Este mes de septiembre se conmemoran el 67 aniversario del fallecimiento el día 25, y el 140 aniversario del nacimiento el día 28, del filósofo, escritor, ensayista, periodista, dibujante y crítico de arte catalán Eugenio D´Ors.
Eugeni D´Ors Rovira (1881-1954) fue un escritor e intelectual catalán del “novencentismo”, que utilizó el pseudónimo de “Xenius”, escribió en ambas lenguas catalana y castellana, y fue el principal ideólogo e iniciador del “noucentisme” (“novencentismo”), movimiento cultural catalán que trató de impulsar su proyecto de construcción nacional a comienzos del siglo XX. Mantenedor del espíritu clásico, cuyo Imperio soñaba con restablecer en el siglo XX, conversador y conferenciante de fuerte sugestión y expertas habilidades retóricas, Eugenio D’Ors fue un personaje de excepcional relieve en la vida intelectual española del último medio siglo pasado, con proyecciones en Europa (participó brillantemente en las «Rencontres des Écrivains Méditerranéens» y en las «Rencontres Internationales de Genève»). Dotado de fina ironía y de insólita sensibilidad imaginativa, fue para muchos un maestro del pensamiento, y no hay duda que el balance de su obra y de su vida arroja en definitiva una cifra en que lo positivo y fecundo se impone decisivamente sobre lo fallido e incompleto.
Eugenio D´Ors había nacido en Barcelona el 28 de septiembre de 1881. Ingresó en la Universidad de Barcelona para cursar la carrera de Derecho en 1897, que simultaneó con la de Filosofía y Letras en la especialidad de Estudios literarios. Se licenció en Derecho en 1903 con excelentes calificaciones, y en noviembre de ese año obtuvo el Premio Extraordinario de Licenciatura. En sus años de estudios universitarios, la ciudad de Barcelona vivía una explosión del movimiento modernista. En aquellos años de rebelión estética, social y cultural, Eugenio D´Ors frecuentaba los ambientes literarios y artísticos de la ciudad condal, participaba en las tertulias literarias del Café “Els Quatre Cats”. Se formó en los ambientes literarios modernistas y colaboró en las revistas literarias de la época como “Quatre Gats”, “La Creu del Montseny”,, “Pèl i Ploma”, “Catalunya”, “Lo Pensament Català, o “Auba”. Bajo la influencia del modernismo catalán escribió uno de los cuentos más conocidos de esa época, “La fi de l´Isidro Nonell” (1902), y colaboró asiduamente en la revista “El Poble Català” donde tenía una columna sobre arte. En sus escritos de crítica de arte en la revista “El Poble Català” comenzó a desear una regeneración artística de Cataluña, promoviendo el “Noucentisme”, a la vez que estuvo en lucha abierta contra la burguesía derechista, a la que combatió desde esta revista, “El Poble Català”. Además de sus artículos y cuentos, publicaba dibujos, caricaturas y traducciones. A finales de 1904 y principios de 1905, comenzó a distanciarse en sus publicaciones del modernismo. Un profundo sentimiento de misión de regeneración cultural le hizo plantearse la necesidad de un nuevo proyecto de renovación del individuo y de la sociedad que denominó “Noucentisme”, que continuó la ilusión regeneradora del modernismo. El nombre legal de Eugenio d’Ors, su nombre de nacimiento, era “Eugenio Ors Rovira” o, en su versión en catalán, “Eugeni Ors Rovira”. Entre 1899 y 1904, cuando firmó sus escritos con su propio nombre, utilizó siempre esa forma legal de su nombre catalán (con las variantes Eugeni Ors o Eugeni Ors Rovira, o, en forma abreviada, E. Ors). En el curso del año 1905 incorporó a su nombre la “d” con apóstrofo, que posteriormente adoptaría como firma habitual de sus escritos.
Entre marzo de 1904 y julio de 1905 viajó a menudo a Madrid para realizar los estudios de doctorado en la Facultad de Derecho y comenzar una tesis sobre la genealogía ideal del Imperio – una teoría del Estado-héroe -, que no concluyó. En Madrid continuó con la actividad periodística que fue haciéndole cada vez más famoso con el pseudónimo de “Xenius”, asistió a las tertulias de Juan Valera, Marcelino Menéndez Pelayo y Ramón Menéndez Pidal; y entabló amistad con Francisco Giner de los Rios, Ramiro de Maeztu, Gregorio Martinez Sierra, Antonio Maura, Eduardo Marquina, Ignacio Zuloaga y Enrique Diez Canedo. Además de sus asiduas visitas a las tertulias literarias de intelectuales, Eugenio D´Ors acudía con frecuencia al Museo del Prado y al Jardín Botánico. El recorrido por el Paseo del Prado de Madrid, con la mirada atenta en el arte y también en la naturaleza era similar al que frecuentaba su pensamiento: un recorrido desde la estancia del arte a la estancia de la vida.
Desde 1906, la actividad de Eugenio d’Ors en los medios culturales barceloneses cuajó y encontró su mejor altavoz en el “Glossari”. Ese año había iniciado la publicación en “La Veu de Catalunya” de su sección diaria “Glossari”. En estas «glosas», generalmente breves, se examinan todos los temas de interés de nuestro tiempo, con un criterio en el que lo anecdótico trasciende a la categoría y en el que la unidad de pensamiento no disminuye la gracia de la exposición en una forma original, con una agilidad muy periodística; en la que su estilo adopta un tono magistral harto visible y una estructura barroca muy personal. Con ello establecía D’Ors las doctrinas filosóficas y estéticas que fueron la base del movimiento novecentista catalán, del que “Xènius” (con esta forma familiar de «Eugeni» firmaba el autor sus crónicas) fue la figura más relevante. La publicación del “Glossari” en esta primera etapa duró doce años y es indudable que ejerció un decisivo influjo sobre los sectores más vivos de la intelectualidad catalana, en una reacción contra la corriente modernista de fin de siglo, de la que había partido el propio D’Ors. Las vastas y hondas lecturas, el espíritu europeo, la curiosidad universal y la sorprendente originalidad de las actitudes estéticas y morales de Eugenio D’Ors abrieron a la renacida cultura horizontes aireados y nuevos y más ambiciosos caminos hacia el mundo.
En mayo de 1906 marchó a París como corresponsal del periódico “La Veu de Catalunya”, y ese mismo año contrajo matrimonio con María Pérez Peix. Allí frecuentó la Sorbona y el Colegio de Francia.
En 1908 participó en el Congreso de Filosofía de Heidelberg, en el cual presentó dos trabajos que llamaron fuertemente la atención y que más tarde el autor refundió en la obra “Religio est libertas”.
En 1910 se instaló de nuevo en Barcelona. En 1911 fue nombrado secretario del Institut d’Estudis Catalans.
Como creación literaria sobresale una colección de sus glosas, publicada en 1912 bajo el título de “La ben plantada” (“La bien plantada”); obra de fuerte unidad, que ha sido calificada de «representación y símbolo de la Cataluña naciente» y de «breviario de la Raza», y contiene las líneas esenciales del pensamiento dorsiano como núcleo generador de toda su producción posterior, en catalán y en castellano. En ella la protagonista, Teresa, simboliza la tradición mediterránea y la herencia clásica grecolatina, alegoría del programa noucentista, y deja sentir su influencia benéfica al irrumpir en una pequeña comunidad de veraneantes de la costa, convertida así en trasunto de la sociedad catalana. Escrita en un momento aún vacilante de la lengua, apenas iniciada la obra depuradora y normativa que había de llevar a feliz término la sección filológica del Instituto de Estudios Catalanes, el estilo de D’Ors se resiente de ello, por cuanto éste no poseía la penetrante intuición y el seguro gusto lingüístico de un Josep Carner y carecía asimismo del mesurado sentido histórico y del espíritu de fidelidad al habla popular de un Pompeu Fabra, dos figuras señeras de la nueva corriente capitaneada por el autor.
En 1912 se licenció en Filosofía en la Universidad de Barcelona y en 1913 se doctoró con una tesis todavía inédita titulada “Los argumentos de Zenón de Elea y la noción moderna de Espacio-Tiempo”. En enero de 1914 se presentó en Madrid a unas oposiciones para la Cátedra de Psicología Superior de la Universidad de Barcelona, pero sólo contó con el voto favorable de José Ortega y Gasset. La decepción de aquella derrota fue en cierto modo compensada por su nombramiento en abril de ese mismo año como Director de Educación Superior en el Consejo de Pedagogía de la Mancomunidad de Cataluña. También en 1914 publicó su primer libro de filosofía: “La filosofía del hombre que trabaja y que juega”.
Bajo la sesuda inspiración del presidente Enric Prat de la Riba, el «glosador» secundó y aun modeló la política cultural y pedagógica de la Mancomunidad: Además de ser secretario del Instituto de Estudios Catalanes, en 1917 era director de Instrucción Pública y en 1918 organizó y dirigió un seminario de filosofía. Con todo, pocos años después, por motivos que no han sido bien esclarecidos, dejó el cargo. Las obras más conocidas de D’Ors, pertenecientes a esta etapa catalana, además de “La ben plantada” y el “Glossari” ya citados, son “Gualba la de mil veus”, “Oceanografia del tedi”, “Flos sophorum”, “La vall de Josafat” y “Tina i la Guerra Gran”, aparte sus ensayos publicados en “Quaderns d’estudi”, revista fundada por el mismo Eugenio D’Ors. A partir de aquel momento el “Glosario” fue continuado en las páginas de “El Debate” y luego de “ABC”; en los últimos años, las glosas aparecieron en “La Vanguardia” de Barcelona.
En enero de 1920 su actuación política fue sometida a debate en la Asamblea General de la Mancomunidad y globalmente censurada. En 1920 se trasladó a Madrid y fijó allí su residencia. En 1923 reanudó la empresa del “Glosario”, esta vez en castellano en el diario “ABC”. En 1927 fue elegido académico miembro de la Real Academia Española. Más adelante tomó un camino tradicionalista en el sentido de militancia contra la trasmutación de valores hacia el materialismo que implican el capitalismo y el marxismo. Católico en su “Glosario”, se acercó pronto a la Falange.
Aunque la Renaixença había acabado ya en Cataluña en los años 30 del pasado siglo XX, y todos sus grandes hombres habían muerto ya, quedaban aún dos grandes de las letras catalanas: Josep Pla y Eugenio D´Ors.
La guerra civil española le sorprendió a Eugenio D´Ors en París, pero retornó inmediatamente a la zona nacional en 1937. A mediados de ese año se trasladó a Pamplona, y allí reanudó su “Glosario” en el diario “Arriba España”, y comenzó a colaborar en la reorganización de las instituciones culturales del bando nacional, siendo junto a José María Pemán, uno de los dirigentes de la vida intelectual en la España nacional.
Apasionado por el arte, dedicó a la crítica artística, sobre todo pictórica, gran parte de su actividad: se interesó por maestros de todas las épocas, organizó exposiciones, desempeñó de 1937 a 1939, en plena guerra civil, la Dirección General de Bellas Artes, y publicó libros sobre temas concomitantes: “Tres horas en el Museo del Prado”, “Goya, Cézanne, Pablo Picasso, Poussin y el Greco”, “Teoría de los estilos”, “Arte de entreguerras”, “Tres lecciones en el Museo del Prado” y “Lo barroco”. En este último libro sostiene por primera vez el criterio del barroquismo como constante estilística histórica.
En 1938, bajo el Ministerio de Pedro Sainz Rodríguez, participó en la creación del Instituto de España, del que fue nombrado Secretario, y fue nombrado también Jefe Nacional de Bellas Artes.
La influencia de D’Ors se hizo sentir intensamente en el ámbito peninsular e hispanoamericano, y también en ciertos círculos de Italia y Francia, y junto con José Ortega y Gasset (si bien en distinta dimensión y muy diversos modos y tonos), D´Ors contribuyó a lo largo de muchos años a la regeneración intelectual de España. Sus ideas filosóficas aparecen expuestas principalmente en su libro ya mencionado “Filosofía del hombre que trabaja y que juega” (1914), y más tarde, en 1950, en su libro “El secreto de la Filosofía”, en el que profundiza el desarrollo completo de un pensamiento basado en la «fórmula biológica de la lógica», en la concepción entrópica y cíclica del Universo, con lo que tendía a crear un nuevo racionalismo con derivaciones importantes, especialmente en el campo de la Estética.
Desarrolló cursos en España y en el extranjero (hablaba con soltura francés, italiano, inglés y alemán) sobre la llamada «ciencia de la cultura», basada principalmente en la teoría de los elementos permanentes a través de las sucesivas etapas de la civilización, ideas que compendió en un brevísimo escrito, “La historia del mundo en quinientas palabras”. Otro aspecto de su trabajo es, por así decirlo, el de moralista, que se refleja en libros como “Catecismo de la vida sencilla”, “Aprendizaje y heroísmo”, “De la amistad y el diálogo”, “Grandeza y servidumbre de la inteligencia”, etc.
Eugenio D´Ors murió en Vilanova i la Geltrú el 25 de septiembre de 1954.
Eugenio D´Ors fue un escritor con una enorme capacidad de trabajo, que nunca dejó de escribir, no se rindió y lo sacrificó todo a la cultura, con una filosofía de la acción y de la vida que en sus glosas llevaba a cabo su “heliomaquia” o lucha por el triunfo de la luz, una filosofía basada en lo habitual, que convertía en inseparables la acción y la contemplación, la cultura y el trabajo. Es por todo ello uno de “nuestros grandes”, y por ello le recordamos.
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