Este año se conmemoran, en varios países hispanoamericanos, doscientos años de las llamadas Independencias. Doscientos años de libertad. Sin embargo, esta palabra puede instrumentalizarse fácilmente a conveniencia porque no existe un consenso sobre su significado.
O quizás, lo más exacto sería decir, que han sido los liberales los que se han apoderado de la palabra en cuestión y también, que los caudillos la emplean en sus discursos únicamente como elegante retórica para adular a la masa incauta que atiende sus elucubraciones mesiánicas.
Sea como sea, la verdad es que decir que los pueblos hispanoamericanos se emanciparon de España no es si no, una tremenda falsedad.
Pero es la idea más común. Que durante trescientos años vivimos sometidos a un imperio cruel y sanguinario y que, entre los años de 1810 y 1824, un grupo de hombres patriotas libertadores nos devolvieron la tan ansiada libertad.
Esta ha sido la narrativa que nos hicieron creer por doscientos años, la que nos transmitieron en los sistemas escolares de adoctrinamiento, son las ideas escritas en los libros de texto, en las obras supuestamente académicas, es lo que difunden los medios de comunicación y es, en definitiva, lo que ha pasado a ser parte de la cultura popular reflejado en películas, series y documentales.
Quiénes fueron los promotores de estas falsas emancipaciones y cuáles fueron las estrategias para llevar a cabo esta traición a la Madre Patria es lo que quiero exponer.
Una obra clave, de la que he tomado buena parte de lo que sigue a continuación, es el libro del argentino Julio Carlos González, La involución hispanoamericana, que recomiendo encarecidamente leer por los datos trascendentales que aporta.
Precursores
Los procesos de independencia los promueve el sentimiento unísono del pueblo que se percibe oprimido. Pero no fue el caso de Hispanoamérica.
El precursor de las famosas emancipaciones fue el venezolano Francisco de Miranda quien entre los años de 1783 y 1807 viajó por Inglaterra, Estados Unidos y Europa.
Es, además, el fundador de una Logia Masónica llamada Lautaro en el año de 1797 con sede principal en Londres.
En ese mismo año de 1797 España e Inglaterra entran en una guerra abierta y Francisco de Miranda establece un convenio con el peruano José del Pozo y Sucre, el chileno Manuel de Salas, y con los colombianos Antonio Nariño, Pedro José Caro y Pedro Fermín de Vargas, este pacto como señala Julio Carlos González “(…) autorizaba procurar de Inglaterra los recursos necesarios para formar un ejército de 25.000 hombres (…)”.
Para el año de 1798 nuevamente, Francisco de Miranda funda la Logia de los Caballeros Racionales que después pasó a Cádiz en España compuesta por españoles americanos, es decir: por hispanoamericanos. De esta logia formaron parte los chilenos Bernardo de O’Higgins y Andrés Bello, el argentino José Francisco de San Martin y también, uno de los hombres más famosos de las independencias; un tal Simón Bolívar.
En palabras de Julio Carlos González:
“(…) los protagonistas de las llamadas “guerras de independencia” (secesión) pasaron por Londres y formaron parte de sus sociedades secretas antes de iniciar su actuación en Hispanoamérica (…). Ninguno (…) es autor de ningún plan de independencia con los nativos de Hispanoamérica. Ninguno había trazado una estructura económica, jurídica y cultural para fundar nuevas naciones. Todos carecían de planes de gobierno ni tenían un elenco de personas congruentes en los propósitos y planes para fundar las nuevas naciones hispanoamericanas” (pág. 346-347). Todo se planeó en el extranjero.
Inglaterra
En el año de 1711, un escritor anónimo redacta un manuscrito titulado Una propuesta para humillar a España, del que quiero citar los siguientes pasajes:
“Yo, humildemente propongo al Gobierno enviar, a principios del próximo Octubre, ocho buques de guerra con cinco o seis grandes transportes, cuyo total de unidades muy bien podría conducir 2.500 hombres preparados para desembarcar en cualquier momento y atacar, o más bien tomar Buenos Aires, que está situada sobre el Río de la Plata”.
“La boca del Río de la Plata está situada a los 35º de Latitud Sud y la ciudad de Buenos Aires se halla en la ribera Sud del río, en un ángulo de tierra formado por un pequeño riacho llamado Río Chuelo (Riachuelo). No tiene otra fortificación para su defensa, que un pequeño fuerte de tierra, rodeado de un foso, que monta 18 ó 20 cañones; la ciudad contiene unas 500 casas habitadas por un pueblo muy rico, que ha sido tan feliz, como para no haber sido atacado por ningún enemigo desde que se estableció, lo que se debe a que está situado fuera de los caminos de todo el Mundo.”
“La fertilidad de este feliz país excede lo creíble. Sus ricas llanuras, que son las mayores del mundo, de cincuenta y algunas de 60 leguas de circunferencia, están tan cubiertas de ganado que no pueden creerlo sino aquellos que lo pueden ver.”
“Esta corta descripción demuestra, suficientemente, la generosidad, tanto de su clima como de su suelo y estoy persuadido que puedo fácilmente probar, que la situación, en relación con el Comercio de esta Nación, es de la mayor importancia y que ningún lugar o País bajo el cielo, es tan capaz de aumentar el comercio y la riqueza de Gran Bretaña y esto puede ser innegable por argumentos que son evidentes por sí mismos.
Casi cien años después, en el año de 1804 aparece otro texto escrito por el militar Thomas Maitland que llevará a cabo el Primer Ministro Británico William Pitt, por el que este plan de conquista de Hispanoamérica es conocido como Plan Maitland-Pitt; del que también cito los pasajes trascendentales:
“Mi estimado señor:
“En una conversación que tuve días atrás con Sir J. Hippisley, él me dio varios documentos, relativos a las colonias hispanoamericanas, los cuales, según me informó, ya había sometido a su consideración, y me requirió que yo los examinara con vistas a analizar la posibilidad de efectuar alguna ventajosa operación militar en aquella parte del mundo.”
“(…) sin ningún riesgo, realmente con muy poco gasto, y sin distraer ninguna parte importante de la fuerza disponible de Inglaterra, podría asestarse inmediatamente un golpe militar en aquella región, tan desventajoso para los intereses de España como beneficioso, según se probaría de inmediato, a los intereses políticos y comerciales de Inglaterra.”
“Sin embargo, confieso francamente, en lo que a mí respecta, que si bien hay algo fascinante en la idea de emancipar un continente del yugo de nuestro enemigo y probablemente abrir nuevas fuentes de beneficio comercial para nosotros mismos, aún me parece que una operación de tal naturaleza es demasiado vasta en extensión, e incierta en sus consecuencias, como para justificar el envío de una gran armada y una gran fuerza militar sobre la base de la vaga información de la que disponemos para intentar semejante objetivo.”
“Pero si hubiere que arriesgar una opinión sobre este muy importante asunto, yo indudablemente diría que (…) el mejor, el más honorable y más seguro modo de asestar un golpe fatal a los intereses de España en el Nuevo Mundo sería simplemente crear una entrada libre a nuestras manufacturas (…)”.
Estos pequeños trozos nos revelan la explícita intención del Imperio Inglés de destruir a España en América.
Por lo que, en base a las evidencias podemos afirmar que los procesos de emancipación de las provincias hispanoamericanas fueron promovidos por una élite de masones liderada por Francisco de Miranda pero sin el apoyo de los nativos hispanos y por el Imperio Inglés que tenía la clara intención de destruir al Imperio español en suelo americano.
Las estrategias
¿Cuáles fueron, pues, las estrategias que implementaron los ingleses junto con la élite masónica para llevar a cabo su plan de secesión? Esencialmente fueron dos: 1. La propaganda y 2. El comercio. La propaganda fue hecha por los masones en las Logias que había fundado Francisco de Miranda en Londres, Cádiz y en Argentina con José de San Martín. Lo que hicieron fue crear una opinión pública que fuera contraria a España y favorable a las independencias y difundirla por todos los medios que tenían a su disposición.
Por cartas, libelos, panfletos u oralmente se creó la opinión. Es lo que, en nuestros días suelen hacer los políticos, por eso es que se apoderan de medios de comunicación porque a través de ellos van a difundir las ideas que quieren que la gente crea. Y cuando la gente lo cree entonces, para legitimar sus políticas que responden a las agendas de lobbies, invocan al pueblo para supuestamente consultarlo cuando en realidad, el adoctrinamiento ya hizo su trabajo, por lo que, obtienen de ese pueblo, el voto que quieren para imponer sus agendas.
En el año de 1776 se pública una obra titulada La riqueza de las naciones, del escocés Adam Smith el cual es considerado como el padre fundador del liberalismo económico. Su obra describe cuatro mecanismos económicos: 1. El trabajo como fuente de riqueza 2. La ley de la oferta y la demanda 3. El comercio liberado de cualquier intervención y 4. La libre competencia. Esta obra fue la que llevo a la práctica el Imperio inglés en las provincias españolas en suelo americano según el Plan Maitland-Pitt.
Como señala Julio Carlos González:
La secesión territorial jurídica y política, y la conquista económica
Financiera se consumaron en el inicio del siglo XIX. La secesión-separación territorial jurídica y política comenzó en 1810 y concluyó en 1824 con la batalla de Ayacucho. La conquista económica financiera continuó con los Tratados de Amistad, Comercio y Navegación que Gran Bretaña impuso a Buenos Aires el 2 de febrero de 1825. En el transcurso de cuatro meses hizo lo mismo con Chile, Perú, Gran Colombia (Colombia y Venezuela unidas), Guatemala (América Central unificada) y México. Por este tratado, las débiles republiquetas hispanoamericanas podían comunicarse con el mundo sólo mediante buques mercantes y transportes navales ingleses.
El resultado
Las provincias españolas en suelo americano fueron el centro de ejecución de las prescripciones del capitalismo liberal propuestas por Adam Smith y llevadas a cabo por el imperio inglés. Los contratos, el intercambio de bienes, las garantías y las condiciones para hacer negocios eran impuestos por los ingleses. Y de ese modo, las provincias americanas pasaron a ser pequeños estados tributarios, endeudados y asfixiados por los altos gravámenes de sus prestamistas. Todo esto fue ideado por los ingleses en contubernio con los falsos patriotas, o más bien, en alianza con los pérfidos libertadores.
Y ¿Qué tipo de libertad es la de estos países que al día de hoy, estamos sometidos a las condiciones que imponen las entidades internacionales de financiación? ¿Cómo podemos ser independientes si vivimos en dependencia económica del FMI o del Banco Mundial, de los poderosos Estados Unidos? No digamos ya, los productos ideológicos como el feminismo radical, el homosexualismo, el aborto y toda esa pléyade de ideas que vivimos importando o mejor dicho: que no siguen vendiendo los anglosajones.
Lo que somos como naciones independientes, es sencillamente el resultado de las prescripciones del capitalismo liberal y de las infortunadas guerras de secesión que llevaron a cabo aquellos masones traicioneros que les pusieron en bandeja de plata los territorios hispanos a los ingleses para que nos conquistaran con sus recetas económicas.
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