Somos varios los que venimos hablando del síndrome Messi, que es aquel que padece el talento argentino en su propia tierra.
Y así como Messi se destaca en el exterior y fracasa en Argentina, de la misma manera sucede con tantos argentinos talentosos que tienen éxito afuera y en nuestro país no son tenidos en cuenta.
La explicación es que el sistema institucional argentino, en todos los órdenes, promueve no a los talentosos sino a los mediocres.
Así son mediocres nuestros obispos, nuestros gobernantes, nuestros políticos, nuestros dirigentes sociales, nuestros profesores universitarios, nuestros investigadores, nuestros ingenieros, nuestros mecánicos, nuestros plomeros, nuestros constructores, y un largo etcétera.
Argentina dejó de inventar hace muchos años, pues alguna vez inventó. Pero, para poner una fecha emblemática, desde la restauración democrática para acá no se inventó nada. ¿A qué se debe eso, si tenemos muchos talentos? Es que los talentos brillan afuera y se marchitan adentro. ¿Quién no conoce alguno que se destaca en el exterior? Y ¿quién no conoce que destacándose en el exterior no es reconocido acá?
¿Qué hubiera sido de Baremboim si se hubiese quedado en Argentina? Estaría tocando el piano en una escuela de música. Porque el sistema institucional argentino lo habría ahogado, lo habría malogrado. Porque este sistema promueve y alienta a los mediocres.
Cuántas vocaciones frustradas, cuántos talentos malogrados, qué enorme cantidad de creaciones silenciadas. Sin ir más lejos, hasta la segunda guerra mundial, los talentos se promocionaban, y no tanto por el Estado sino mas bien por la comunidad. Un cura de pueblo descubría una vocación de lo que sea, y la animaba y ayudaba; las colectividades, sobre todo italianas y españolas, apoyaban a los que veían con talento. Pero todo eso desapareció. Los curas se transformaron en sociólogos.
Hoy la promoción desde la sociedad civil quedó solo en manos de “algunos” que promocionan solo a los suyos, lo que da por resultado, al menos en filosofía, la promoción de un hato de los mediocres Esto es grave, porque estos mediocres, más allá de desprestigiar a la inteligencia en Argentina, no han sabido sostener ni una sola tesis en cuarenta años de filosofía en Argentina. Yo no soy nadie, Solo soy un simple analista.
Por lo tanto hay que proponer y realizar un pensamiento de ruptura que nos permita romper con la opinión publica, que hoy ha sido reducida a la opinión publicada. La opinión establecida y disentir con las fake news que atiborran nuestra conciencia de mentiras y falsedades.
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