Cuando los hombres reniegan de Dios, no solo se alejan del Amor y del Bien, sino que se vuelven contra sí mismos, se corrompen las tradiciones y decae la civilización cristiana, ejemplo de ello lo tenemos claro en nuestra Patria, al negar a Dios votando mayoritariamente la Constitución atea del 78, la descristianización afloró de tal forma, que se promocionó la promulgación de las leyes inicuas del divorcio, las bodas gays, la despenalización de la blasfemia, del aborto y de la eutanasia; creándose un caldo destructivo de la sociedad, de la familia y de las personas.
Efectivamente, con la promulgación de esas leyes contrarias al derecho natural y la agregación de las subjetivas leyes de Memoria Histórica y Memoria Democrática, han hecho renacer el enfrentamiento entre las dos Españas y destruido la hermandad social entre los españoles, en menoscabo de nuestra sociedad, destacando que, desde hace 40 años con la vigencia de la ley del divorcio, aprobada el 22 de junio de 1981 se reguló la ruptura del matrimonio, habiéndose divorciado, hasta hoy, más de 2,4 millones de cónyugues, y eso que, cada año, los amancebamientos son superiores a los matrimonios civiles y eclesiásticos.
Abandono de Dios y vuelta los ojos al mundo. Vacío interior, pasando diariamente de un sueño baldío a otro lleno de vacuidad y de desconfianza. De ahí proceden todos los graves perjuicios que está sufrido en todas las partes el cuerpo social español, comenzando por la familia, subvirtiendo la estabilidad del matrimonio, con la ley la desastrosa del divorcio, no solo por la desunión de los conyugues y la “orfandad” de los hijos, sino porque el Estado social-comunista, que padecemos, sin guardar los límites ni la finalidad esencial de su poder, no solo extiende la mano para romper el vínculo matrimonial, despojándole de su carácter sagrado, sino también por la intervención abusiva del Gobierno en la educación de los hijos, invadiendo los derechos naturales de los padres en la educación de la prole, tal y como declaró Isabel Celaá, la anterior titular del ministerio de educación: “no podemos pensar, de ninguna manera que los hijos pertenecen a los padres”.
A este desaguisado de corrupción, lamentamos añadir que, cada dos horas y media, se suicida una persona en España, esto es, diez al día: los muertos por suicidio duplican a los de accidentes de tráfico, superan en once veces a los homicidios y en ochenta a los de violencia de género.
Y es que los conflictos se multiplican cuando el ser humano de aleja de Dios. Según las estadísticas desde 1986 a 2019 se han producido aproximadamente 3,4 millones de infanticidios quirúrgicos en las clínicas abortivas existentes (hoy hay 211), más los ocasionados por medicamentos (carentes de estadísticas); Progreso regresivo, por el que sus fans manifiestan la libertad de matar al inocente en seno materno. Si la vida no se respeta, el futuro dejará de existir, siguiendo por ese camino.
En cuanto a la eutanasia y suicidio asistido, recordar que es la muerte del cobarde, produciéndose la muerte a sí mismo por propia iniciativa e incumpliendo el quinto mandamiento. Este acto grave es objetivamente ilícito por ser contrario a la inclinación natural (ley natural) y a la caridad por la que uno debe amarse a sí mismo. También hace una injuria a la sociedad a la cual pertenece como persona, y a la que su acto mutila, privándola injustamente de uno de sus miembros que debería colaborar al bien común (Colonenses 1, 4: “Ahora me gozo en los padecimientos a causa de vosotros, y lo que en mi carne que falta en las tribulaciones de Cristo, lo cumplo en favor de su Cuerpo Suyo, que es la Iglesia”). Por último, la eutanasia es una injuria a Dios, dueño de la vida que nos concede la gracia de nacer, siempre con un propósito, y del mismo modo nos llama a su Reino de luz cuando consideras nuestra misión en la tierra ya está cumplida, no antes, ni tampoco después. Por tanto, el que se priva a sí mismo de la vida peca contra Dios… A sólo Dios pertenece el juicio de la muerte y de la vida.
Consiguientemente, el que se priva a sí mismo de la vida peca contra Dios, como el que mata a un siervo ajeno peca contra el señor de quien es siervo…
En cuanto a las bodas gays, ¿qué puedo decir que no sepáis? Sin ahondar en los argumentos religiosos, os resumo brevemente los resultados que ha publicado el prestigioso Instituto Witherspoon de EE.UU, y que intitula “Matrimonio homosexual: la nueva dictadura”, donde se constatan los impactos negativos que este tipo de uniones tienen en la sociedad, y que los detalla en seis consecuencias: Vulnera los Derechos Humanos, restringe el derecho a la libertad de expresión, disminuye los derechos de los padres a educar a sus hijos, altera el derecho de autonomía de las instituciones religiosas, cambia la concepción publica de matrimonio y debilita el matrimonio como institución. Y recuerda que los llamados “matrimonios homosexuales”, aparte de ser una parodia o caricatura de la familia, son incompatibles con la concepción del matrimonio que responda a las necesidades de los hijos del matrimonio, de estabilidad, fidelidad y permanencia, lo que a veces se llama la concepción conyugal del matrimonio.
Además, en apoyo de esta promiscuidad sexual, los gobiernos de turno continúan generalizando una caudalosa difusión de anticonceptivos y preservativos en prácticamente todas las regiones, hoy comunidades autónomas, con el patrocinio habitual del Estado. Bajo el pretexto de combatir el Sida; difusión que se sigue realizando con la insolente obsesión de querer hacer sentir a la población que la inmoralidad tiene derechos, pero la moralidad no.
Sin embargo, hay que resaltar, que a pesar del “póntelo, pónselo”, su uso no ha hecho sino aumentar el número de afectados por la enfermedad. Aumento que no ha afectado a los gobiernos para seguir promulgando leyes de protección a los llamados “derechos sexuales y reproductivos”, cuyo papel verdadero no es promover la castidad, sino adaptar para el hedonismo las formas más licenciosas y agresivas de vida sexual, para todas las edades y condiciones, así como impedir toda coerción -incluso la de los padres que desean preservar la rectitud moral de los hijos-, procurando que las más diversas aberraciones y perversiones pasen a ser consideradas como simples “opciones” de vida por el común de la población.
Esas son las principales consecuencias de romper el vínculo que une al hombre con Dios, legislador absoluto y universal, no quedando sino la miseria moral puramente civil, es decir, la independencia, que, prescindiendo de la razón eterna y de los preceptos divinos, le lleva inevitablemente por su propia predisposición, a la última y fatal corolario de constituirse él como ley para sí mismo.
Tornándose, entonces, incapaz de elevarse con las alas de la esperanza cristiana a los bienes supremos, buscando sólo un alimento terreno en la suma de gozos y bienes pasajeros de esta vida, aumentando la codicia de la riqueza, la sed de placeres, la avidez de rápidos y excesivos beneficios, sin respeto por el prójimo y el acatamiento a la justicia; inflamando una ambición sin límites por aumentar la cuenta corriente y la complacencia en la bragueta, de satisfacer sus apetitos, incluso ilegítimamente; generando, por fin, además del desprecio de la ley y de la autoridad pública, una licencia general y desenfrenada de las costumbres, lo que acarrea la verdadera decadencia, no solo de la civilización, sino también se su propia humanidad.
Muchos españoles se encuentran hoy en una situación análoga a la del hijo pródigo de la parábola de Nuestro Señor Jesucristo. Falta saber si serán capaces de decir: “¡Me levantaré!, y arrepentidos pedirán perdón al Padre…” Y así recuperar la alegría, la esperanza, la confianza, el amor, la hermandad, la prosperidad, el bien estar y la paz, que antaño hemos vivido.
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