Eran naturales de Lérida. Se llamaban Julia, Noeli, Blanca, Teresa y Carmen. Hijas de Humberto Bahillo Rojo, ferroviario y dirigentes carlista ejecutado por orden del Comité de Salud Pública el 5 de agosto de 1936. Sufrió mutilación antes de ser asesinado. Fue reconfortado espiritualmente por el obispo de Lérida, Salvio Huix Miralpeix, que solicitó ser el último en morir para poder auxiliar a sus compañeros de martirio. Humberto Bahillo dejó viuda y siete hijos.
Aquel 5 de agosto de 1936 fueron asesinados el Obispo Salvio Huix Miralpeix, José Abizanda Puntas, Agustín Aparicio Melé, Ramón Arqués Vallverdú, Humberto Bahillo Rojo, Melchor Baró Prats, José Baró Bonet, José Borrás García, Ramón Cunillera Corbella, Emilio Expósito Dejuan, Francisco García Garrido, Jaime Garsaball Puigarnau, Daniel Infante Martín, Luis Josa de Gomar, Manuel Larrosa Hospital, Ignaio Morera Pérez, Andrés Pérez Pedrovicio, Silvino Roure Balius, José Rovira Nebot, Elias Teixido Ribes, Camilo Theran Villanueva y Pablo Valledor Díaz.
Las hermanas Bahillo Rodrigo protagonizaron durante la II República, la guerra civil y los primeros años del franquismo las acciones más significativas del carlismo femenino en Lérida. Al mando de las Margaritas estaba María Recasens Gassió (1902-1989), farmacéutico y delegada de Frentes y Hospitales. Por divergencias con la unificación, abandonó cualquier actividad política, a mediados de la década de los 40, dedicándose desde entonces a su profesión de farmacéutica.
Durante la II República y guerra civil pertenecieron al Socorro Blanco, el cual ayudaba a las familias carlistas en apuros económicos. También atendieron a presos, tanto material como espiritualmente.
Una vez liberadas varias de ellas entraron en Frentes y Hospitales como enfermeras. Otras hermanas hicieron de enlace entre los soldados carlistas y sus familiares. Teresa Bahillo quedó gravemente herida como consecuencia de un bombardeo.
Terminada la guerra civil fueron encuadradas dentro de la Sección Femenina de FET y de las JONS de Lérida. Como en el caso de María Recasens, los continuos enfrentamientos con las falangistas, hizo que en 1941 fueran expulsadas.
Con anterioridad a esta expulsión se integraron a la Delegación de Avituallamiento gracias a la amistad que tenían con el gobernador civil Juan A. Cremades Rojo. También se incorporaron a Acción Católica, asociación con actividades de compromiso social de la Iglesia Católica.
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