La mayoría de los gobiernos han seguido servilmente las instrucciones de este “filántropo” iluminado, destruyendo la economía y la salud física y psíquica de la gente, a la que aseguran querer “proteger del virus”. Esto es no solo completamente absurdo y surrealista, sino, sobre todo, falso y, peor aun, lisa y llanamente criminal. Gates y sus secuaces (Schwab, Fauci, Tedros, etc.) han decretado que no podremos volver a vivir normalmente hasta que los casi ocho mil millones de habitantes del mundo hayamos recibido la “vacuna” genética experimental que ellos han hecho fabricar en tiempo record, con el pretendido objetivo de “salvarnos” de un supuesto virus cuya letalidad es insignificante. Los cuales, por otra parte, son partidarios declarados del programa eugenésico de reducción de la población mundial.
A quien no lograra percibir que todo este circo macabro, esta comedia grotesca, esta farsa colosal, de principio a fin, en su conjunto, sin matices ni circunstancias atenuantes de ningún tipo, es una locura absoluta, un descomunal atropello a la razón, un engendro jurídico de una perversidad a toda prueba, un lavado de cerebro permanente, una manipulación emocional descarada, una gigantesca maniobra de ingeniería social, una agresión caracterizada contra el ser humano, un ataque alevoso del mundialismo tecnocrático contra las naciones soberanas, un acto de un despotismo tan hipócrita como brutal y malévolo, la instauración en toda regla de una tiranía sanitaria mundial sin precedentes y un auténtico crimen contra la humanidad, solo tengo una cosa para decirle: con gente como tú, decididamente, la humanidad está perdida.
Espero que nadie vaya a sentirse ofendido por mis palabras, que no buscan sino suscitar una indispensable toma de conciencia y una necesaria reacción, por tardía que pudiera ser. La realidad es que, si todavía quedara alguna posibilidad de poner un término a esta tiranía sanitaria, ella solo podría venir de la disidencia, es decir, de aquellos que, viendo el problema, lo denuncian y advierten del peligro -a riesgo de sufrir la incomprensión y el repudio de sus semejantes-, y no de quienes aceptan sumisamente y sin cuestionamiento el discurso oficial y se someten sin rechistar al abuso cotidiano y al maltrato sistemático que nos infligen desde más de un año los gurús del confinamiento, del enmascaramiento, de la “neo-vida-virtual” y de la “vacunación-experimental-para-todos”.
Pero, aparentemente, a la mayoría de la gente, quince meses de vejaciones continuas no les han sido suficientes ni tan siquiera para comenzar a comprender de qué se trata todo esto. Lo cual, debo confesarlo, constituye para mí un impenetrable misterio. Las distopías imaginadas por Huxley y Orwell el siglo pasado, sobre el control mental totalitario y la manipulación psicológica de las masas, se están verificando delante de nuestras narices día tras día, pero, curiosamente, casi nadie parecería darse por enterado.
Para colmo, ante el estrés y la angustia que genera la incertidumbre de esta situación inédita, prolongada indefinidamente y con un desenlace imprevisible, se activa en el inconsciente colectivo un mecanismo reflejo de auto preservación -completamente ilusorio- que conduce a la justificación de la situación y a la defensa de quienes la han provocado, algo análogo a lo que ocurre con el síndrome de Estocolmo entre las víctimas y sus secuestradores, por el cual estos son percibidos como benefactores a quienes se debe lealtad.
Entonces, a quien se atreva a cuestionar la versión oficial -señalando sus numerosas incoherencias-, a dar la señal de alarma y a acusar a quienes dicen querer “confinarnos”, “enmascararnos” y “vacunarnos” mirando solo por nuestra salud y por el bienestar de la población, automáticamente se lo considera peligroso, se lo ignora, se lo censura y se lo ridiculiza, acusándolo con un desdén palpable de ser “conspiracionista” y de difundir “fake news”, cuando no directamente de sufrir de alguna patología mental.
Como si las conspiraciones no existiesen y como si las explicaciones oficiales fuesen siempre necesariamente verdaderas -pensemos, por ejemplo, entre muchos otros casos, en las famosas “armas de destrucción masiva” que sirvieron de pretexto a la guerra contra Irak en 2003-. Como si los “fact checkers” no estuviesen financiados -directa o indirectamente-, por “Big Pharma” y “Big Tech”, los únicos que se han beneficiado -y de manera exponencial- con la “pandemia”. Y, sobre todo, como si fuese imposible que un engaño de tal magnitud pudiese acontecer, olvidando que el demonio es el “padre de la mentira” y nada menos que el “príncipe de este mundo”…
Por último, al cristiano que no atinara a vislumbrar el carácter claramente diabólico e inequívocamente anticrístico que reviste absolutamente todo lo que viene ocurriendo desde hace más de un año, no puedo sino compadecerlo profundamente por la ceguera espiritual[2] de que adolece, por su inquietante miopía profética y por su incapacidad teológica radical para discernir los signos de los tiempos escatológicos en los que esta “crisis sanitaria global” nos ha hecho ingresar.
La cuenta regresiva ha comenzado y ella conduce de manera ineluctable al cada vez más próximo reino universal del Anticristo, secundado por el Falso Profeta -que tal vez vaya a ser Bergoglio, o algún sucesor suyo incluso peor que él-, quien hará que toda la humanidad reciba la marca de la bestia “en la mano derecha o en la frente”, sin la cual no se podrá “comprar ni vender”, y de la cual no me cabe la menor duda de que esta minuciosamente orquestada y mundialmente ejecutada “vacunación mundial” -junto con el “pasaporte sanitario”-, es un siniestro preludio y un ensayo a gran escala…
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, EN VOS CONFÍO – INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, RUEGA POR NOSOTROS
Para mayor información:
Un año de Tiranía Sanitaria Mundial
Digamos NO a la tiranía sanitaria mundial
Miles Christi 2020-2021: Una selección temática
- [1] Eso fue lo que dijo este diabólico personaje apenas tres semanas después del inicio de la supuesta “pandemia”, declarada por su “ONG” favorita -de la cual él es el principal contribuyente-, la OMS, dirigida por Tedros Adhanom, su servil marioneta y portavoz oficioso. Cabe aclarar que ninguno de los dos es médico, a pesar de lo cual sus decisiones de “confinamiento” y de “vacunación universal” son impuestas a todos los habitantes de la tierra, como si fuesen designios divinos, cuando no son sino manifestaciones de una megalomanía perversa y criminal sin equivalente alguno en la historia de la humanidad. Recordemos que Bill Gates tiene el objetivo de reducir la población mundial con sus vacunas, así lo ha dicho públicamente en varias ocasiones: https://gloria.tv/post/hJGMsNPzgzhs4UTwerc9v6W2n
- [2] Es, desgraciadamente, el caso de un porcentaje muy importante de intelectuales católicos de corte “tradicional” y “conservador”, quienes han suscripto convencidos, acrítica e incondicionalmente -me atrevería a decir de manera casi “entusiasta”-, a la narrativa oficial respecto a la existencia de la “pandemia” y a la “necesidad” de recibir la “vacuna” preconizada por Bill Gates y la OMS para “salvarse”. En este enlace se podrá ver un ejemplo -entre tantísimos otros- en el mundo de habla hispana. Y ni hablar de la jerarquía eclesiástica, ni del clero en general, sometidos vergonzosamente y al unísono al relato falaz impuesto por el poder mundialista a los gobiernos locales, y a sus directivas, tan absurdas como aberrantes: “Mirar sin ver: dos casos llamativos de ceguera espiritual” – https://gloria.tv/post/gv2LWogq8M3z1NRT142aMYe9d
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