Con la discreción necesaria dado el tema, recomendamos la lectura del siguiente libro «El espíritu revolucionario de los judios». En líneas generales es conforme en un todo con la Doctrina tradicional de la Iglesia Católica acerca del judaísmo, sin connotaciones racistas ni del antijudaísmo gnóstico antiguo o moderno.

Lo estrictamente histórico puede ser más o menos opinable, pero bien fundamentado. Es un libro que supera en calidad y en datos a los más clásicos de Mons. Delassus, Julio Meinvielle o Alberto Ezcurra Medrano. Aborda cuestiones desconocidas por la mayoría de los especialistas en el tema. El autor no es un tradicionalista cismático ni un sedevacantista y es respetuoso al hablar de Papas como Juan Pablo II y Benedicto XVI, no obstante las críticas que realiza a ciertas acciones o declaraciones suyas.

No es un libro para que lo lean personas sin buena formación teológica, de mentalidad conspiranoica o intelectual/afectivamente inmaduras. En todo caso, ha de advertirse que lo que dice respecto del Judaísmo (sobre todo el talmúdico, que es el mayoritario, sea sionista o no, tradicionalista, conservador o progresista) no debe entenderse con el mismo grado de responsabilidad en el caso de cada judío en particular, sin olvidar que -como sucede en todas las cuestiones- hay distintos grados de culpabilidad y responabilidad, desde los más altos hasta los menores e incluso los que carecen de culpa por ignorancia invencible. Pero no sólo es un libro que sirve para entender muchos hechos históricos tergiversados por la Leyenda Negra anticatólica sino para profundizar en la diferencia esencial que existe entre el Judaísmo vetero-testamentario y el Judaísmo post-bíblico, entre el Israel de Dios y el Israel carnalizado (algo prácticamente olvidado hoy y es fuente de muchas confusiones doctrinales), además de advertir acerca de los diversos modos de judaización que se dan o pueden darse en la estructura humana de la Iglesia Católica, que es el verdadero Israel como enseña San Pablo.

Mención especial merece el análisis de la corrupción intelectual y política que los neoconservadores (en su mayoría judíos) fomentaron en el conservadorismo anglo-norteamericano, aunque este tuviera sus propias limitaciones de origen (como la defensa de la Revolución inglesa de 1688 o algunos errores del mismo Burke). Al respecto es interesante el análisis que de dichas limitaciones hace, al analizar las propias que tenía el mismísimo Abate Barruel, gran crítico de la masonería y el jacobinismo, pero que en sus famosos libros defiende como sana a la masonería inglesa y a la monarquía constitucional británica (Barruel se refugió en Inglaterra en tiempos de la Revolución Francesa y Burke pudo leer el primero de los tomos de su famoso libro), lo que puede explicar el error de algunos tradicionalistas y/o conservadores católicos y liberales católicos de corte conservador, que defendieron o defienden el modelo británico o el norteamericano como totalmente opuesto al francés, sobre todo en lo ideológico (lo cual es un error importante) y no tanto en lo institucional (que puede ser más o menos opinable según los casos).

En síntesis, un libro apasionante y que obliga a pensar. La traducción es de Luis Alvarez Primo y la edición de Fidelity Press, Buenos Aires, 2021.

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