En una conferencia, en el priorato Saint-Pie X de Shawinigan-Sud, Quebec, Canadá, el 22 de agosto de 1979, Mons. Marcel Lefebvre, quien no solo previó el futuro de la Iglesia Católica como efecto del Concilio Vaticano II, se anticipó también a la realidad que comenzamos a vivir hoy, pronunciando estas proféticas palabras:
“El socialismo hace progresos considerables: pero lo hace con todo el poder de la masonería actual que está en todas partes, en todas partes, en todas partes; que está en Roma, en todas partes. La masonería está por todas partes y dirige todo. Muy pronto nosotros seremos registrados con las computadoras, todos tendremos nuestro número y no podremos hacer más nada sin que todo sea señalado sobre la ficha que tendremos, y todo por computadora. Estaremos en una situación peor que en un país soviético. […]
Es espantoso, uno no se imagina hacia dónde se va actualmente, hacia una socialización que, aparentemente, no parece tan dura como la del comunismo, y que, sin embargo, en definitiva, va a ser simplemente una imagen del comunismo, pero realizada por medios científicos en lugar de ser realizada por la fuerza, como lo hacen los comunistas: será lo mismo.
Entonces se eliminará de la sociedad a todos aquellos que no quieren someterse a este orden, a este orden socialista. Se los eliminará. Habrá siempre un medio de eliminarlos […] Vamos verdaderamente hacia una sociedad terrible, que se dice libre y que no tendrá ninguna, pero ninguna libertad.”[1]
Desde aquel momento transcurrieron varias décadas y los avances tecnológicos fueron desarrollándose hasta nuestros días, obteniendo logros sorprendentes que han facilitado la vida de la humanidad. Sin embargo, todo eso viene con un costo asociado.
Al principio, este costo parecía ser que, a cambio de esta tecnología, se perdía algo de privacidad, pues toda nuestra información iba a parar a las grandes compañías, que podían acceder a nuestros datos y conocer nuestros hábitos de consumo y así poder dirigir una publicidad personalizada a cada consumidor. También fueron apareciendo distintas apps para los teléfonos móviles o teléfonos inteligentes, las cuales nos guían por la ciudad hacia nuestro destino y calculan la mejor ruta para llegar a éste, todo eso absolutamente gratis. Uno se preguntará, ¿Qué obtienen ellos como ganancia por todo esto si nosotros no pagamos por aquellos servicios? Pues bien, cuando algo es gratis, el producto es uno y lo que ellos obtienen es una enorme cantidad de información acerca de nosotros.
Hasta ahora no se ha percibido como algo muy terrible, pues no ha interferido con nuestra vida cotidiana. Por el contrario, la ha facilitado enormemente, siendo la obtención de esta información un pequeño precio – aparentemente inofensivo – a pagar por disfrutar de todas esas ventajas. Asimismo, muchos dirán que no tienen nada que temer, pues no han hecho nada malo ni tienen nada que ocultar, lo que muy probablemente sea verdad. Sin embargo, estos avances tecnológicos están ad portas de un salto exponencial, que implicará no sólo la obtención de información, sino que la utilización de ésta con el fin de ejercer un control efectivo en la vida de cada ciudadano, en todo el mundo. Dicho esto, si habría algo que temer, sin embargo, no parece haber percepción de amenaza.
El actual escenario provocado por la pseudopandemia del Coronavirus ha puesto al mundo en una situación sin precedentes, donde los ciudadanos han aceptado, en muchos casos de buena gana, someterse a encierros y medidas de control y vigilancia que en circunstancias de normalidad no habrían aceptado por ningún motivo. Sin embargo, como el artífice del Gran Reinicio, Klaus Schwab, Fundador y Presidente del Foro Económico Mundial, nos “advierte” en su libro COVID 19: The Great Reset, que podría suceder que, sin darnos cuenta, acabaremos siendo víctimas de nuevos poderes de vigilancia que nunca retrocederán y que podrían ser reformulados como herramienta política para fines más siniestros.
Resulta necesario mencionar que los pronósticos, “simulacros” y “advertencias” de “El Profesor” Schwab tienden a volverse realidad, pues “no hay mejor forma para predecir el futuro que fabricándolo”. En efecto, los mismos que hoy plantean la necesidad de un “Gran Reinicio” o “Gran Reseteo”, es decir, el Foro Económico Mundial (junto a la Bill & Melinda Gates Foundation y la Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health) fueron quienes, poco antes de que diera a conocer el primer caso de Coronavirus en Wuhan, realizaron un “simulacro” de pandemia llamado Event 201.
Dijo, también, que la pandemia representa una oportunidad inusual y reducida, para reflexionar, reimaginar y reiniciar nuestro mundo. Lo que cabe preguntarse es ¿Qué mundo es el que están imaginando?
Pasaportes Sanitarios e Identidad Digital
Dentro de este contexto han aparecido iniciativas tales como los mal llamados Pasaportes De Vacunas o Pasaportes Sanitarios. Estos están pensados para acreditar el estado de salud de las personas, en tiempo real, indicando si han recibido las respectivas dosis y, muy probablemente en el futuro, si han recibido las “actualizaciones” anuales respectivas, condicionando la realización de un sinfín de actividades cotidianas a la vacunación, tales como ir a un concierto o estadio, entrar a un restaurante, viajar y, peor aún, poder trabajar, ingresar al transporte público o acceder a la educación.
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Una de estas muchas iniciativas es Commonpass, ideada por el Foro Económico Mundial, junto a la Fundación Rockefeller.
Otra de ellas es la marca de certificación ID2020, que posee una alianza con Fundación Gates, Fundación Rockefeller, Microsoft y GAVI, la alianza de vacunas creada por la Fundación Gates y anunciada en el Foro Económico Mundial el año 2000. ID2020 tiene como finalidad la creación de una identidad digital, para lo cual tiene una alianza con naciones unidas para lograr el ODS 16.9 de la Agenda 2030. Asimismo, GAVI participa en catorce de los diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la misma Agenda.
Según la Agenda 2030, sus ODS son de carácter conexo, integrado, indivisible, de alcance mundial y de aplicación universal, conjugando las tres dimensiones del desarrollo sostenible: económica, social y ambiental, por tanto, ninguno de sus diecisiete Objetivos es más importante que el otro, todos están relacionados y pretenden abarcar todos los aspectos de nuestras vidas como y de toda la sociedad en su conjunto, a nivel mundial.
Para no extendernos más en la explicación, si se ha prestado suficiente atención, sabrá el lector hacia donde van las cosas y como se relacionan unas con otras.
De la Identidad Digital al Crédito Social
Detrás de estas iniciativas no están únicamente los agentes ya mencionados, sino que la República Popular China, bajo la dictadura del Partido Comunista, ha presionado a la OMS para poder liderar el desarrollo de un Pasaporte Global de Vacunas, el que controlaría la libertad de movimiento de la población mundial, de manera muy similar al actual sistema de Crédito Social de este país.
El sistema de Crédito Social evalúa a los ciudadanos mediante una escala de puntuación. Según sea su comportamiento en diferentes áreas, les permite acceder a determinados beneficios o restricciones en su vida cotidiana. Dentro de este amplio repertorio de beneficios y restricciones se encuentran las mismas actividades que permiten los pasaportes sanitarios.
El pasaporte sanitario es el paso previo a la Ciudadanía Global. Estas nuevas formas de identificación digital incluirán desde pasaportes electrónicos hasta billeteras digitales, banca en línea y cuentas de redes sociales, y nos permitirán (o impedirán) viajar, realizar negocios, acceder a registros financieros y de salud, etc.
En la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos, en 2021, el invitado de honor fue Xi Jinping, quien anunció que el mundo no volverá a ser como antes. No debemos olvidar que los pronósticos del “el profesor” Schwab no son otra cosa que anuncios de los planes de las élites globalistas. Tal como indicamos al principio, estos sistemas de vigilancia llegaron para quedarse y muy probablemente serán reformulados como herramienta política para fines más siniestros, todo controlado a través de las “Ciudades Inteligentes”, verdaderas prisiones invisibles que funcionarán por medio del 5G y sus sucesores.
Es claro que, ante el declive acelerado de Estados Unidos, China es la nueva potencia hegemónica y exportará su modelo de sociedad en mayor o menor medida, nos guste o no. Como podemos imaginar, lo que está en juego es nuestra libertad y quienes no acepten estos nuevos métodos de control quedarán eliminados o marginados de la sociedad de una forma u otra.
Como bien anticipara Mons. Lefebvre, vamos verdaderamente hacia una sociedad terrible, que se dice libre y que no tendrá ninguna, pero ninguna libertad.
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[1] «Prophétie» de Mgr Lefebvre – http://www.dominicainsavrille.fr/mgr-lefebvre-conference-a-shawinigan-22-aout-1979/
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