Por Georges Feltin-Tracol

En su blog, el 5 de junio de 2016, Julien Rochedy, ex-director del FNJ, rompiendo ahora con el neo-Frente, exclama : «Por lo tanto, ahora somos liberales» aunque su liberalismo sería «posmoderno» y anti-globalista. El economista y ensayista Hervé Juvin elogia en Le Mur de l’Ouest n’est pas encore tombé [El Muro Occidental aún no ha caído] los supuestos méritos del nacional-liberalismo. A finales de mayo de 2016, por iniciativa de Robert Ménard, se celebró el «Rendez-vous de Béziers» [«Encuentro en Béziers»], durante el cual se aprobaron propuestas liberales y de identidad.

Estos tres ejemplos demuestran que las «derechas nacionales» todavía no han entendido nada en la lucha por las ideas, que no se debe adoptar el vocabulario del enemigo y que una indecible pereza intelectual los empuja a aprobar la facilidad, un supuesto liberalismo para oponerse al estatismo y socialismo mientras es su sustento principal. Las calamidades del gobierno del PS [Partido Socialista francés] no disculpan ni justifican esta estúpida adhesión a las visiones obsoletas de Adam Smith, Frédéric Bastiat, David Ricardo, Ludwig von Mises, Friedrich Hayek, Milton Friedman o Murray Rothbard.

No podemos defender simultáneamente las identidades populares, exigir el restablecimiento de fronteras, no podemos querer controlar los flujos migratorios y celebrar al mismo tiempo la libre circulación de capitales y bienes. Un sistema individualista global con múltiples efectos devastadores: el liberalismo es incompatible con la concepción comunitaria, orgánica y holística de nuestro yo colectivo. La inefable Thatcher dijo una vez que la sociedad no existe…

Rechazar el liberalismo no significa admitir el socialismo y el estatismo marxistas; por el contrario, sugiere redescubrir, adoptar y reformular las llamadas teorías de la tercera vía, desde el justicialismo argentino a la ecología decreciente, desde los reflejos más relevantes del socialcristianismo hasta la práctica exitosa de las cooperativas de producción obrera, agentes reales de lo esencial desglobalización.

En efecto, como el liberalismo, la globalización del mercado y de lo financiero no es inevitable: depende de los alboeuropeos, ayudados por los pueblos de otros continentes, recuperar el control de su destino y alejarse lo antes posible de la canción patética y peligrosa sirenas del liberalismo.

Georges Feltin-Tracol

Editorial en Réfléchir & Agir [Piensa y actúa], publicado originalmente en francés en otoño de 2016.

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