Jessica Bayón Pérez, Universidad Nebrija
La disrupción tecnológica se ha convertido en uno de los elementos más característicos del siglo XXI. Su carácter innovador, cambiante y trascendente está afectando a todos los ámbitos de la realidad social y laboral.
El crecimiento y desarrollo de las aptitudes de las nuevas tecnologías generan un gran impacto en las tareas físicas y capacidades intelectuales que tradicionalmente han desempeñado las personas, y supondrán cambios drásticos en las relaciones laborales y sociales.
Humanos vs. robots en el trabajo
La robotización, digitalización e incorporación de la inteligencia artificial en el trabajo implica desde omitir tareas repetitivas y monótonas hasta disponer de habilidades cognitivas a un coste más bajo que el de un trabajador. Por ejemplo, desde 2018 existe un abogado robot mientras que en Japón ya circulan vehículos con automatización condicional.
El punto de inflexión lo marcan los avances en inteligencia artificial. Contar con máquinas capaces de almacenar experiencias y aprender de los errores y aciertos aumentará la productividad y competitividad, reducirá costes e inducirá mejoras en calidad, incrementará la capacidad de entrar en nuevos mercados y aumentará la productividad durante las 24 horas del día.
En los entornos de trabajo robotizados existe el riesgo de la automatización parcial o incluso total (por ejemplo en tareas de almacenamiento, archivo de documentos, etcétera). Una consecuencia directa inherente a este hecho será la amortización de ciertas tareas laborales o puestos de trabajo.
El nivel de impacto en las relaciones laborales y sociales de la automatización dependerá de aquellas actividades, profesiones y habilidades poco susceptibles a la sustitución o de la necesidad de determinadas cualidades humanas como por ejemplo:
- La inteligencia emocional.
- La capacidad de comunicación.
- La capacidad para resolver conflictos.
- La empatía.
- La creatividad.
- La capacidad de hacer análisis crítico.
- La vocación pedagógica.
- La gestión tecnológica.
- Las competencias digitales de nivel medio y alto.
En los próximos años todas las profesiones contarán con el apoyo, directo o indirecto, de la tecnología. Se automatizarán aquellas actividades que no aporten valor para dar énfasis a aquellas donde las personas puedan desplegar su creatividad. No obstante, la dinámica en la industria 4.0 evidencia la elevada capacidad de los algoritmos para aprender a aprender e interactuar en actividades de servicio y transporte, entre otros. Cabe suponer que esto alterará el orden tradicional del mercado de trabajo.
Reciclaje laboral
Si bien son pocas las profesiones que puedan ser automatizadas en su totalidad, el 60 % de ellas tienen al menos un 30 % de labores automatizables. Para poder minimizar los efectos de la integración tecnológica se precisan herramientas que permitan al trabajador por cuenta propia o ajena mantener o crear una ventaja competitiva:
- La necesidad de reciclaje constante. Nos encontramos en un mercado laboral con muchos cambios y muy continuos. Por ello, el reciclaje a lo largo de toda la vida profesional debe ser el engranaje básico para la adaptación a los nuevos entornos.
- Potenciar las habilidades tecnológicas. Este factor depende tanto de la actitud de los individuos como de la aplicación de políticas públicas que favorezcan la adaptación y promuevan la creación de nuevos empleos. Por consiguiente, el sistema educativo deberá ser más flexible y adaptable a los cambios en los puestos de trabajo y desarrollar una cooperación con las Administraciones para mejorar las habilidades en tecnología, ciencia, matemáticas, ingeniería e idiomas.
Uno de los desafíos más importantes de la sociedad es cómo reubicar la mano de obra desplazada. Se debe potenciar el diálogo social sobre los empleos que requerirán de personas y para ello se requiere una gran atención, compromiso y responsabilidad por parte de los grupos de interés.
Otro engranaje fundamental es la colaboración del sector público con el privado para establecer y delimitar nuevas formas de aprendizaje y entrenamiento teórico-práctico.
Otro de los desafíos a superar será el de los salarios. La automatización parcial puede suponer una disminución de los mismos. Por ello, será importante contar con políticas salariales que permitan generar nuevas formas de empleo (como las semanas laborales reducidas) y garantizar el alcance de la protección de la seguridad social.
Los riesgos de la robotización del trabajo en España
Con el auge tecnológico las debilidades del mercado laboral se agudizan. En el caso de España, se agravan a causa de las deficiencias normativas de su ordenamiento jurídico, lo que viene a intensificar la inseguridad laboral de los trabajadores. Además, los órganos jurisdiccionales tienen facultades limitadas para impedir los despidos o favorecer la transición y seguridad a los trabajadores por cuenta ajena.
Los riesgos que acarrea la robotización pueden afectar especialmente al mercado laboral español a causa de sus rasgos estructurales: el tipo de empleo preponderante (poco cualificado), el déficit en competencias digitales, el desajuste y la falta de adaptación de los sistemas educativos a las demandas del mercado y, por último, las condiciones laborales precarias que constituyen, ya de por sí, un grave problema estructural.
Para finalizar
La inteligencia artificial está transformando las profesiones y lo seguirá haciendo de forma acelerada en los próximos años. El gran reto del futuro radica en la actitud y aptitud del talento humano para enfrentar este nuevo reto.
Los profesionales, las empresas, los gobiernos y la sociedad deben contar con los conocimientos, las habilidades, las capacidades, la seguridad y la confianza para aprovechar el potencial de la tecnología como apoyo para aumentar las propias capacidades de la inteligencia humana.
Este texto es un extracto del artículo “Tendencias laborales y el futuro del trabajo por medio de la robotización, digitalización e inteligencia artificial en España, escrito en coautoría con la abogada Garazi Azpiazu Arrieta (Universidad Nebrija) y publicado en el Número 12 de la revista indexada Razón Crítica.
Jessica Bayón Pérez, Investigadora y Profesora de Derecho del Trabajo y Seguridad Social y Recursos Humanos., Universidad Nebrija
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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