Flor del Carmelo
Viña florida
Esplendor del cielo
Virgen Fecunda 
¡Oh madre tierna!
Intacta de hombre
A los Carmelitas 
proteja tu nombre
Estrella del Mar.

Tantas veces repitió San Simón esta bella oración compuesta por él que la Virgen del Carmen se le apareció mostrandole un escapulario con la promesa de que quien lo pusiere en su cuello no sufriría fuego eterno. «Será un signo de salvación, de protección en el peligro y promesa de paz».

Después de 1251, año en el que se produjo la aparición, la orden carmelita fue aceptada en Inglaterra, a donde habían emigrado desde el monte Carmelo en Tierra Santa, lugar en el cual habían fundado la orden. Pronto se extendió la devoción a la Virgen del Carmen y el uso del escapulario por toda Europa, siendo especialmente acogida en España.

Marinos de todo el litoral tomaron como patrona a la Virgen del Carmen, a la que veneran y ruegan aún en nuestros días.

Con la misma devoción recibida en América, Nuestra Señora del Monte Carmelo no cesa de socorrer a los que acuden a ella. No fue hasta 1901 que se convirtió oficialmente en patrona de la Marina de Guerra Española y del resto de navegantes del mar.

Famoso es el milagro acaecido en 1845. El barco inglés bautizado Ocean’s King atravesaba una fuerte tormenta, tal era la bravura de las olas que un pastor protestante subió a cubierta junto a su esposa e hijo a rezar para que la tempestad cesase, mas las olas atacaban el barco con más fuerza aún. Un joven tripulante irlandés, quitando el escapulario de su cuello, lo arrojó al mar implorando misericordia a la Virgen del Carmen. El mar se calmó inmediatamente dejando una última ola que trasportó el escapulario hasta los pies del joven. Ante tal milagro, el pastor protestante se interesó por ese sacramental y poco tiempo después él y su familia se convirtieron al catolicismo, siendo devotos de la Virgen del Carmen y portadores del escapulario hasta su muerte.

También es conocido el milagro del Galileo en el año 1913, barco que había naufragado frente a la isla del Ceño en Costa Rica. El armador del buque inició una plegaria a Nuestra Señora del Carmen a la que todo el pueblo se unió. Mientras oraban llegó la buena noticia de que toda la tripulación había sobrevivido. Los marineros relataron cómo una mujer les había acompañado en todo momento, guiándoles hacia la zona donde fueron rescatados. Todos coincidían en que se trataba de la Virgen del Carmen.

La misma señora que arropó a una niña de tres años desaparecida en un pueblo de Cordoba. Su madre dolorida pidió a la Virgen del Carmen que cuidara de su hija, quien se había perdido en aquel momento. Así lo hizo, tras ser encontrada a tan poca distancia de un terraplén que si hubiera dado un paso hacía delante habría muerto. La pequeña fue trasladada a la parroquia local para dar gracias por haber sido hallada con vida. Al entrar en el lugar y ante la visión de una talla de la Virgen del Carmen, exclamó que esa era la señora que la había tapado con su delantal para protegerla del frio pidiéndole que no se moviera del sitio porque pronto sería encontrada.

Estos y miles de milagros más son la respuesta de la Virgen a nuestras súplicas.
Recuerdo la homilía pronunciada en la Misa del Peregrino en la que nos hallábamos al concluir el camino de Santiago. Aquél día el sacerdote recordó uno de los momentos más difÍciles de su ministerio, cuando un marino moribundo se negaba a confesar desoyendo los llantos y súplicas de su esposa. El sacerdote alzó la vista al cielo y pidió ayuda a Nuestra Madre y acto seguido recordó que todos los marinos llevan una imagen de Nuestra Señora junto a ellos. Tomando la boina del tozudo marino y mostrándosela, comenzó a interesarse por algún recuerdo en el que hubiera sobrevivido en el mar. El marino, casi sin fuerza, tomó la boina de la mano del páter y no rememoró el momento en el que a punto estuvo de ahogarse en un mar tempestuoso, si no a quien había acudido implorando auxilio. Tomó una estampa de la Señora que llevaba dentro de su boina y, cambiando el semblante, relató al padre cuántas veces oraban en la noche oscura, donde sólo las estrellas les hacían compañía, en tantas ocasiones de peligro de cualquier índole, toda la tripulación cantaba a una voz clamando a la Madre de Dios, Nuestra Señora del Carmen.

Los recuerdos ablandaron el corazón del marinero y sonriendo lleno de paz pidió confesión.
Cada 16 de Julio, el mar se viste de gala, no hay embarcación de la índole o tamaño que sea que no se haga a la mar para acompañar a la Patrona. Miles de flores de diferentes colores cubren el mar como una alfombra para ser pisada por la Virgen del Carmen. No importa la condición social del navegante ni su rango o edad, todos saludan alegres a la Señora que, portada en una humilde barca, avanza atravesando ese mar desde el que tantos millones de almas a través del tiempo musitan una oración o gritan pidiendo misericordia. A mí personalmente me emociona la visión de hombres curtidos en el mar, de personas cuyo trabajo es duro, saludando a la Virgen con la alegría de un niño y piropeándola con más ilusión que a una novia.
Stella Maris ,ora pro nobis.

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