Hemos recibido esta colaboración en nuestro medio, y la publicamos por su interés para los lectores, con independencia de nuestra conformidad o no con su contenido. Tradicionviva.es es un medio abierto a todo tipo de colaboraciones tradicionalistas y carlistas, favoreciendo el debate entre diferentes corrientes, sin que la publicación de estas contribuciones suponga una identificación íntegra con nuestra línea editorial. Tradicionviva.es manifiesta el mayor de los respetos a la figura de D. Sixto, y a la figura de otros pretendientes, y a todos los carlista y tradicionalistas que desde diferentes trincheras, o en campo abierto, luchan por la Soberanía Social de Cristo.
Por Arturo Domínguez de Órbigo
Los trucos de magia son siempre un espectáculo atractivo. Y el truco final es siempre el más espectacular. Pero más espectacular todavía es observar cómo se nos efectúa un truco y especialmente ése. En las filas de D. Sixto estamos a punto de presenciar lo uno y desentrañar lo otro.
Ya hace veinte años, dos décadas, del Manifiesto de D. Sixto de 18 de julio de 2001, que se presentó como un gran revulsivo, si no nacional, al menos tradicionalista. Nunca ha tenido el menor eco español y su recorrido tradicionalista se agota.
En 2001 nadie se acordaba de D. Sixto, después de sus ya remotas actuaciones en España de 1976 y 1977 al flanco de Blas Piñar. La prueba es que en 1986 todos los carlistas y organizaciones existentes pudieron fundirse sin tenerle en cuenta. ¿Todos? ¡No! Un solo asturiano, montaraz y extremadamente huraño, procedente de FN o que electoralmente anduvo con ella, ha sido el único leal de D. Sixto desde 1976 hasta hoy…aunque por entonces se integró en aquella organización. Los demás, una familia entera muy nombrada en el carlismo incluida, se movieron por El Escorial y la CTC derivada, que funciona con regularidad, con la particularidad de que los cargos se eligen y rotan sin que los que cesan abandonen la lucha ni la militancia. Hubo con los años algunas disensiones y separaciones, pero no se volvió a refundar ninguna Comunión rival, tan sólo círculos disidentes. En cualquier caso, los que luego hicieron y deshicieron en la Secretaría de Don Sixto, participaron en la refundación de la CTC, y por tanto aceptaron que la misma no se pronunciara a favor de príncipe alguno… y sin embargo años después tildaron esto de tronovacantismo… cuando ellos mismos lo apoyaron, así como su inscripción como Partido Político, lo que luego, igualmente, y contradiciendo su propia ejecutoria, han criticado acerbamente.
Y en 2001 es sabido que un jurídico militar no se pasó a unas inexistentes filas de D. Sixto, sino que persuadió a D. Sixto para que pusiera su nombre al pie del Manifiesto. Manifiesto con truco, porque aparentaba decir…nada. Absolutamente todo el mundo puede manifestar que mantiene sus derechos; el truco reside en no especificar cuáles.
Pero se creó una Secretaría Política de D. Sixto. Como la podía tener Ruiz Mateos, Mario Conde o cualquiera que encuentre quien se brinde a aceptar puesto que no se refiere a organización ninguna. La Secretaría Política personal, no organizativa, es el truco inicial sobre el que se fundamentan los demás.
Escamoteo con baraja, más de trileros que de prestidigitadores, es la realeza de D. Sixto: nunca la ha reclamado formalmente, nunca ha sido proclamada. Se le atribuye a medias cuando conviene y a crédito de tal equívoco vive la Secretaría.
Si existe una Comunión como partido o asociación legal, es pura apariencia pues no permiten tener más de 5 ó 6 afiliados, los demás son “simpatizantes”. Este truco apuntala al primero: como no somos liberales no queremos nada del Régimen (salvo ser funcionarios suyos, jurando para ello su Constitución e incluso fidelidad al usurpador) y por eso los que se reúnen en torno a D. Sixto obtienen solo dos grandes y exclusivos derechos: obedecer a pies juntillas a la Secretaria Política- personal o cuasi personal- o ser excomulgados por ella, por causa de su criptoliberalismo en categoría de sub -sub -sub producto miserable, descubierto en el momento pertinente por la Secretaria a quien le estorba. Históricamente la Comunión obedecía a un Rey – que no hay -representado por un Jefe Delegado, pero las Juntas locales o Regionales eran autónomas. Hoy son nombradas, destituidas y sustituidas por la Secretaría Política con un verticalismo que no desmerecería de Mussolini ni del partido único y parece calcado de los usos militares habituales para algunos. Pero los “ fachas” son los “cetáceos”. Ya.
Esa Secretaria Política- no hablamos del Príncipe- no nació para mirar por España y luchar por ella. Esa es la creencia que se implanta con los trucos.
Resulta que, sea lo que fuere que le acaezca a la España real nunca llega el momento de mojarse. Ni de actuar en solitario ni de converger con nadie. Los tiempos no son oportunos, los medios escasean – salvo para viajes internacionales, giras y “congresos” (seis personajes rotando de conferenciante a público) de algún miembro de la Secretaría -, y más importante que la Patria carnal, es la tradicionalistolandia prístina e inmaculada soñada.
Porque no basta despotricar del ideologismo para no incurrir en él; gritar “al ladrón” es un truco muy viejo y la Secretaría Política se siente absolutamente satisfecha: constituye una sociedad de inciensos mutuos entre profesores, aunque no pase de ser una societé de pensé idéntica en su estructura a las revolucionarias (liberales todas, por supuesto).
La Secretaría Política es el Olimpo soñado de todo ideólogo.
Habiéndose buscado el patrocinio formal de un príncipe de sangre, la Secretaría Política puede perpetuarse en el monopolio de la pureza ideológica sin someterse a elección y ni siquiera a cooptación. D. Sixto sólo existe como gancho de la atención que distrae de este truco. Nadie creerá que está al tanto de las pequeñeces o que su talante personal tiene que ver con el “hacer amigos” tan característico de la Secretaría.
La Secretaría Política, como inmortales, puede juzgar a todos los mortales que hay entre la Tierra y el Cielo. En el fondo le interesa más constituir una denuncia religiosa de los defectos ajenos que las denuncias políticas.
El ámbito de la Religión se presta más a las afirmaciones absolutas y las excomuniones tajantes atendiendo a los Principios. Hemos dicho “ámbito” porque la Religión, con Caridad junto a la Verdad, se cuida de las almas propias y ajenas. En la Política hay que atender a problemas concretos en su momento y circunstancias en que no todo depende de Principios que no son tan absolutos como los religiosos. Nuevo truco habitual de la Secretaría el mezclar unos con otros.
En Política hace falta estudio y competencia en lo concreto-no basta con citar filósofos-, se corre el riesgo de errar y el de converger en una posición (las opciones son limitadas) con otros que no sean Unidas Podemos, única organización ajena a la que es posible manifestar – de boquilla – proximidad y simpatía sin ser amonestado o purgado. El truco descalificador para mantener el monopolio de la verdad de los secretarios, se encuentra, pues, en no contribuir ni con sugerencias al bien de la Patria en el presente: mantenerse en la cima olímpica de los principios, como si todos fueran religiosos. Y-escándalo- el Carlismo- y menos el de la Secretaría- no es la única opción legítima. Se comprende que para los carlistas será la mejor, y no porque la profesen, sino porque la han elegido por pensarlo así.
Fuera de la Iglesia no hay salvación. Pero fuera del Carlismo puede haber salvación, divina con seguridad y puede que hasta política. Ha llegado el momento de añadir que fuera de la Secretaría Política está la salvación.
Pero la Secretaría Política está…a que el castillo de naipes de sus trucos no se derrumbe por un solo soplo o tambaleo.
No quisieron reaccionar con prontitud, claridad y un mínimo de libertad a la cuestión disputada de las vacunas con motivo del Covid y ahora resulta que su postura pública se observa con suspicacia, por si obedeciera a interés personal. No debe decirse por el Príncipe del que existe reportaje de su vacunación. ¿No hubiera sido mejor abrir el debate, cerrarlo rehuyendo el rigorismo moral y dejando libertad para obrar en conciencia antes de vacunarse?
El último y definitivo truco de la Secretaría va a producirse pronto. Porque la salud de Su Alteza siempre se ha resentido desde su grave accidente. Pero, con esa salud quebrantada, ya ha cumplido los ochenta años y se manifiestan síntomas graves de no poder seguir llenando mínimamente su papel, por muy figurativo y remoto que sea.
La Secretaría Política exige una obediencia rigidísima en nombre de la lealtad al Rey Legítimo (ése que no proclaman). Pero, si se quedan sin ese Abanderado/Rey (que recuerda al gato de Schrödinger), ¿qué autoridad poseerán? Si D. Sixto muriera o quedara incapacitado nos encontraríamos ante la delegación/secretariado de quien no existe o no puede delegar. Tampoco la autoridad de una Comunión formalmente constituida de ningún modo. Y sin Príncipe la “superioridad” intelectual y moral basada en la singularidad externa se desvanece: un grupúsculo más y no el más numeroso, activo, eficaz ni simpático.
De ahí que podamos adelantar los dos trucos finales que van a intentar obnubilar nuestra visión carlista, ya sean alternativos o sucesivos.
– Cuanto más débil sea su posición, más énfasis se va a poner en la autoridad de la Secretaría Política y en las exigencias de disciplina. Cada vez se hará más intolerante y dictatorial y recurrirá más habitualmente al se obedece…y no se opina. Carlismo, nada de subproductos.
– Se buscará algún príncipe que se preste al mismo papel que D. Sixto. Y si es entre los primos maternos de D. Sixto y su descendencia nos encontraremos no ya en una transmisión femenina de derechos que auspiciaron los denostados carloctavistas, sino en el mismo tronco al que pertenecía D. Otto de Habsburgo, ése que se desautorizaba en su momento porque se prestaba a maniobras de confusión franquistas. Pues puede resultar que dinásticamente no estuvieran equivocados aquellos partidarios de uno y otro.
Dado que los Borbones reinaron en España por la interpretación del último rey de quién debía sucederle en derecho en su testamento, sería muy lógico que D. Sixto de Borbón dejara instrucciones sobre la persona que sucede en “sus derechos”. Que un mero secretariado político personal se erigiera en Regencia designadora de heredero sería un golpe de efecto propio del gran final de una revista de cabaret en Las Vegas: tres o cuatro personas, sin Cortes ni designación real (primero tendría que ser rey o al menos decirlo), decidiendo la autoridad “legítima”, es decir, a obedecer en conciencia, de díez millones de personas cada uno. Eso ya no es prestidigitación ni ilusionismo, sino fantasmagoría en plena autohipnosis.
Es una pena que por culpa de toda esta forma de actuar de la Secretaría, se haya desaprovechado a un príncipe católico como Don Sixto, pues la Secetaría podría haber hecho una gran labor al servicio de Dios, de España y del Carlismo, en vez de al ego propio de algunos. Por eso, dejo claro que una cosa es Don Sixto, y otra su Secretaría, y que lo que aquí se dice se aplica todo de la Secretaría, no de la ejecutoria personal de Don Sixto.
Habrá que decidirse a salir de un mundo tan trucado. La salvación está fuera de esa soberbia Secretaría Política…de sí misma.
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Maldan
19/06/2021 at 12:40
Buen artículo y certera visión. Cabría preguntarse si éste mismo espíritu sectario no ha perjudicado a la Causa en otros momentos de su larga historia. Recuerdo una canción tradicional de Oyarzun que retrata ese mismo ambiente de mamoneo y cuento de la lechera en la corte de los milagros local. Por no hablar del otro truco de prestidigitación que se dio cuando algunos pensaron que a la muerte de Don Alfonso Carlos I se les iba a acabar el chiringuito y quisieron convertir las leyes de sucesión en un verdadero Talmud inextricable, que dura hasta hoy. Porque merced a dicha interpretación talmúdica de la legitimidad se apostó por una sucesión cogida con alfileres (por decirlo de forma benévola) que a la larga ha sido más un lastre que una solución.
Félix Zorrilla
20/06/2021 at 21:54
No veo la utilidad ni la moralidad de debates provocados por anónimos.
El Comulgante
12/07/2021 at 23:18
¿Creen que habría alguna posibilidad de reunificación de la Comunión Tradicionalista? Si el cisma Carlohuguista ya fue malo para el carlismo, que el tradicionalismo español esté dividido es una verdadera catástrofe.