El 12 de Octubre va a ser en España fiesta nacional, con la denominación de Fiesta de la Raza. Ya lo es en la mayor parte de los Estados hispano-americanos, como «homenaje a la Nación española y á Cristóbal Colón», según la calificó el Congreso peruano; como homenaje a España, progenitora de Naciones, a las cuales ha dado, con la levadura de su sangre y con la armonía de su lengua, una herencia inmortal», según declaraba, en reciente fecha, el Poder Ejecutivo de la República Argentina.
Es la Fiesta de la Raza Hispana celebrada el día del año en que navegantes españoles, dirigidos por Cristóbal Colón y los Pinzones, vieron las primeras tierras de las Indias Occidentales. Todo fue español en aquella magna empresa, pues hasta el mismo Colón que como extranjero se había presentado en Castilla, como natural de estos Reinos se consideraba hasta tal punto que, aparte el latín que empleó en algunas ocasiones, en castellano habló y escribió siempre. Con razón un ilustre orador colombiano, Antonio Gómez Restrepo, decía en la Fiesta de la Raza, en 1917 en Bogotá, que el castellano fue el idioma que usó Colón «aun en aquellos escritos de tal manera íntimos y personales que sólo se redactan en la lengua que se ha aprendido a hablar desde la cuna. En castellano consignó los incidentes de sus portentosos viajes, en forma de diario; en castellano están sus cartas ; en castellano fue escrito el libro extraño de las Profecías, que nos revela hasta dónde alcanzaba la exaltación de su espíritu de iluminado en aquel hombre de sentido tan práctico y tan positivo. No empleó Colón en los momentos decisivos de su existencia el idioma del Dante, que ya por entonces había llegado a su perfección clásica, sino la lengua vigorosa, enérgica, ruda todavía, pero próxima a los esplendores de la Edad de oro, de la cual había de decir Carlos V poco después que era el idioma más apropiado para hablar con Dios».
Si a pesar de la rotunda negativa de D. Fernando Colón, su padre D. Cristóbal pudo haber sido uno de los hijos del Doménico Colombo, tejedor, tabernero y propietario de Génova, hay que reconocer que nunca en documentos oficiales, en Reales cédulas, provisiones, títulos, asientos, memoriales y cartas relativos al Almirante D. Cristóbal Colón, aparece el apellido Colombo, ni se alude en ningún escrito del Almirante a la familia que dieron como suya los analistas o historiadores genoveses. Si aun no siendo de dicha familia, fue genovés, como está escrito en papeles testamentarios, no quiso Colón que se supiese que lo era.
Se presentó en Andalucía como extranjero que había pasado casi toda su vida en el mar desde muy temprana edad, sin referirse nunca a su patria y familia; era un desconocido que no se decía español, pero que usaba un apellido bastante común en España. Colomo, Colom y Colón se apellidaba cuando pidió y obtuvo, de 1487 a I492, los auxilios pecuniarios que de orden de los Reyes le entregaban los tesoreros o contadores, y Colón se le apellidaba en el finiquito de las Cuentas de Santángel y Pinelo; Colón le llama en su carta el Rey de Portugal; Colón se le llama en las Capitulaciones de Granada, que refrendó un español casi de su mismo apellido, Juan de Coloma, y aun este apellido Coloma es el que le da Aníbal Januarius al noticiar la llegada a Lisboa de «uno que ha descubierto ciertas islas»; Colón se apellida él mismo en el preámbulo del Diario de a bordo; Colom se lee al pie de la postdata de las cartas que escribió a Luis de Santángel y a Rafael Sánchez al regresar de su primer viaje; Colón y no Colombo es el dilecto hijo de que habla Alejando VI en su Bula de 1493; por último, Colón se apellidaban los de su linaje según declara en la institución de mayorazgo, en ese documento que debió escribir con la vista puesta en el país de los Colombos, en la República de Génova, su «amantísima patria», según el codicilo militar apócrifo de 1506, en la ciudad de Génova, «de donde salió y en donde nació», según la citada institución de mayorazgo. Y, sin embargo, tan españolizado o castellanizado estaba el Almirante que, suponiendo que fuera de la familia de aquellos Colombos, no recordaba o no tuvo en cuenta, aun tratándose de acto en que tanta trascendencia tiene el apellido, que en Génova los de su linaje se llamaban Colombos y no Colones.
¿Que Colombo, por una parte, y Colón, Colom ó Colomo, por otra, son un mismo apellido? ¿Que los Colombos italianos se llamaban Colones en España y los Colones o Colomos españoles eran Colombos en Italia, como a los Coullon franceses apellidaban Colón los españoles y Colombo los italianos? Puede ser. Pero el hecho indudable es que Cristóbal Colón siempre, hasta el último momento de su vida, quiso llamarse Colón á la española y no Colombo á la italiana. Esto es lo que importa dejar consignado: el hispanismo de Cristóbal Colón y, por consiguiente, su derecho a ocupar, bajo todos conceptos, incluso el de español, puesto preferente en la Fiesta de la Raza Hispana.
Madrid, 15 de Junio de 1918. RICARDO BELTRÁN Y RÓZPIDE.
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