y Último.
- El Culto a la Democracia como forma aparente de canalizar el Gobierno de los Hombres.
- El Culto a la Política y a sus representantes.
- El Culto a la Nación, al Pueblo y a la Tierra o la Sangre.
- Una sutil, pero anticristiana, espiritualidad hedonista y sensitiva, sin exigencia, sin responsabilidad y en el fondo Egoísta y Satánica: La Nueva Era.
Este paganismo es peor que el antiguo, y en él se cometen crímenes que claman al Cielo:
- Los niños son asesinados (en realidad son sacrificados) para consumo de la Humanidad Demoníaca que pretende alargar la vida sin Dios, aunque por medio de otros dioses que proporcionan conocimientos de “control material, espiritual y energético” a cambio de lo que siempre han exigido ellos y los miembros de la “Sinagoga de Satanás” en la Tierra: Sangre Inocente como la de Abel y el resto de los justos.
- La Inmoralidad de todo tipo (promiscuidad sexual, adulterio, sodomía y lesbianismo, y otras prácticas depravadas) reina en los corazones y anhelos de los hombres.
- Citando a Las Sagradas Escrituras: “Los hombres son amadores de placeres, amadores del dinero, presumidos, blasfemos, desobedientes a los padres, sin cariño natural, calumniadores, sin amor del bien y la justicia”.
Toda esta situación descrita, junto con que dichas perversiones se han tornado en bien, en ley y costumbre, nos hacen ver que la situación actual, jamás… y decimos nuevamente: jamás, se había dado. Este es el Rasgo del Reinado del Anticristo en el que nos encontramos y que requiere, con más Fe y Abnegación de Milicia: Consagrarse por causa del Reino de los Cielos.
La Devoción a San José, Patriarca de la Iglesia, como medio de Consagración, debe ocupar un lugar destacado en nuestra Piedad o Ascesis Católica y en nuestra Milicia en el mundo. Su intervención se hace cada vez más urgente, pues le cabe restaurar en todo su Esplendor la Santidad en la Iglesia y en la Sociedad. Si él es el verdadero defensor de la Esposa de Cristo, es más, si él es el Esposo de María y padre de Jesús, ¿Cómo no esperar su ayuda que es tanto más decisiva cuanto más necesaria?
Confiemos en su paternal providencia y omnipotente intercesión a favor del Cuerpo Místico de su Hijo Jesús. Su protección es la garantía del Triunfo Final de la Iglesia Anunciado por el Apóstol y Profeta, San Juan:” Alegrémonos y gocemos, y démosle gracias, pues han llegado las Bodas del Cordero, Su Esposa se ha embellecido” (Ap. 19,7). Digamos con Fe: Fiat, ¡¡¡Viva Cristo Rey!!! Está hecha la Consagración y nuestra Preparación para el Santo Combate y Cruzada.
COMPARTE:
EMBÁRCATE EN LA LUCHA CONTRARREVOLUCIONARIA: Si quieres defender la cristiandad y la hispanidad, envíanos tus artículos comentando la actualidad de tu país hispano, o colaboraciones sobre la fe católica y la cultura, así como reseñas de libros, artículos de opinión… Ya superamos las 12.000.000 de páginas vistas anualmente en todo el mundo, únete a nuestro equipo de voluntarios y difunde la verdad compartiendo en redes sociales, o remitiendo tus colaboraciones a redaccion@tradicionviva.es . Puedes seguirnos en Telegram: t.me/tradicionviva / Facebook: @editorial.tradicionalista / Twitter: @Tradicion_Viva / Youtube: youtube.com/c/tradicionvivaTv / Suscríbete a nuestro boletín digital gratuito, pulsa aquí.
TE NECESITAMOS: Somos un espacio de análisis lejos de los dogmas de la corrección política; puedes colaborar haciendo una DONACIÓN (pulsando aquí)