Por Ali Ahamed Haiba – Analista geopolítico | Sáhara Occidental         

España se enfrenta desde hace varios meses a un fenómeno migratorio de magnitud inaudita. En los momentos de concluir este estudio, está teniendo lugar una oleada de inmigrantes incontrolada hacia la ciudad autónoma de Ceuta. Una nueva versión de la Marcha Verde que forzó el abandono de Ifni y Sáhara Occidental en manos de Marruecos en 1975. No sabemos cómo terminará esta otra estrategia de presión fundamentada en escudos humanos, menores incluidos.

Por su propia naturaleza, está claro que el flujo migratorio que ha ido llegando a España en los últimos meses no tiene precedentes en la historia. En efecto, durante el primer trimestre de 2021 aumentó el número de llegadas por vía marítima por la ruta del océano Atlántico, al igual que el número de víctimas y desaparecidos.

En este marco, Canarias está viviendo un presente infectado por la pandemia, pero también por la inmigración ilegal, y ambos estragos sociales son casi iguales, porque son males que están carcomiendo y arruinando el sistema social y económico de las Islas Canarias.

En consecuencia, las Islas Canarias son objeto de flujos migratorios inauditos por su vecindad inmediata, y por la capacidad de las redes mafiosas que ven en Canarias una ruta más fácil, y menos arriesgada a pesar de la existencia del Océano Atlántico.

Esta nueva ola de inmigración en la época de la pandemia tiene consecuencias negativas sobre el sector turístico que representa el pulmón de la economía de las Islas de canaria. Esta situación se puede explicar por la competencia del vecino marroquí que quiere a toda costa ser el principal destino turístico del norte de África, por ello la inmigración será una herramienta importante para destronar a Canarias en número de noches y en cuanto a población turística. Esta razón de ser encuentra su origen en las sucesivas debilidades de los gobiernos españoles, tanto de derecha como de izquierda en su comportamiento con el Reino de Marruecos.

La influencia directa de la inmigración en el sector turístico de Canarias

Al afirmar que Alemania acogería a todos los refugiados sirios, Angela Merkel creó un efecto llamada, acentuó la proliferación de la tendencia africana a buscar por todos los medios posibles instalarse en las costas de la vecindad europea más inmediata, que no son otras que las Islas Canarias.

La amenaza de la crisis migratoria en Canarias representa un fracaso general de las políticas migratorias del gobierno español. Esta situación beneficiará a Marruecos y su proyecto turístico, porque el colapso de Canarias como referente turístico, sin duda beneficiará a Marruecos.

De hecho, en 2013, el Rey de Marruecos presentó en Marrakech la denominada Visión 2020, que tenía como objetivo duplicar el tamaño del sector turístico en Marruecos.

En esta óptica, Marruecos va usar la misma estrategia que Fidel Castro para convertir su país en destino turístico. Fidel comenzaba por enviar, entre los inmigrantes, a los peores delincuentes de su Isla a su mayor competidor Miami. Esta estrategia fue copiada por Marruecos como la del Éxodo Mariel de 1980 de Cuba a Miami, que fue un engaño de Fidel castro para enviar a los 25.000 delincuentes más peligrosos que tenía antes de comenzar su etapa turística.

El fenómeno de la emigración expresa fundamentalmente las disparidades económicas que caracterizan a los dos continentes de Europa y África. La renta nacional per cápita en los países africanos es demasiado baja en comparación con los principales países de destino de los flujos migratorios, está por debajo del 10% de la renta per cápita europea.

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La situación de la migración irregular es «tremendamente preocupante» en la actualidad porque las rutas que había hace un año han cambiado y ahora se dirigen al archipiélago. Fue Alfred Sauvy quien dijo «si las riquezas no van donde están los hombres, los hombres naturalmente van allí donde están las riquezas».

La razón de este fenómeno se puede resumir en, la ausencia de seguridad económica, social y política, y el déficit de gobernanza que son los factores claves de la migración, y por tanto pueden afectar e influir en la relación entre seguridad y migración. Una ecuación geopolítica muy rentable hoy en día de los gobiernos de origen de la emigración, para doblegar a los estados sujetos a la inmigración.

Marruecos y el arma geopolítica de la inmigración

Añadiremos  que en 2001, Senegal, Marruecos y Mauritania firmaron un acuerdo tripartito para la construcción de la carretera que une Nouadhibou con Nouakchott. La frontera entre los dos países se reabrió en febrero de 2002. La construcción de la carretera que conecta la capital mauritana con la frontera del Sáhara occidental y Marruecos por Algargarate ha permitido un aumento del comercio entre los dos países y Africa occidental.

Esta reapertura de la ruta marítima ha sido favorable para los transmigrantes que ahora pueden cruzar la frontera de manera oficial si están en posesión de los documentos adecuados. Los transmigrantes son luego transportados a las playas del Sáhara Occidental desde donde esperan la salida hacia Canarias.

En realidad, Marruecos utiliza estos flujos migratorios del África subsahariana y del propio Marruecos para presionar a España, y posteriormente a la Unión Europea.

El uso de la inmigración como arma estratégica contra España ya no es un secreto. Detrás del flujo de pateras y cayucos que siguen llegando a las Islas Canarias desde 2020 hasta hoy, se esconde la simple razón de doblegar a España para que siga la política marroquí en el Sáhara occidental (un territorio que sigue pendiente de una descolonización inacabada).

Otras razones subyacentes son las de aceptar el hecho consumado de la anexión marroquí de las fronteras marítimas del Sahara occidental, y poner en peligro las fronteras marítimas de las Islas Canarias y sus recursos del mar, para agasajarlo y subvencionarlo por Madrid y la Unión Europea para frenar las ilegales salidas de emigrantes.

Marruecos desde hace varios años ha estado intentando ampliar sus aguas de ZEE hasta el límite de 200m/n que le corresponden según la Ley del Mar, pero que deberá compartir con Canarias España y Islas de Madeira de  Portugal. 

Geopolíticamente, Marruecos ha observado que la carta de la inmigración masiva es un instrumento de presión muy fácil y útil con beneficio rápido y directo. De hecho, durante anos, las relaciones bilaterales entre Marruecos y España tenían un modelo de comportamiento en que cuando había tensas negociaciones se incrementaban las salidas de embarcaciones con inmigrantes ilegales.

Todo ello da fe de la debilidad de España frente a su vecino inmediato del Sur.

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La inmigración y la cultura del miedo

Los gobiernos sucesivos de España están sometidos a una presión política constante sobre el tema de la inmigración. Por un lado, algunos empleadores españoles piden más trabajadores inmigrantes y los grupos de derechos humanos piden un mayor nivel de derechos y libertades de los inmigrantes.

Por otro lado, sin embargo, los electorados castigan a los partidos políticos considerados «blandos» con la inmigración, y muchos votantes se vuelven hacia los partidos de derecha radical, que abogan abiertamente por posiciones firmes contra la inmigración. De cualquier manera, las presiones antiinmigrantes se han convertido en un motivador increíblemente poderoso para los políticos españoles.

Al centrarnos en nuestras emociones e instintos, a menudo tendemos a perder de vista el panorama general. Hablamos de proteger nuestras fronteras, pero no nos fijamos en si hay canales legales alternativos disponibles para aquellos que, en última instancia, pueden recurrir a la migración irregular. Y tendemos a mirar el futuro con incertidumbre e inquietud, en lugar de planificar lo que nos espera en el futuro, o incluso a la vuelta de la esquina. Además, la opinión pública española no parece estar dispuesta a pensar en la crisis como algo del pasado.

Parte de eso se debe al hecho de que las personas vienen con “ataduras”: cuando se mudan, traen consigo su cultura, su educación y sus creencias. Esto hace que sea mucho más difícil sopesar los costos y beneficios de manera racional y evitar reacciones a la inmigración impulsadas por el miedo.

La percepción perdurable de la migración como una amenaza ha ido de la mano de la incapacidad de los Estados miembros de la UE para hacer frente al aumento de llegadas mostrando solidaridad entre ellos. De hecho, la inacción y las respuestas fallidas probablemente han arraigado un “estado de crisis perpetua”.

Si sumamos esta sensación a las contradicciones del actual gobierno español en cuyo seno hay partidos que se han manifestado expresamente por “la devolución a Marruecos” de Ceuta y Melilla y que esperan incrementar su base electoral con las aportaciones demográficas irregulares procedentes de los flujos migratorios, nos aproximaremos a las proporciones de esta crisis cuyas consecuencias aún se nos escapan.

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