Dios hizo a Santiago, patrón de España que no existía entonces, para que cuando llegue el día pudiera interceder por ella y volverla otra vez a la vida con su doctrina y con su espada.(le escribe Quevedo al rey Felipe IV)
El 25 de julio se celebra el día del Apóstol Santiago, patrón de España, del Arma de Caballería y del Ejército de Tierra. Según una tradición medieval, tras el Pentecostés hacia el 33 d.C., cuando los apóstoles son enviados a la predicación, Santiago habría cruzado el Mediterráneo y desembarcado para predicar el Evangelio en Hispania. Tras pasar las Columnas de Hércules, consagró el ancestral templo de Hércules a San Pedro en el islote del mágico Sancti Petri.
En el año 40, el 2 de enero la Virgen María se aparece a Santiago en Césaraugusta, y en carne mortal deja como testimonio una columna de jaspe, llamada el Pilar de Zaragoza, y se construye una primitiva capilla de adobe que hoy es la Basílica de Nuestra Señora del Pilar. Vuelve el apóstol a Judea y es condenado a muerte y decapitado por orden del Rey de Judea Herodes Agripa I (Hch 12:2) entre los años 41 y 44 en que duró su reinado.
La tradición cristiana indica que su cadáver fue trasladado a Hispania y depositado en una tumba situada en Gallaecia. El culto al apóstol se extendió pronto entre los cristianos peninsulares y fue proclamado por Alfonso II como patrón del reino de Asturias, consideración que mantuvo en las entidades políticas que le sucedieron.
En lo espiritual, la tradición le atribuye la evangelización del territorio que en aquellos tiempos del siglo I era la Hispania romana, caracterizada, entre otras cosas, por encontrarse en ella el finis terrae.
Durante la Edad Media, un número creciente de personas realizó el camino por motivos de fe al considerar que los restos del apóstol tenían una capacidad de intercesión ante Dios. Su popularidad se extendió entre los reinos europeos occidentales y gozó del apoyo tanto de las autoridades eclesiásticas y civiles como de personas particulares, quienes se implicaron en la creación de una infraestructura que ofreciese a los peregrinos alojamiento y asistencia. Las autoridades, además, dictaron normas jurídicas para protegerlos mientras hacían su viaje.
La primera ruta que siguieron los peregrinos fue la que partía de Oviedo, la capital de Asturias y que, a través de la montaña, llegaba a Lugo y continuaba hasta el Locus Sancti Iacobi. Con la expansión de los reinos cristianos hacia el sur, quedó bajo su control la antigua ruta romana que unía Burdeos con Astorga a través de Pamplona, Burgos y León. Esta fue la base sobre la que se desarrolló el trazado clásico del Camino de Santiago tras realizarse algunos cambios en su recorrido, principalmente para hacerlo pasar por zonas más pobladas.
Sobre esta ruta principal desembocaban otras que partían de diversas regiones dentro de la península y que, conforme avanzaba la Reconquista fueron las que usaron los habitantes de los nuevos territorios bajo dominio cristiano. Así hasta este momento a pesar de la desvinculación del mundo actual con la Iglesia y las tradiciones.
En lo histórico, su presencia nos remite al período que conocemos como Reconquista, en concreto, a los momentos y lugares donde se libraban batallas decisivas y emblemáticas: Clavijo, Coimbra, las Navas de Tolosa y otras muchas que iban poco a poco configurando la identidad de España. En ambos casos, el apóstol Santiago nos ha ofrecido a los españoles unidad de religión y unidad del reino, hasta tal punto que el historiador Américo Castro afirma en su libro La realidad histórica de España que “la devoción al apóstol Santiago conformó el ser de los españoles”.
Igualmente, surgió la costumbre entre sus ejércitos de invocar su nombre antes de entrar en batalla.
¡Santiago y cierra, España! es el grito que abrió el camino de la unidad de España. En La Batalla de las Navas de Tolosa. Alfonso VIII de Castilla, Pedro II de Aragón, Sancho VII de Navarra. Se guardan sus disputas, unidad frente al califa almohade, Muhámmad an-Násir, alias Miramamolín. Es el punto culminante de la Reconquista.
La progresía española toma la famosa frase como Sancho, lo que le hacía preguntar a Don Quijote:
*querría que vuestra merced me dijese qué es la causa por que dicen los españoles cuando quieren dar alguna batalla, invocando aquel san Diego Matamoros: «¡Santiago, y cierra, España!» ¿Está por ventura España abierta, y de modo que es menester cerrarla, o qué ceremonia es ésta?
*Simplicísimo eres, Sancho –respondió don Quijote–; y mira que este gran caballero de la cruz bermeja háselo dado Dios a España por patrón y amparo suyo, especialmente en los rigurosos trances que con los moros los españoles han tenido; y así, le invocan y llaman como a defensor suyo en todas las batallas que acometen, y muchas veces le han visto visiblemente en ellas, derribando, atropellando, destruyendo y matando los agarenos escuadrones; y desta verdad te pudiera traer muchos ejemplos que en las verdaderas historias españolas se cuentan».
No andaba tan descaminado Sancho. España está tan abierta que entra cualquier indocumentado causando graves daños, de modo que es cierto que convendría cerrarla. La insistencia en considerar así la frase, es por la poca importancia que dan a las normas que rige el lenguaje y coma más o menos, no significa nada.
¡Santiago y cierra, España!, es un grito de unidad; nunca significó cierre o aislamiento sino todo lo contrario: apertura y unidad, sentimiento de Nación y camino a la libertad. ¡Santiago! ¡Santiago! es una invocación antes y durante el combate, en la vida, la advocación al sentimiento de unidad, de empresa común, la fe y la entrega ante el trance del combate que puede significar la muerte. Cerrar es un grito de guerra, cerrar filas frente al enemigo, cerrar el escuadrón. España el objetivo, la razón y la pasión. Terminamos recordando lo que la tradición transmite:
Por ello, buscamos su amparo y su defensa !Santiago, Santiago! Líbranos de este desastre que terminará destrozando la nación española.
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