Hace unos días, en el BOE se ha publicado la enésima parida de los dictadorzuelos que nos gobiernan: el Consejo Estatal de la participación de la Infancia y de la Adolescencia, se llama el engendro.
Cuando leí la primera noticia sobre el asunto, me acordé de aquellos ridículos programas que, allá por los ochenta, emitían en la televisión pública en la que se simulaban congresillos en los que participaban niños. Vergüenza ajena me producían.
Por lo visto, el consejo de marras, es un órgano permanente y estable de consulta, representación y de participación de las niñas, niños y adolescentes adscrito al Ministerio de Derechos sociales y Agenda 2030 y tiene unas funciones tan primorosamente redactadas que, aun siendo totalmente ininteligibles, encandilan al más pintado.
Porque, ¿quién se va a oponer a que los niños tengan voz en los asuntos esos de sus derechos? ¿Quién va a negar derechos a los niños, o a oponerse a estos derechos sean ampliados, aumentados, corregidos? ¿Qué padre no se va a sentir orgulloso de ver cómo su retoño se sienta en un sillón y diserta sobre asuntos de altura?
Pues de eso se trata, de encandilar al más pintado, o sea al más ingenuo, porque el consejito va a tener la misma función práctica que los órganos de participación ciudadana que los gobernantes ponen a disposición de los adultos. Es decir, ninguna.
Dando por sentado que los niños no deben tener derechos especiales por ser niños, al igual que otros “colectivos” no los tienen que tener por ser “colectivos”, habría que preguntarle a nuestros queridos dirigentes si no se ven capacitados de “defender a los niños” por si solos y por eso necesitan que agudas vocecitas les recuerden que deben velar por ellos, que no son muebles, sino personas.
Pero todo esto no son más que fuegos de artificio, en realidad. Distracciones para que no pensemos en lo que realmente pretenden, o para que, si tenemos dudas, éstas nos desaparezcan, enredadas en el buenismo y la palabrería barata que tanto confunde.
Y lo que pretenden es lo de siempre. El control de todos, la “colectivización” de la sociedad, crear seres pletóricos de derechos que se arrancan la piel a tiras unos a otros para conseguirlos, para hacerlos efectivos.
Y matar (rematar, porque moribunda ya está) a la sociedad, haciendo pasar cualquier cosa que de esta salga por organismos o consejos que ellos controlan. O más bien, haciendo que lo que salga de sus retorcidas mentes, pase por ser “democrático” porque lo propone algún consejo de esos.
Esta vez le ha tocado a los niños. No tienen bastante con tenerlos bajo sus garras a diario durante los interminables años de la “escolarización obligatoria”. Les pertenecen en exclusiva, los niños no son de los padres, han llegado a decir, en el colmo de la transparencia de su mensaje.
Y no les importa engañarlos.
Ni enfrentarlos con sus padres.
Leo con frecuencia en redes sociales, a gente que se pregunta para qué sirve un ministerio como el que ha engendrado este dislate. Pues, evidentemente, para esto que no es un asunto para tomarse en broma.
Nada bueno puede salir de algo que lleva en el nombre “derechos sociales” y “agenda 2030”. Pero tampoco va a salir nada que no haya sido planificado y pensado para ser extremadamente dañino para nosotros.
Ingenuo sería pensar que solamente son unos chalados incompetentes.
Para ilustrar algunas de las cosas a las que me he referido, lean (sin vomitar, por favor) algunas de las perlas que en la disposición ministerial aparecen:
- Funciones: f) Difundir las inquietudes, preocupaciones y opiniones de las niñas, niños y adolescentes en representación de un interés colectivo partiendo de los derechos de la infancia e integrando la perspectiva de equidad, de género y de igualdad de trato y no discriminación.
- Composición: 3. Las niñas, niños y adolescentes miembros del Consejo de Participación lo harán a título voluntario, y en representación del colectivo o colectivos que le han propuesto y elegido, y formando parte de pleno derecho, con voz y voto, de la asamblea.
- Entre sus reglas de funcionamiento habrán de determinar: a) Mantener el principio de paridad entre chicas y chicos por tramos de edad.
Por cierto, ¿alguien ha visto alguna referencia a los padres en el texto completo?
Pues eso.
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