El Departamento no se entera
El Departamento de Estado de EE. UU. se define a sí mismo como el responsable de dirigir la política exterior del país. Lo hace a través de la diplomacia, la defensa y la asistencia internacional, con el fin de promover los intereses del pueblo estadounidense, su seguridad y prosperidad económica.
En relación con Cuba este departamento tiene un largo historial de errores, confusiones y graves olvidos. No sé si habrán servido para promover los intereses del pueblo norteamericano, pero de lo que no me cabe duda es de que a la larga no les han hecho bien a los cubanos.
Para comenzar, fue gracias a ciertas decisiones de tal sección del poder norteamericano, tomadas durante la guerra civil cubana de 1953-59, que los castristas se hicieron del control de Cuba. Así pudieron dirigirla en corto tiempo al redil soviético. Por supuesto, al cambio de amo, también contribuyeron no pocas culpas nativas.
El Departamento ha vuelto a las andadas, ahora con un comunicado que podría funcionar de cara a las galerías, pero que poco o nada contribuirá a mejorar la situación cubana. El documento fue hecho público el viernes 30 de julio de 2021 y lleva la firma de Antony J. Blinkeniv. Se trata del 71º Secretario de estado de EE. UU., nominado para el cargo por el presidente Biden el 23 de noviembre de 2020; antes de su cuestionado ascenso al poder, confirmado por el Senado de los Estados Unidos el 26 de enero de 2021, para terminar, siendo Blinkeniv juramentado por la vicepresidenta Kamala Harris el día 27 de aquel mes.
En su comunicado, el flamante Blinkeniv, recuerda que el 22 de julio, Estados Unidos ya había impuesto sanciones al jefe del ejército cubano, en referencia al General de Cuerpo de Ejército y Ministro de la FAR Álvaro López Miera. También mencionaba como ya sancionada a la Brigada Nacional Especial del Ministerio del Interior cubano. Aquella fue la respuesta oficial estadounidense a la represión violenta de manifestantes pacíficos desatada el 11 del mismo mes. Ahora, según el comunicado del Secretario de estado, se ampliaría la medida, pero no para los máximos responsables políticos de lo acontecido, mucho menos para la casta familiar, de los Castros, sino para los subalternos de la policía cubana, obligados a obedecer órdenes bajo el peligro de arresto y degradación, como se supo que ocurrió durante los acontecimientos.
Habría que ver cuál es la reacción de los oficiales del cuerpo ante la medida. Aunque se puede presumir que no será muy diferente a la del primer encartado, el General Álvaro López Miera.
Según revelaciones realizadas por el popular influenciador Juan Juan Almeida, en la edición de su programa “Juan Juan al Medio”, emitida el 30 julio de 2021 en YouTube, López Miera parece no tener cuentas bancarias en USA, ni la menor intención de vacacionar en este país. No creo que la situación de ese policía de a pie, que vimos, primero vigilando y luego reprimiendo a las multitudes, el 11 de julio del 2021, sea muy diferente a la del alto mando militar. Así que en ambos casos la sanción puede devenir en agua de borrajas, sino en un estímulo para solidificar la unidad gobierno-policía-ejército en Cuba.
De modo tal que el Departamento de Estado no parece lo más mínimamente interesado en explotar las diferencias que, a juzgar por lo que se revela en el mismo programa de YouTube, ya existen entre la cúpula del Partido y las Fuerzas Armadas. En realidad, como ha recomendado el youtubero cubano del que hablamos, tales contradicciones son las que los norteamericanos deberían atizar, si de verdad están a favor de la democratización de Cuba.
En aquella emisión de “Juan Juan al Medio”, su conductor dio cuenta de lo sucedido en una reunión reciente de la dirigencia isleña. En ella, el “Presidente” Mario Díaz Canel cuestionó la actuación de las fuerzas armadas revolucionarias durante las revueltas del día 11, pasando por alto que había sido él mismo, quien dio la orden de guerra entre cubanos.
El también Primer Secretario del Partido ordenó de paso auditar a 36 unidades militares para ver qué recursos de aquellas se podían usar con el fin de apaciguar al pueblo. O sea que el nuevo emperador, en lugar de levantar trabas a las fuerzas productivas y poner coto a las corruptelas de la burocracia, que tanto daño hacen a la economía, estaba proponiendo, la vía fácil de quitarle parte del arroz a los samuráis que sostienen su trono y tranquilizar con el alimento a los campesinos alborotados. Naturalmente aquello no debió haberle gustado mucho al Shogun presente en el encuentro, el Ministro de las FAR.
Así mismo, el político exigió información, como líder partidista, sobre el misterio del aumento de rusos llegados a Cuba en tiempos de pandemia. Causas que, según el propio Díaz Canel, parecían estar siendo escondidas por las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Todo aquello agotó la paciencia del General López Miera.
De acuerdo con la infidencia leída por Almeida en su programa, la respuesta de Álvaro López Miera fue la de aclarar a los presentes porqué las medidas norteamericanas le importaban un comino, asegurándoles que quienes le fastidiaban eran los mismos presentes y que no permitiría la auditoría de las unidades bajo su mando.
En ese momento el doctor Roberto Morales Ojeda intentó tranquilizar al militar. Lo hizo aludiendo a los lazos de compañerismo que unían a los presentes. Hay que decir que desde el 20 de abril de 2021 y a propuesta de Miguel Díaz Canel Bermúdez, Morales Ojeda ocupa el puesto de secretario de Organización y Política de Cuadros en el secretariado del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Pero, según el influenciador, ni sus conocimientos médicos, ni sus habilidades como político, le sirvieron para aplacar al veterano militar; logró todo lo contrario.
López Miera, hizo entonces referencia a informes de la contrainteligencia militar, sobre el modo en que el Partido Comunista de Cuba está acabando con lo poco que tienen las empresas de la isla. Esto le sirvió para recomendarle al Partido que fuera este mismo el objeto de la auditoría y que entregara los recursos del pueblo de los que se había apropiado.
Así mismo Miera habría informado de la presencia de 170 mil enfermos mentales sin ningún tipo de contención química, de la desnutrición de la población penal, de que las cárceles estaban repletas y superadas en un 40 por ciento de su capacidad, que los reclusos estaban durmiendo en los baños y en las escaleras, a la vez que se quejaba de que todavía quisieran seguir metiendo más gente presa.
De igual modo el militar arremetió contra la seguridad cibernética por estar en manos de un “comemierda”; Almeida piensa que se refiere al hijo de Raúl Castro, Alejandro Castro Espín.
Las últimas palabras del Ministro fueron, según la fuente, que: “Mi jefe fue y será Fidel Castro”.
Como sabemos, aquel Castro lleva algunos años muerto, lo que significa que el actual Ministro de las Fuerzas Armadas, como dicen los cubanos, “anda suelto y sin vacunar”, es decir; sin un comandante en jefe que lo controle. Si esto no es un amago de insubordinación, que baje Dios y lo vea.
De cualquier modo, podríamos coincidir con Juan Juan en que el General López Miera ha dado una auténtica señal de autonomía. Mientras no se demuestre la falsedad de esas palabras suyas, de las que Almeida se ha hecho eco, ellas podrían ser consideradas como indicio de que en las altas esferas de las FAR, o al menos en un sector, aún existe cierto grado, si no de pundonor, al menos sí de conciencia y responsabilidad con respecto al estado y destino de la nación.
Al mismo tiempo hay que tener en cuenta el rol de contrapoder que puede jugar la Inteligencia Militar cubana, bajo el mando directo del Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Ya en 1989, fue ella la que, bajo el mando del hoy jubilado, Raúl Castro, se encargó de intervenir, sorpresivamente, al Ministerio del Interior, arrestando y sustituyendo a gran parte de sus funcionarios. Entre ellos al propio Ministro, el General de División José Abrantes Fernández, sancionado entonces a 20 años de cárcel, y fallecido estando en prisión, el 21 de enero de 1991. Se trataba, como alguien ya lo ha dicho, de una suerte de autogolpe infringido a sí mismo por el castrismo. El fin era el de impedir una perestroika a la cubana, neutralizando a tiempo a los sectores identificados con los cambios que tenían lugar en esos momentos dentro de la URSS.
Algo parecido, aunque en menor escala y con otro sentido político, habría ocurrido recientemente. Según reveló semanas atrás Juan Juan Almeida en su programa, miembros de esa misma contra inteligencia, entonces bajo el mando del hoy ex Ministro de las FAR, Leopoldo Cintra Frías, intervinieron inesperadamente el tenebroso cuartel de Villa Marista, antigua escuela católica transformada en centro de interrogatorios de la Seguridad del Estado. Lo hicieron requisando sus computadoras en busca de pruebas que incriminasen en casos de corrupción al también General Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, ex yerno de Raúl Castro, miembro del Buró Político del Partido Comunista, y dirigente del Grupo Empresarial de las FAR (GAESA).
Por fortuna para el poderoso personaje, su exsuegro Raúl Castro, habría intervenido a tiempo, al sustituir repentinamente al General Cintra-Frías, por su conmilitón Álvarez Miera. De tal modo el problema quedaba en familia, nunca mejor dicho.
Sin embargo, dado los rumores sobre el grave estado de salud en que se encuentra Raúl Castro, incluso sobre su posible fallecimiento, en los momentos en que se escribe esta nota, puede que la historia no se repita y que el nuevo jefe de la contrainteligencia militar cubana, con la delicada información que ya obra en su poder, esté en condiciones de continuar la actividad sanadora de su antecesor, e incluso de ir mucho más allá.
Por ese motivo, las autoridades norteamericanas, en lugar de sancionar, o atar las manos al actual Ministro de las FAR, deberían dejarle en paz, garantizándole públicamente que, en caso de un pronunciamiento de su parte, no hará contra Cuba, una operación del tipo “Furia Urgente”. Es decir que no repetirá contra la isla una invasión conjunta con fuerzas de excolonias británicas de la zona, como la que tuvo lugar el 25 de octubre de 1983, contra Granada, a los pocos días de que su dictador y discípulo de Fidel Castro, Maurice Rupert Bishop, fuera depuesto por un sector disidente de su propio partido; Nueva Joya .
Esta sería la mejor manera en que Estados Unidos podría estimular al ejército de Cuba a tomar partido por la liberación de su pueblo de la casta que lo domina. En este sentido la propuesta, alternativa a una intervención norteamericana directa, que suele hacer el hijo disidente del Comandante Juan Almeida, en sus videos; la de que el gobierno norteamericano saque a pasear sus naves de guerra en torno a la isla de manera ostentatoria, me parecen más bien contraproducentes. Solamente servirían para enquistar la situación, permitiendo a la dictadura airear, una vez más, las desgastadas banderas del nacionalismo y del antimperialismo, esas que tanto gustan a sus aliados continentales, e incluso, aunque resulte paradójico, a los que tiene dentro del propio “establecimiento” en Estados Unidos.
Continúa
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