En la República Argentina reina el desorden y el caos. Digo desorden porque, entre el presidente Alberto Fernández y el resto de los gobernadores, es imposible que se pongan de acuerdo en un tema que es tan urgente como infalible: la salud de los argentinos. Menos aún logra acuerdos con la ciudad autónoma de Buenos Aires. Digo caos porque, ni siquiera con un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) logra tener el respaldo que alguien de su jerarquía debe tener. Es decir, nadie le hace caso al presidente y cada gobernador hace lo que quiere, y eso que están obligados por el DNU.
Con esta introducción vuelvo al título, Argentina y la Muerte. Este país se ha convertido en una tumba, en todo sentido. Primero, es una tumba de bebés muertos por el aborto. La vida no se respeta en su etapa más elemental. Pero tampoco se respeta la vida de los niños en etapa escolar. Si bien el presidente de la nación Argentina, a través de un DNU pidió el cierre de los colegios para hacer frente a la segunda ola del coronavirus, los gobernadores y la ciudad autónoma de Buenos Aires, se niegan al cierre. Tanto es el desacuerdo que la cosa llegó a juicio. Una vergüenza institucional. Solo el gobernador de la provincia de Buenos Aires hizo caso al DNU, pero este es de la misma bandera política que el presidente. Entonces, la vida de los niños pasó a ser un tema político y no de sanidad.
Los niños asisten al colegio con el riesgo patente de contagio. Muchos, pero muchos padres abogan por la continuidad de las clases en la provincia de Buenos Aires, pero los colegios se mantienen cerrados. Algunos colegios amenazan con reabrir las puertas… más caos. Pero al politizarse el tema, la vida de los menores pasó a segundo plano, ¿qué importa si se mueren? Total, si no se respeta la vida dentro del útero materno, menos se respetará fuera de él.
Increíblemente, en Argentina hay más derecho a la educación que a la vida. Ahora, si no protegemos la vida de los niños ¿a quién queremos educar? Argentina, país de muerte…
Argentina se debe a sí misma un fuerte debate. ¿Qué está primero, la vida o la economía? ¿La vida o la educación? ¿La vida o la política? Pero, en un país donde la vida no se respeta, ¿no conoceríamos ya las respuestas?
Argentina acéfala y sin vida, no es extraño que nadie quiera invertir en esta región.
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