La situación económica, financiera y moral, en nuestra Patria, se presenta en la hora actual no solamente preocupante sino sumamente confusa y alarmante. El caos que, día tras día, anuncian los medios de comunicación envuelve los ánimos y los nervios de dirigentes políticos y por supuesto las mentes turbadas de millones de ciudadanos, mientras que al clero le encontramos indiferente, apáticos y tolerante. Como si con él no fuera la situación de apostasía que se ha desatado en España.
Desde que comenzó la fiebre democrática viene sufriendo el pueblo español el deseo voraz de posesión y consumo, con un ansia dominante en todas las capas sociales de nuestra sociedad. Ha sido como una especie de cuento de la lechera que partiendo de una idea sin base que nos lo han vendido con apariencia de robustez vertebral, y que realmente no era sino sueño dorado e inalcanzable, que desgastado, año tras año, ha mostrado su oropel sin arribar a un final feliz, al desarrollarse progresivamente hacia la más desalentadora y desesperante crisis que hoy padece el pueblo español.
Ante las urnas se nos mostró, como ardid previo, un paraíso artificial en el que se ponía a nuestro alcance viviendas de lujo, automóviles de ostentación, vacaciones exóticas y tantos y tantos caprichos que antaño nos parecían inaccesibles, y con esa engañifa de la mayoría más uno del sufragio universal se suplantó la voluntad de Dios al tiempo que se enloquecía a las masas convenciéndolas de que a partir del voto serían poseedoras de su futuro.
Pero he ahí que, sin previa advertencia, para participar de ese paraíso material ofrecido por el nuevo sistema, se silenció el necesario e imprescindible sometimiento al mundo desconocido de las finanzas y de los mercados, que funciona bajo el reino de la usura: esa peste bancaria que augura provechos y ventajas al pueblo, pero que realmente quienes los únicos beneficiarios, por activa y por pasiva, son quienes la ponen en práctica autorizados por los elegidos en el sufragio universal, cómplices de una legislación antibien común.
Esa es la gran paradoja de la moneda democrática que nos está tocando vivir, por un lado su cara sonriente y por otro, su oculta y verdadera faz, cruz de nuestro caminar democrático que carcome, momento tras momento, los estamentos de nuestro pueblo, al tiempo que espanta la prometida algarabía juguetona, llena de ilusiones y vacía de sentido común, que enervaba a las masas, emancipaba a los hijos, acallaba conciencias, restringía derechos y obligaciones, e invitaba a vivir el futuro en presente, pero realmente y en definitiva lo que ha hecho es disipar la confianza, anular la seguridad y convertir la esperanza de un pueblo en la desesperación que hoy esclaviza, desahucia, rompe familias, crea indigencia, paro y discrimina la sociedad.
Todo fue un proceso preparado minuciosamente, y que nadie piense que ha sido pura casualidad o mala suerte. No, todo estaba minuciosamente previsto y estudiado para llevar a cabo el despropósito que hoy vivimos.
Primeramente y antes de abrirse la veda del “todo vale”, incluso para la salvación eterna, se “inventó” el filtro milagroso de la ociosidad retribuida, que invitaba a vivir a lo grande, impregnándolo todo de materialismo y libertinaje sin freno, que unido a la ceguera espiritual y pretenciosa de alcanzar la felicidad paradisiaca sin necesidad alguna de las luces que vienen de lo alto, apartó intencionadamente a Dios de la vida española, puesto que era único estorbo que impedía, según las voces augures, lograr el paraíso democrático prometido.
Después comenzaron los eslabones de la cadena esclavizadora, y así se “inventó” la reconciliación nacional que en la práctica fue una nueva ruptura; se legalizó el partido comunista un viernes Santo; se festejó el primero de mayo con abundante asistencia clerical; se compró y pagó con creces la traición de las Cortes para su suicidio. Se aprobó una Constitución atea sin Cortes constituyentes, y a ello colaboró la gran mayoría de los obispos; después llegó el divorcio de la mano de UCD, para dar paso al PSOE que, además de “llevarse todo a saco”, despenalizó el aborto, ese infanticidio enmascarado de una semántica singular que sancionó el propio Rey de España; luego llegó la hora del PP, los conservadores del mal quienes a pesar de su mayoría aplastante, siguieron y continuaron su labor inmoral, hasta que un 11 M, en la más fragante de las incógnitas, se cambiaron nuevamente las siglas del gobierno, pero no la línea de conducta laicista que nos llevó, sin freno ni marcha atrás, a la más aberrante de las leyes: El aborto libre, redondeado con la guinda del día del orgullo gay, los matrimonios de hecho, la memoria histórica, las uniones antinaturales, el libro para la educación de la ciudadanía y la patética situación de una crisis irreversible en las elecciones siguientes.
Se pensaba que con la llegada del PP todo iría a mejor, pero cual equivocada estaba la sociedad española. Las promesas pasaron a un segundo plano y los “conservadores” del mal, no cambiaron ni una sola ley inicua ni aplicaron sus proposiciones electorales. Llagando con una pasividad inalterable a una moción de censura positiva que proporcionó la satisfacción inusitada de que Rajoy fuese el primero en dar la enhorabuena a Pedro Sánchez.
Desde que este personaje está en el poder los resultados los tenemos a la vista: el paro, los impuestos y los productos de primera necesidad se dispararon sin freno, hasta llegar a la situación insostenible y desesperante en amplios sectores sociales, logrando que el deterioro moral y económico en muchos sectores no fueran probables sino hechos consumados.
Y lo que fue dejó de ser, porque, al postergarse a Dios, sus planes han dejado de tenerse en cuenta y han sido los de la diosa Democracia, dueña de la situación, los que juegan sus bazas, dando paso a la más cruel de los déspotas esclavizantes: el dinero. El becerro de oro traído de la mano bancaría del préstamo usurero, que arrastraba al pueblo español hasta llegar a la presente situación insostenible y desesperante en la que nos encontramos inmersos.
Pero al igual que la mentira tiene los pies muy cortos, la usura devoradora, ese demonio condenado por la Iglesia, pero de todos modos practicado de modo engañoso por hombres avarientos, al estar llena de falsedad y corrupción no puede mantenerse escondida y oculta bajo su disfraz de legalidad democrática, ya que es tal el cúmulo de irregularidades e indecencias, que, muy a pesar suyo, ha dejado vislumbrar a pueblo español la putrefacción política, económica y empresarial.
Y es que cualquier enfermedad puede, más o menos, disimularse, pero la enfermedad del dinero es la única que no puede ocultarse, siempre sale a flote. De ahí, que hoy, en la España democrática, las fortunas de los políticos y empresarios corruptos son las noticias diarias, que se suceden unas a otras, sin dar tiempo al tiempo para digerirlas, y menos aún para que devuelvan lo robado.
Y no son hechos aislados, insignificantes y optativos, que ocurre de pascuas a ramos por casualidad. No, ni muchísimo menos, la malversación, la estafa, el robo, el cohecho, la defraudación, el desfalco, el soborno… es la noticia de cada día y con la conclusión de unas premisas estudiadas y preparadas minuciosamente, que han vendido al pueblo español, bajo el dogma liberal de que la democracia es mejor de los sistemas, y que por ende es el que nos da la libertad. ¿Dónde está esa libertad tan cacareada si resulta que se prohíbe todo lo que no sea democracia? Si no nos gustan las conclusiones suprimamos las premisas.
Ya llevamos más de cuarenta años utilizándolas y ahí están los resultados. Hemos pasado de ser la novena potencia mundial y de sentirnos orgullo de ser españoles, a ser el hazmerreír del mundo y la producir lo que no nos obligan a importar los mercados, solamente el “perejil”. ¡Qué vergüenza y que engaño!
Esta es la España democrática del robo y de la “chupandeira” que podría retratarse así: “El ladrón vulgar te roba el dinero, la cartera, el reloj, las alhajas, el móvil y hasta el automóvil. Pero el político te roba la felicidad, la salud, la vivienda, la educación, la libertad, el futuro, la pensión, la diversión y el trabajo. La diferencia existente entre ambos hurtos es que el ladrón vulgar te elije a tí para robarte, y al político ladrón lo elijes tú por sufragio universal”. Has votado, ¡ahí lo tienes! pues ajo y agua.
Pero a pesar de que, a las empresas y a las familias, la deuda (legislada y legalizada) manejada y manipulada por una minoría usurera y ladrona les está estafando y llevándonos a una esclavitud sin fronteras, aún hay gentes tan imbéciles y obcecadas que no creen en Dios y sin embargo continúan votando y creyendo que el paraíso democrático existe.
Sepan de una vez por todas, que un sistema, como el utilizado aquí en España, del que se aprovecha, la derecha y la izquierda, al no controlar la distribución del dinero, y permitir lo que se está permitiendo, deja automáticamente perder su auténtica soberanía.
La corrupción política ha sido una constante desde la aprobación de la Constitución española de 1978 hasta nuestros días, debilitándose la confianza de la Sociedad en sus representantes públicos.
Las instituciones autonómicas, de esta España democrática, país de corruptos, han desarrollado tal destreza en la sustracción de lo ajeno que se les puede dar matrícula de honor. Manipulan el dinero como si fuesen autónomas de la Ley, y en estos más de cuarenta años de democracia, algunos de los resultados que he copiado de la página web de internet https://www.casos-aislados.com/contacto.php , son los siguientes:
1.- La Transición Española: Gobiernos de Adolfo Suárez González y Leopoldo Calvo-Sotelo Bustelo (1976-1982):
Caso: del aceite de colza y Fidecaya.
2.- Gobierno de Felipe González Márquez (1982-1996):
Casos: Flick, KIO, Wardbase, fondos reservados, Rumasa, Filesa, Ave, Seat, Osakidetza, Cesid, Operación Mengele, Guerra, Casinos, Ibercorp, Urbanor, Sarasola, Urralburu, Bardellino, Godó, BFP, Roldán, Gran Tibidabo, Estevill, Turiben, Salanueva, Expo’92, Banesto, Palomino, GAL, Petromocho, Naseiro, PSV, Hormaechea, de la minería, Sóller.
3.-Gobierno de José María Aznar López (1996-2004): VI y VII Legislatura de España
Casos: Zamora, Pallerols, Sanlúcar, Villalonga, Forcem, Gescartera.
4.-Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011):
Casos: GIL Andalucía / Caso Malaya, GIL Andalucía / Deudas con Hacienda y la Seguridad Social, PSOE 17 ayuntamientos / Tramas urbanísticas, PSOE Andalucía / Casos de corrupción según el PP, PP Madrid / Valencia Caso Gürtel, PP Baleares / Gobierno de Jaume Matas, PP Diversos ayuntamientos / Recalificaciones y adjudicaciones presuntamente irregulares, PSC (PSOE)+CIU Cataluña / Caso Pretoria, PP Salamanca / Constructores con trato de favor, Caso de la Ciudad del Golf, Bolín, Caso Salmón, Sayalonga, Matsa, Alzoaina, Plasenzuela, Castelfullit, EREs falsos, Riopedre o Renedo, Campeón, ITV, Millet, Cambril, Porcuna, Nueva Rumasa, Nóos o Urdangarín, Tótem, Operación Biblioteca, Logroño Turismo.
5.-Gobierno de Mariano Rajoy Brey (2011-2018):
Casos: Berzosa, Emarsa, Pokémon, de la cooperación, Pitiusa, Alcorcón, Bárcenas, Amy Martin, Pujol, Tarjetas opacas de Caja Madrid, Púnica, Terra Natura Benidorm, Gürtel.
Gobierno de Pedro Sánchez (2018-presente)
Casos: Operación Madeja, Plan 1000, Albaida del Aljarafe, Vegas del Genil, Ivam, Emucesa, Hidrogea, tres Reyes, Ora, El Musel, Lezo/Inasa y Emissao, UGT Andalucía, PGOU Valladolid, PP alcacereño, Ere/pieza política, Comercio, Rio Manzanares, Santa cruz de Paniagua, Aljaraque, La loma, Invercaria. Bruger, Salvador Alva, Móviles.
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En el presente listado de manzanas podridas, se han seleccionado de los más relevantes de los 587 casos de corrección según la base de datos de Casos AISLADOS. En cuanto a las estadísticas varían constantemente, dado que cada día aparecen nuevas cifras y nuevos casos (de los muchos ocultos sin descubrir, unos vigentes y otros prescritos). Como dato curioso de esta corrupción sistemática hay que apuntar que el saqueo ha sido de un coste total estimado a finales del 2017 de la cantidad defraudada y robada es de 124.124.090.826 euros, al que habría que añadir el coste judicial, policial, indirecto… de los procesos. Cantidad que no se ha devuelto a las arcas del Estado.
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