Por Eugenio Trujillo Villegas – Director: Sociedad Colombiana Tradición y Acción
En un artículo escrito el pasado 28 de julio, afirmé que el Perú se iba a precipitar en el comunismo gracias a la desafortunada elección de Pedro Castillo. Pues bien, tan solo una semana después, la realidad me obliga a hacer algunas precisiones acerca de esa gravísima afirmación.
Durante los dos meses transcurridos entre las elecciones y la posesión del presidente Castillo, él y sus allegados hicieron continuos pronunciamientos diciendo que era mentira todo lo que decían sus opositores, afirmando que su gobierno sería de extrema izquierda radical. Según ellos, eran calumnias de la “derecha fascista”, y de “retrógrados” que se oponen al progreso del Perú.
Pues bien, el mismo día de su posesión como presidente fue suficiente para aclarar todos los interrogantes. Ha quedado muy claro que el Perú se precipitará hacia el marxismo radical, con el mismo ímpetu con que el río Amazonas, que nace en lo más alto de sus cordilleras, se dirige hacia el mar.
En su discurso de posesión, Castillo dedicó media hora a insultar a España y al rey Felipe VI, su invitado de honor. Los acusó de ser responsables de todos los males pasados y presentes del Perú, como si ellos no fueran una nación soberana y autónoma desde hace 200 años, gobernada por ellos mismos y responsable de sus propias decisiones.
Si por una absurda ficción de la historia se estuviera realizando la coronación del sucesor de Atahualpa en el trono de los Incas, el eje central de esa ceremonia hubiese sido el sacrificio a sus dioses paganos de cientos de seres humanos, entre ellos bebés recién nacidos, enemigos esclavizados y los más destacados adversarios políticos del Inca. Lo cual evidentemente no sucedió gracias a España, que nos trajo la más perfecta y avanzada de las civilizaciones, incluyendo la religión católica, el idioma español, el respeto a la vida humana y la protección y culturización de los pueblos indígenas.
Una Asamblea Constituyente rumbo al marxismo cultural
En el mismo discurso, el presidente Castillo anunció que convocará una Asamblea Constituyente para transformar a la nación peruana, algo que ya hizo la izquierda en Venezuela, Bolivia, Argentina y Chile. La consecuencia inmediata será la imposición del marxismo cultural, la expropiación de las empresas, la reforma agraria, la persecución a la inversión extranjera, las reformas sociales y políticas, que convertirán al Perú en una dictadura socialista.
Al final de ese fatídico día de su posesión, el presidente dio a conocer su gabinete ministerial. Como presidente del Consejo de Ministros fue nombrado Guido Bellido, un comunista radical que actualmente está procesado por ser un apologista del terrorismo. Ha sido defensor, simpatizante y auxiliador de Sendero Luminoso y de la dictadura cubana. Su nombramiento produjo muy duras y adversas reacciones, que evidencian la tragedia que se avecina.
En el Ministerio de Defensa fue nombrado Walter Ayala, un sargento de la Policía que fue expulsado de la institución por faltas graves, y que es un radical activista de izquierda. Se graduó de abogado, e integró el comité de ética del Colegio de Abogados de Lima, de donde también fue expulsado en el año 2019. Designar a un sargento para comandar a los generales de las Fuerzas Armadas, además de ser una decisión torpe e inadecuada, genera inevitablemente grandes conflictos en la línea de mando, que complicarán su gestión para mantener el orden y la seguridad del País.
Héctor Béjar fue nombrado ministro de Relaciones Exteriores. Marxista radical, es un integrante de la primera línea del marxismo en el Perú. A sus 85 años, ha sido un aliado de la revolución cubana, y también de las FARC y del ELN, los grupos terroristas colombianos. Estuvo preso por delitos de sedición y terrorismo en los años 60, fue fundador del ELN (Ejército de Liberación Nacional del Perú), y perteneció a Sendero Luminoso. En una de sus primeras declaraciones pidió el indulto de Abimael Guzmán, el máximo jefe de esa guerrilla radical que está preso y condenado a cadena perpetua.
En medio de esos primeros sobresaltos, el designado Ministro de Economía decidió no posesionarse, al igual que otros funcionarios nombrados, al ver la clara orientación marxista del nuevo régimen. Una vez más se tornan evidentes las mentiras y engaños del comunismo para llegar al poder, tal como lo hizo Fidel Castro cuando bajó de la Sierra Maestra con un rosario al cuello, afirmando que no era comunista. Y también Hugo Chávez, con sus entrevistas cuando se tomó el poder en Venezuela, diciendo que jamás expropiaría las empresas, que respetaría la propiedad privada y que su régimen no era comunista. Sobra decir que ambos hicieron exactamente lo contrario, de tal forma que Cuba se convirtió en la mayor cárcel del planeta, y Venezuela, que era el país más rico de Latinoamérica hace 20 años, hoy es el más pobre. Cinco millones de venezolanos deambulan hambrientos por fuera de su Patria y doce millones más se mueren de hambre en Cuba.
Una voz de alerta para Colombia
Estas son las mismas mentiras que dicen Gustavo Petro, el candidato de la izquierda a la presidencia de Colombia, y sus aliados, los guerrilleros falsamente pacificados que no han cumplido con el Acuerdo de Paz. Son incansables diciendo mentiras, con las que consiguen engañar a muchos idiotas. Pero si algún día la tragedia toca a las puertas de Colombia y llegan al poder, con certeza harán lo contrario de lo que han prometido.
Y, peor aún, aunque el Perú se inunde de miseria, pues en pocos meses la economía de ese país estará totalmente destruida, ellos seguirán exigiendo para Colombia la misma opción preferencial por la miseria. Pues así es que el marxismo oprime y esclaviza a las naciones que conquista.
Que Dios y la Santísima Virgen nos libren para siempre de ese flagelo. Pero para eso es necesario luchar con inteligencia, con dedicación, de tal forma que las maquinaciones perversas del comunismo sean derrotadas, para que Colombia encuentre un camino de progreso y de bienestar, rechazando categóricamente las mentiras y las perversiones del socialismo del siglo XXI.
Es indispensable considerar que el candidato a la presidencia en las próximas elecciones del 2022 debe ser idóneo. Debe representar a una verdadera y auténtica derecha, que gobierne con esos principios, que enfrente a los adversarios del País con firmeza y sabiduría, que desmonte la maraña socialista que nos asfixia, y que revoque el Acuerdo de paz espurio e ilegítimo de La Habana. Ese engendro solo nos ha traído más guerra e impunidad, y hay que derogarlo para salvar a Colombia de la hecatombe del vecindario.
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