Padre Custodio Ballester.- Ilustrísima señora:
Soy el Padre Custodio Ballester que, junto a D. Jesús Calvo –sacerdote como yo- y D. Armando Robles, director de Alerta Digital, fuimos acusados de delito de odio al islam por el señor Ibrahim Miguel Ángel Pérez.
En nombre de la asociación “Musulmanes contra la islamofobia”, de la cual es fundador y director, el tal Ibrahim presentó una denuncia que usted, señora fiscal, atendió con la máxima celeridad, tal vez por la gran peligrosidad social que representamos dos curas católicos y un modesto periodista malagueño.
Recuerde la señora fiscal que en la fase instrucción en ningún momento se dignó interrogar personalmente a los acusados, pues sólo hablaron con nosotros los magistrados encargados. A pesar de esa llamativa irregularidad, usted presentó finalmente un escrito de acusación en el que pedía prácticamente la pena máxima para los tres: 4 años de cárcel para Armando Robles, tres años para los dos sacerdotes y 3000 euros de multa para cada uno.
Tuve la oportunidad de denunciar el caso ante la 45 sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU con sede en Ginebra. En esa ocasión afirmé: “Deseo manifestar la arbitrariedad y el abuso de poder de la fiscal de Odio de Málaga, María Teresa Verdugo, empeñada en encarcelarnos por ejercer la libertad de expresión y de pensamiento. La fiscal no nos interrogó en ningún momento durante la instrucción y no tuvo en consideración nuestra presunción de inocencia” y, a pesar de ello, pidió la pena máxima para todos.
Me dirijo ahora a usted, señora fiscal, a cuenta de las declaraciones de nuestro acusador, el fundador de “Musulmanes contra la islamofobia”, Ibrahim Miguel Ángel Pérez. Públicamente se ha mostrado abierto partidario de los yihadistas talibanes afirmando que se alegra y celebra su victoria, y que las mujeres afganas no deben temer la merma de sus derechos que sí estaban en entredicho con la “ocupación” occidental: “Estamos a favor de que un pueblo se libere del yugo del imperialismo norteamericano y del imperialismo occidental”, han sido sus exactas palabras.
Hasta tal punto ha llegado la desfachatez del personaje que el mismo Santiago Abascal, líder de Vox, con 52 diputados en el Congreso, ha llegado a afirmar de la asociación de Ibrahim Pérez: “No son musulmanes contra la islamofobia, son el caballo de Troya del yihadismo en España. No podemos combatir el fundamentalismo islámico sin denunciar a quienes blanquean y justifican la barbarie talibán impunemente desde nuestra patria”.
Cuando me tomé la libertad de remitir vía Twitter a “Musulmanes contra la islamofobia” (@McIslamofobia), el artículo editorial de Alerta Digital que glosaba la actitud desafiante de una asociación que parece gozar de total impunidad, escribí: “Musulmanes contra la islamofobia” se alegra del triunfo talibán en Afganistán mientras en España persiguen las injurias contra el islam. ¡Vergonzoso!”. El tal Ibrahim, enfurecido, me contestó inmediatamente: “Sr. Custodio no existe el delito de “injurias al Islam”. Sus manifestaciones fueron consideradas presunto delito de odio. Así lo consideró la fiscal. Si usted insiste en calumniarnos, nos reservamos el derecho de emprender acciones legales”. Se trata, señora fiscal, del mismo Ibrahim Pérez que usa su cuenta personal de Twitter para sembrar el odio contra España (“una potencia mundial de pedofilia”) y contra los católicos: “Habéis tolerado los abusos de una Iglesia corrompida, y ahora sois todos unos tarados mentales de mierda”, tal como informó en su día Ok Diario.
“Desde nuestro punto de vista –afirman vía Twitter los “Musulmanes contra la islamofobia” de Ibrahim Pérez- que se enmarca en nuestro contexto, la retórica antitalibán sirve a dos fines: 1. Legitimar una nueva invasión o una guerra civil en Afganistán 2. Consolidar el marco del discurso supremacista occidental y la #Islamofobia”. Este es el individuo que amenaza a todos los presuntos islamófobos diciendo: “Hemos creado Musulmanes contra la islamofobia, entre otras cosas, para meter en la cárcel a aquellos que profesen el credo del discurso del odio”.
¡Ay!, doña María Teresa, tal vez mis conocimientos legales son muy limitados comparados con la potentísima sabiduría jurídica de Ibrahim Pérez. Tal vez piense el buen señor que las leyes de odio sólo le permiten hablar a él, musulmán converso, y nos obligan a callar a todos los demás, que no lo somos. En fin, que sólo odian los demás: los curas y los fachas casposos, nunca los yihadistas, tan simpáticos ellos. Recordar las declaraciones de Ibrahim Pérez a favor del triunfo de los fundamentalistas talibanes y, a la vez, su personal persecución –amparado en los “delitos de odio”- a los que osan criticar a su querido islam, sólo puede ser considerado calumnioso por él o por algún fiscal ansioso de acumular réditos políticos, pero es la pura realidad.
Sin embargo, el problema no es ese, señora fiscal, el problema es que ustedes, los fiscales de Odio, dando pábulo y cauce a las denuncias de esas asociaciones radicales, han creado un clima de terror donde se crecen ese tipo de personajes. Porque la actuación de la fiscalía de Odio ha sido siempre muy selectiva: máxima pena para los denostadores del islam y absolución e indulgencia para las ofensas al cristianismo. Ahí está el caso del imán Malik Ibn Benaisa, predicador y con fama de estudioso del islam, que en una mezquita de Ceuta afirmó que las mujeres “que usan perfume” son unas “fornicadoras” que buscan provocar a los hombres. A pesar de la denuncia judicial, sus colegas de la fiscalía de Odio, doña María Teresa, siempre celosos del respeto a la multiculturalidad, decidieron archivar y enterrar el incidente. Así, poco a poco, el Derecho que ustedes los fiscales dicen aplicar, se acaba convirtiendo en una ficción… Ese Derecho, que debería estar al servicio de la verdad y de la justicia, acaba convirtiéndose en instrumento del poder político y de la coacción del disidente.
A pesar de todo, apreciada fiscal, el señor Ibrahim no pasa de ser una víctima más de la impunidad jurídica de la que goza su incontinencia verbal. Ha denunciado al director de Alerta Digital y a dos sacerdotes católicos, pero ¿denunciará también a Libertad Digital y a Santiago Abascal que simplemente se han hecho eco de sus terribles declaraciones? Probablemente no lo hará, aunque su delicada sensibilidad le haga sentirse absolutamente calumniado. Las piezas de caza mayor no son su especialidad. Tendría seguramente mucho que perder… Sin embargo, la crecida soberbia de la que hace gala el tal Ibrahim es la lógica consecuencia de la benevolencia con la que los fiscales de Odio han acogido siempre sus denuncias.
El señor Ibrahim Pérez, doña María Teresa, se ha mostrado públicamente defensor de la Sharia para España “como perfectamente adaptable a nuestro modo de vida”. El mismo Ibrahim, que acusa de islamofobia a los colaboradores de Alerta Digital, defiende la ley islámica como conjunto de normas extraídas del Corán que incluyen desde la lapidación de las adúlteras hasta el ahorcamiento de los homosexuales… Es el mismo Ibrahim Pérez el que todavía ahora, con total impunidad, habla y perora y se siente inmensamente fuerte, pues sabe que nadie lo tocará a él ya que, con la inapreciable ayuda de la Fiscalía, el latiguillo de la islamofobia que tan infaliblemente exhibe, zaherirá sin compasión a los que osen enfrentársele.
Ilustrísima señora, quedo a su disposición.
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