Estimado “vacunado”: Si me lo permites, te diré un par de cosas, con la esperanza de que puedan serte de alguna utilidad. Para que así sea, te recomiendo que abras tu mente, que te quites de encima los prejuicios que te han inculcado los medios de desinformación masivos y aceptes cuestionar lo que han sido tus creencias hasta el día de hoy, en lo referido a la “crisis sanitaria”.
Desde hace un año y medio han hecho creer todo lo que han querido para poder mantenerte asustado, aislado, fragilizado, manipulado y controlado. Sin embargo, esto no habría sido posible sin tu consentimiento. Porque no te has tomado la molestia de investigar por tu cuenta, consultando fuentes de información alternativas. Y porque no has querido escuchar a los que, desde el inicio de la “pandemia”, venimos alertando noche y día sobre la falaz narrativa oficial. Porque no has indagado, reflexionado, atado cabos, analizado, utilizado tu espíritu crítico. Porque no has sido sabio ni prudente.
En el fondo, mal que te pese, no has sido razonable en tus juicios ni te has comportado de manera racional. No te has respetado. Has actuado en contra de tu naturaleza espiritual y de tu dignidad de persona libre, creada a imagen y a semejanza de Dios. Has obrado movido por el chantaje emocional, la manipulación intelectual, la extorsión administrativa, la coacción laboral, la presión financiera y un adoctrinamiento totalitario inaceptables, que deberían haber suscitado en ti un rechazo absoluto. Un non possum categórico ante el despreciable acoso de los chacales.
No te juzgo ni te condeno, tu actitud es algo que se puede comprender: todos somos influenciables, en mayor o en menor medida. Y el contexto ha sido extremadamente adverso, con una confusión mental masiva y la mentira institucionalizada y omnipresente, en una sociedad a la deriva, abandonada a sí misma por sus líderes religiosos, quienes, en vez de esclarecerla, se han alineado vergonzosamente con la retórica criminal de los amos del mundo. Tienes circunstancias atenuantes. No obstante, debes comprender que los enumerados no son motivos legítimos para tomar decisiones que ponen en juego tu integridad física, psíquica y espiritual.
Has sido irresponsable al permitir que avasallaran tu libertad y tus derechos fundamentales. Peor aún, has hipotecado los de tu familia y, sobre todo, los de tus hijos. Y esto porque una panda de psicópatas multimillonarios así lo ha decidido, por ti y por toda la humanidad. Total, aquí estamos. En un callejón sin salida. Con la gente acostumbrándose a lo intolerable. Dando crédito al gobierno, que asegura que su principal objetivo es “cuidarnos”. Vaya cuento. “Cuidar” los intereses de los laboratorios y de los organismos mundialistas, eso es lo único que tienen en mente. Te lo digo por si acaso todavía no te hubieras percatado.
La realidad es que ya han transcurrido dieciocho meses, pero sigues creyéndoles. Continúas tomando lo que te dicen en la “tele” como palabra santa, dogma de fe, verdad incuestionable. Desechando con ligereza, cuando no con desdén y arrogancia, a los lanzadores de alerta como “conspiracionistas”. Y, lastimosamente, continúas enmascarado, confinado, distanciado, “virtualizado”.
Compruebo que no das libertad a tu espíritu inquisidor, a tu instinto profundo, a tu sed de conocimiento, los que, sin dudas, más de una vez, deben de haberte enviado señales de advertencia, susurrándote al oído que acá hay algo que “no cierra”, algo que “hace ruido”, desproporcionado, anormal, desmesuradamente publicitado, extrañamente obsesivo, sospechosamente coercitivo, excesivamente prolongado, en el tiempo y en el espacio.
A pesar de lo cual, desgraciadamente, ni en sueños dejarías de “vacunarte”, si tus “cuidadores” así te lo exigieran. Pues claro, a quien se le ocurriría desconfiar de la inyección experimental preconizada por los “filántropos” eugenistas que solo buscan “salvarnos” del “virus”. No faltaría más.
Pero, lo peor de todo, es que haces que tus hijos se enmascaren, se distancien, se aíslen, se “virtualicen”, permites que les roben su infancia, que los discapaciten emocional, social y cognitivamente, con todas las secuelas tremendas que este abuso incalificable les acarrea física y psíquicamente.
Así las cosas, espero al menos que todavía te quede un resto de sentido común y de humanidad para negarte a “vacunarlos”. Si no lo hicieras, si consintieras irresponsable y culpablemente que les inyectaran el veneno génico de estas falsas vacunas y verdaderas armas biológicas, permíteme que te diga algo que, por cierto, no es muy agradable de decir -y, sin duda, aún menos, de escuchar-, pero que considero necesario, puesto que, tal vez, te permitirá salir de tu letargo, emerger de tu somnolencia, sacudir tu apatía y librarte de tu pasividad patológica y de tu patética indiferencia.
Pon mucha atención a lo que voy a decirte: si no te rehúsas a hacer “vacunar” a tus hijos, has de saber que no solo eres crédulo, sino que también eres cómplice de la política criminal y genocida de Bill Gates, la OMS y el Foro Económico Mundial. Y si, para colmo -Dios no lo quiera-, tampoco eres capaz de comprender lo que estoy tratando de explicarte, pues, entonces, lamentablemente, me veo en el deber en conciencia de tener que informarte que, además de crédulo y cómplice, eres, por voluntad propia, un idiota incurable. Y que Dios te ayude…
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Miles Christi
16/09/2021 at 18:09
Estimado Señor: Compruebo que no ha comprendido el mensaje del artículo, que no es, de ninguna manera insulta ni ofender a nadie, sino el de suscitar una reflexión indispensable y una sana reacción entre quienes aceptan exponerse imprudentemente al grave peligro que suponen estas «vacunas» experimentales», y que, además, hacen que sus propios hijos las reciban, en una decisión totalmente irracional y, objetivamente hablando, de complicidad con los poderes eugenistas criminales que se encuentran detrás de esta farsa plandémica. Aceptar dejarse inocular la pócima toxica de Bill Gates es una falta moral, pues pone en riesgo la salud, y hacer que los niños la reciban, es, lisa y llanamente, un acto criminal. Repito, esto, objetivamente considerado, al margen de las buenas intenciones que pueda tener quien lo hace. Y quien no logre comprender esto, lamentablemente se vuelve, POR VOLUNTAD PROPIA -por falta de investigación, apatía, indiferencia, negligencia, credulidad ante los medios de desinformación masiva, sumisión servil ante los poderes establecidos que coaccionan y extorsionan escandalosamente a la población para que se «vacune», etc-, un idiota incurable. Sé que el término es duro, y puede chocar, pero no veo otro que sea mas apropiado para esta situación completamente aberrante y surrealista que estamos viviendo desde hace dieciocho meses. Esta idiotez implica una dimisión voluntaria del uso de la razón, y la decision indigna de vivir conformando nuestro pensamiento y nuestra conducta a la manipulación emocional y al chantaje administrativo del que somos objeto de manera incesante. Está en cada uno dejar de serlo, aceptando de una buena vez abrir los ojos y mirar la realidad de frente…