Cuando en 2020 Abigail Shrier publicó en EEUU su libro Irreversible damage tuvo que sufrir una dura campaña del lobby trans. Y lo mismo le está ocurriendo con su publicación en España, sale a la venta este miércoles, bajo el título Un daño irreversible, editado por Deusto.
Arriesgándose a ser colocada en la diana y a salirse de lo políticamente correcto, esta columnista del Wall Street Journal , formada en la Universidad de Oxford y doctorada en Derecho en Yale ha publicado una valiente e importantísima investigación sobre el daño en su salud que las “transiciones” están provocando en los menores de edad mientras son promocionadas y auspiciadas por estos lobbies y permitidas por el poder político.
En los últimos años se han disparado los casos de menores que quieren cambiar de sexo. Se está convirtiendo en una especie de moda, una corriente cultural alimentada en las redes y las escuelas. Pero en vez de ahondar en los problemas concretos de cada menor se les está poniendo en bandeja sin más la hormonación y posterior intervención quirúrgica.
En su libro investiga rigurosamente estos casos denunciando los excesos del activismo trans en EEUU, pero que ya es asimilable a otros países. En España, el Gobierno estudia aprobar una ley trans y por ello Abigail Shrier avisa en una entrevista en El Español: «padres de España, alejad a vuestros hijos de la ley trans para que no pase como en USA».
A sabiendas del coste personal que iba a tener publicar esta investigación, en España ya han comenzado los ataques, se veía en la obligación de realizar esta denuncia pública.
Un problema focalizado en la adolescencia
En su investigación percibió este problema principalmente entre adolescentes blancas, de familia progresista y de clase media-alta con episodios habituales de ansiedad. En la entrevista, Shrier las define como “chicas profundamente angustiadas que han descubierto en el género una forma de recibir cariño y atención. Y en lugar de decir que odian su cuerpo y la pubertad, que están hartas de tener quince años, dicen que odian ser mujeres y que deberían ser chicos”.
Y da en la clave de una moda centrada especialmente en una generación que lo tiene todo. “Creo que la falta de desafíos hace que, paradójicamente, sus vidas sean más complicadas. Parece que los humanos estamos programados para sufrir ciertas dosis de angustia y dolor, y que si no tenemos razones para el sufrimiento lo creamos. Lo vemos mucho en esta generación, con unos niveles altísimos de ansiedad y depresión. Aun cuando no han vivido guerras mundiales. Aun cuando no han vivido una depresión económica. No se han enfrentado a los desafíos de generaciones anteriores y, sin embargo, lidian con un sufrimiento insoportable…”, asegura Abigail.
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Y pese a todo se les ofrece a demanda unos cambios irreversibles que pueden destrozar su vida para siempre. En su investigación ha llegado a la conclusión de que “los jóvenes de ahora quieren ir a otra velocidad por las razones equivocadas. Lo hacen por sus amigos y por celebrarlo en el instituto. El problema es que, en lugar de evaluar la situación y echar el freno, los doctores y terapeutas aceleran más si cabe el proceso. Y no parece que eso sea lo más conveniente, precisamente. Al mismo tiempo, estamos viendo a muchas adolescentes identificándose como queer o trans a un nivel desconocido hasta ahora. Cada vez que hacen una encuesta en los colegios, la cifra aumenta. Es altísima. Lo suficientemente alta como para preguntarse si acaso no hay un componente social influyendo”.
Y precisamente este el foco de un problema de grandes dimensiones sanitarias y sociales. Y señala directamente al potente lobby trans. “La ideología que lleva a cuestas es inflexible y rígida. Y siempre que hay una minoría inflexible y rígida frente a una mayoría flexible, la mayoría cede. Lo hemos visto una y otra vez a lo largo de la historia, y lo vemos ahora. La mayoría sólo quiere seguir a sus cosas, que no se metan con ellos ni que digan que van contra el movimiento LGTBI, porque no es cierto. De modo que tenemos una mayoría que ha ido cediendo y cediendo, y una minoría de activistas que han conseguido que cedan”, asegura duramente.
Y por ello la autora de Un daño irreversible alerta sobre la imposición de la ideología de género en las escuelas. En su opinión, “enseñan mucho menos y adoctrinan mucho más en ideologías extrañas”, y además “confundiendo a los niños”. Pero Shrier va más allá y alerta de “una confusión deliberada y masiva que comienza cuando tienen cinco años y que continúa a base de insistencia a lo largo de los cursos».
La responsabilidad de los médicos
Abigail asegura que el odio y la violencia que utilizan los lobbies trans se producen por sus “flojos” argumentos. “Mi libro tiene la capacidad de convencer a mucha gente de que hay peligros reales y de que deberíamos ser más cautos cuando animamos a adolescentes a recorrer este camino. Lo que hacen es intolerable. Si la gente viera la facilidad con la que se inician tratamientos experimentales con los chicos, esto se acabaría. Tienen mucho que perder”.
Además desvela cómo de indefensos y solos se sienten los jóvenes y las familias de cuyos hijos se han arrepentido tras cambiar de sexo. Afirma recibir mensajes todo el tiempo. “Es abrumador. Y dedico mi tiempo a responder a padres que están desesperados, que no conocen a ningún terapeuta, ningún grupo de apoyo. Trato de responderlos a todos, pero me veo superada”, reconoce.
En la entrevista con El Español dirige la mirada directamente a la responsabilidad de los profesionales sanitarios ante las graves secuelas que se están comprobando que provocan estos tratamientos en los menores.
De este modo, Abigail insiste en que es “necesario que los médicos alerten sobre los riesgos de las medicaciones que suministran a los jóvenes. Es la obligación de la gente que suministra bloqueadores de la pubertad que sean honestas y asuman que no tenemos ni idea de los efectos a largo plazo de estos tratamientos. Hay una larga lista de contraindicaciones que afectan a la densidad de los huesos, al cerebro, etcétera”.
Estas secuelas son –añade la autora de la investigación- “devastadoras” y se van conociendo más conforme pasa el tiempo. “Toman testosterona. Casi con total seguridad, estos niños no podrán tener sus propios hijos. Lo hacen con niños pequeños. Estamos aprendiendo de las implicaciones de tomar bloqueadores de la pubertad. Y hay cirugías que salen terriblemente mal. Y hay niños que nunca tendrán un órgano sexual funcional por culpa de los bloqueadores. La comunidad médica tendrá que rendir cuentas por lo que hizo”, avisa.
Alerta a los padres españoles
Con respecto a la ley que se quiere aprobar en España donde se plantea que los menores puedan cambiar de nombre también en el Registro al afirmar que se siente de otro sexo, Abigail Shrier cree que “es extremadamente peligroso”.
Según su experiencia, “estos niños sufren un daño terrible, a menudo se arrepienten y toman decisiones que tienen consecuencias sobre sus vidas que no se pueden tomar con 12 años. Sobre todo, las chicas que toman estas decisiones sufren trastornos de ansiedad y depresión, y no son capaces de pensar con claridad. Tenemos que parar esto. Sé que da miedo levantarse, pero es lo que tenemos que hacer. La gente de bien tiene que decir basta. Son niños de 12 años. No puedes poner una decisión de este calado sobre los hombros de un adolescente con problemas”.
Con 16 años el texto español prevé que un adolescente pueda iniciar el proceso de hormonación y eso es –asegura- poner “demasiada responsabilidad sobre una adolescente que está preocupada por demasiadas cosas. Una, cabrear lo máximo posible a su madre. Dos, tratar de complacer a sus amigos. Tres, probablemente odiar su cuerpo. Se supone que la sociedad debe proteger a los adolescentes, no ponerles una pistola en la cabeza”.
Por último, envía un consejo a las familias: “Padres de España, alejad de esto a vuestros hijos. ¿Habéis visto lo que ha ocurrido en Estados Unidos? Alejadlos del adoctrinamiento en las escuelas. No lo permitáis. No traguéis con esto. Tenéis la suerte de contar con este precedente. Y no olvidéis que vosotros sois los padres. Los padres americanos han perdido el norte. Han perdido la autoridad sobre sus propios hijos. Pero los padres españoles no. Tenéis que plantaros. Sois sus padres. Y los padres son los únicos que se preocupan de verdad por sus hijos. Punto. Y lo único que tienen estos niños para evitar un daño terrible”.
Puedes leer aquí la entrevista íntegra con Abigail Shrier en El Español
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