El País está indignado con la tercera Reforma Tributaria de este Gobierno, que ya fue radicada en el Congreso de la República. Sin duda alguna es una reforma socialista y confiscatoria, que no resolverá ninguno de los problemas económicos actuales y hundirá al País en la miseria socialista.
¡Es inconcebible una torpeza de tal magnitud! El proyecto en cuestión es el suicidio político del Presidente Duque y también el de su partido, el Centro Democrático. Es tan absurdo, que produjo el rechazo categórico de todos los partidos políticos, de todos los gremios empresariales, y de toda la opinión del País, sea de izquierda, de centro o de derecha. El País está siendo conducido hacia una revuelta social impredecible, que será aprovechada por la izquierda radical para tomarse el poder en las elecciones del año próximo, o inclusive antes.
Dos formas de enfrentar la crisis
Nadie puede negar la gravedad de la crisis económica creada por la pandemia, que nos obliga a todos a asumir grandes sacrificios. Esta se puede enfrentar de dos formas: Una, dando apoyo financiero a las empresas para que conserven los empleos actuales, para que generen la creación de nuevas empresas y con ellas nuevos empleos, fortaleciéndolas para que sobrevivan a la crisis, pues son las generadoras del 96% del empleo del País. Y la otra, asfixiarlas con más impuestos expropiatorios, para convertir al Estado en una institución benéfica que se dedique a repartir subsidios a más de 12 millones de personas, lo cual es el objetivo explícito de esta reforma tributaria.
Estos son los subsidios que actualmente paga el Estado a las familias necesitadas. Familias en Acción: (2,6 millones de familias), que reciben $160.000 (US $ 44) por mes. Colombia Mayor: (1,7 millones de personas). Mayores de 70 años, cada uno recibe $160.000 (US $ 44) por mes. Jóvenes en Acción: (300.000 personas). Cada una recibe $80.000 (US $ 22) por mes. Devolución de IVA: (2 millones de personas). Decretado en la pasada reforma tributaria y cada una recibe $76.000 (US $ 21) cada dos meses.
Sólo estos subsidios cuestan la escalofriante cifra de 10 billones de pesos (US $2.770 millones de dólares), y favorecen a 6,6 millones de personas. Pero la reforma tributaria pretende crear en forma permanente el Programa Ingreso Solidario, con un subsidio por familia que va desde $80.000 hasta $360.000 (US $22 a US $100), dependiendo del número de personas que la integran. Esto duplicará el número de beneficiados con subsidios, aumentándolo a unas 12 millones de personas. Y todo esto, sin contar el auxilio dado a los 2 millones de inmigrantes venezolanos.
El socialismo solo genera miseria
Este es el camino perfecto hacia la miseria. Es la quimera del socialismo, que convierte al Estado en la única fuente de ingresos de los hogares pobres, mientras desmantela las fuentes de empleo del sector productivo. Cuando se aniquila a las empresas y a la clase media con impuestos confiscatorios, lo que desaparece es la principal fuente de recursos del Estado. Si esa clase media pierde su poder adquisitivo, deja de consumir, y se disminuye el recaudo del IVA. Y peor aún, las empresas dejan de producir porque la gente no puede comprar, con lo cual colapsa el empleo. El resultado inevitable es que los pobres se multiplican, repitiendo la historia de miseria de las naciones que escogieron el camino del socialismo en los últimos 100 años, cosa que este Gobierno parece ignorar.
En realidad, más importante que conocer cómo aumentará cada impuesto vigente, es comprender la filosofía de esas 120 páginas nefastas del proyecto socialista de reforma tributaria. La meta es destruir la generación de empleo, acabar con la creación de riqueza, hacer desaparecer la iniciativa privada, para convertir al Estado en un generador de miseria. Lo cual se consigue creando nuevos impuestos a todo aquello que aún no los tiene y aumentando los impuestos a lo que ya los tiene. Y destruyendo a los empresarios.
Entonces, se le pondrá impuesto a todos los alimentos de la canasta básica, a las pensiones, a los servicios públicos domiciliarios (agua, luz y teléfono), al internet, a los computadores, a los celulares, al correo, a los que ganen más de $30 millones al año (US $8.300), a los que devengan salarios de más de $10 millones (US $2.700), etc. Y aumentará los impuestos a la gasolina, a las rentas de capital, al patrimonio, a las utilidades de las empresas, a los automóviles, etc. Como si esto fuera poco, establece la creación de peajes urbanos en las grandes ciudades. Y suprimirá las exenciones de IVA a la vivienda de interés social, uno de los grandes motores de la economía y del empleo, arrasando uno de los pocos sectores económicos que sigue funcionando bien a pesar de la crisis.
Se promete educación universitaria gratuita a los que no puedan pagarla. La reforma crea también una enorme burocracia para vigilar el recaudo de las nuevas cargas impositivas, como si ya no tuviésemos suficiente cantidad de burócratas inútiles y deshonestos. Eso sí, en ninguna parte del proyecto se menciona acabar con la corrupción del Estado o disminuir su tamaño haciéndolo más eficiente.
¿De dónde saldrá el dinero?
La gran pregunta que no se ha hecho el Gobierno es la siguiente: ¿De dónde piensan sacar todo el dinero para pagar esos subsidios? Es claro que con los nuevos impuestos se podrán pagar durante algunos meses, pero después, será la hecatombe. Los impuestos confiscatorios harán desaparecer la mayor parte de las fuentes de empleo, a lo que se le suman las consecuencias trágicas de la pandemia, que ha paralizado el consumo y ha cerrado decenas de miles de negocios.
Si el sistema asistencialista fuera tan bueno como lo cree el Gobierno, Cuba, Nicaragua y Venezuela serían los países más ricos del mundo. Es inaceptable que gracias a la estupidez de este programa socialista, se quiera imponer un régimen económico que conduce irremediablemente a la miseria. Y peor aún, propuesto por un gobierno que se dice de centro y fue elegido por un electorado que es de derecha.
¡No podemos ser impasibles ante esa amenaza! Actuamos con cobardía cuando nos robaron el Plebiscito, y ahora nos cobran la factura de la falsa paz que nos prometieron. El Gobierno pretende arruinar a los colombianos que han trabajado por generaciones, dilapidando el futuro de la Nación con subsidios impagables, y premiando a un puñado de criminales que quieren arrasar todo en nombre del comunismo.
¡Ministro Carrasquilla, su reforma tributaria es una vergüenza! Y usted, si tuviera dignidad, debería renunciar!
Eugenio Trujillo Villegas- Director: Sociedad Colombiana Tradición y Acción
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