En su ensayo Teoría de la dictadura , Michel Onfray explica cómo se puede instaurar una dictadura en nuestro tiempo, identificando siete fases para su instauración: «Destruir la libertad, empobrecer el lenguaje, abolir la verdad, suprimir la historia, negar la naturaleza, propagar el odio, aspirar a el Imperio ” . En la perspectiva de esta breve reflexión, omito el empobrecimiento de la lengua, que viene avanzando inexorable y tristemente desde hace años, centrándome en las otras fases identificadas por el filósofo francés, para demostrar su convivencia durante los últimos dieciocho meses.

La destrucción de la libertad es profunda, puede ser entendida como una voluntad de pensamiento uniformadora en detrimento de la libertad precisamente, asistiendo impotente a una vigilancia sobre la misma en un intento de evitar que alguien se escape de dicha uniformación. La abolición de la verdad ha tomado la forma de la imposición de la ideología, como pensamiento dominante, y de la explotación de la prensa, casi totalmente uniformada al pensamiento de la clase dominante, ahora orientada hacia la salud. La negación de la naturaleza, como la imposición de constantes limitaciones sanitarias , que también provocan la destrucción del impulso vital, negación acompañada de la propagación del odio, que toma la forma de la creación de un enemigo., que no es otro que los que piensan diferente al pensamiento dominante, demostrando, como peligroso subversivo, una menor inclinación a ajustarse a él. Finalmente, la supresión de la historia, desde el punto de vista de la destrucción de los libros, que debe entenderse aquí como la aniquilación del pensamiento epistemológico, destrucción funcional para la creación de una nueva casta «sacerdotal», expresión del cientificismo.

Ahora, analizando estos últimos dieciocho meses, lucho por no vislumbrar la realización de estas fases. Vivimos en constante psicosis, bombardeados por continuos mensajes sobre el número de nuevos pacientes de Covid y el número de muertes, en la perpetuación de una forma de terrorismo psicológico que frustra la legítima aspiración de cualquiera de volver a una vida normal. Todo aderezado con una ideología que tiene sus raíces en la creación de la citada obsesión, una ideología que tiene un carácter de salud, y que se acompaña de la imposición de normas sanitarias que en ocasiones no solo son difíciles de entender, sino incluso contradictorias y en ocasiones ilógicas , que repercuten de forma evidente en el impulso vital recordado por Onfray.

La propagación del odio hacia el pensamiento crítico que, a los ojos del pensamiento dominante, se convierte en un pensamiento afectado por la patología psiquiátrica, bordea ahora la violencia de las palabras y los gestos y en el repudio de los que no están alineados con los medios de comunicación. Basta leer los comentarios contra dos filósofos que tuvieron la audacia de llamar la atención sobre la necesidad de evitar transformar la vacuna en un símbolo político-religioso , a la delicadeza de la experimentación masiva todavía objetivamente en marcha, que debe imponerse, así como sobre el cumplimiento de las normas constitucionales puestas para proteger la vida civil, ahora inclinada a la contingencia.

Para agravar el miedo derivado de la coexistencia de las fases identificadas por Onfray, en el origen del nacimiento de una forma de dictadura moderna, apareció un artículo en el diario «La Stampa» firmado por un periodista autorizado, quien destacó cómo, dónde Los representantes del pueblo «enviaron a casa» al actual Primer Ministro, el Presidente de la República debería recurrir inexorablemente a un gobierno electoral, «quizás incluso militar» , porque «males extremos, remedios extremos» .

La seriedad de la afirmación es clara para todos: “todo está hecho”, incluso la última fase entre las identificadas por el filósofo transalpino, con la perspectiva del nacimiento del imperio de carácter militar.

Este artículo se publicó en italiano en https://www.centromachiavelli.com/

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