¿Habrá que cambiar los mapas de La Palma tras la erupción?
Angel Luis Muñoz Nieto, Universidad de Salamanca; Carlos Pérez-Gutiérrez, Universidad de Salamanca y manolope@usal.es, Universidad de Salamanca
El volcán de La Palma es uno de los fenómenos naturales que ha causado más impacto científico y mediático en los últimos años. El daño en la economía y en la vida de las familias afectadas nos ha sensibilizado a todos. Las consecuencias sobre el territorio están siendo devastadoras. El paisaje ha sido modificado: viviendas, plantaciones, carreteras, tendidos eléctricos y conducciones de agua han sido destruidos.
La Ingeniería en Geoinformación y Geomática se ocupa del tratamiento de la información geográfica. Entre sus labores están la confección de mapas, modelos tridimensionales del terreno y otras formas de representación de la Tierra. A resultas de la erupción del volcán en La Palma, se presenta una extraordinaria oportunidad para reflexionar sobre la importancia de la cartografía.
La actualización de la cartografía es una necesidad que en los tiempos actuales se demanda con mayor frecuencia y exactitud. Vivimos en una sociedad en continuo cambio. El desarrollo implica una modificación paulatina del territorio. Los cambios en los usos del suelo o la ejecución de nuevas infraestructuras se elaboran a través de mapas y modelizaciones matemáticas previamente planificados. Por su parte, los fenómenos naturales como la imprevisible erupción volcánica son retos para la geomática.
La actualidad volcanológica plantea una serie de interrogantes que escuchamos en los medios de comunicación: ¿se podrán restituir los antiguos linderos de las parcelas arrasadas por la colada? ¿Cómo se reflejará en los mapas los nuevos terrenos ganados al mar? ¿Cómo recogerá la cartografía los daños habidos en las infraestructuras o las modificaciones que ha sufrido la topografía?
Diariamente consumimos geoinformación. Desde que se obtiene el dato hasta que se genera el mapa, existen un conjunto de técnicas y disciplinas asociadas a la geomática que permiten organizar y clasificar la información para su correcta visualización y análisis.
Se incluyen, entre otros, los métodos de posicionamiento geodésico, así como las herramientas de captura de imágenes del terreno: fotogrametría y teledetección. Finalmente, los mapas y otros productos cartográficos como las ortofotografias y los modelos digitales del terreno se distribuyen a través de internet.
¿Será necesaria una redefinición de la red geodésica?
El primer paso es conocer la deformación que ha sufrido la isla en su conjunto. Sobre todo la zona afectada directamente por la lava, de lo cual se encarga en la actualidad la red de monitorización geodésica dispuesta a lo largo de toda la isla de La Palma. Compuesta por una serie de estaciones GNSS (Global Navigation Satellite System, sistemas de navegación global por satélites), determina de forma continua la posición de sus puntos y por tanto las deformaciones de la corteza terrestre y el campo de velocidades que en ellos pueden producirse por efectos sísmicos y vulcanológicos.
Además, y con el fin de verificar los resultados obtenidos por estos procedimientos geodésicos, en esta última década se han incorporado a estos estudios técnicas InSAR (que son tecnologías interferométricas radar desde satélites). Estas técnicas permitieron, por ejemplo, localizar la fuente volcánica submarina de El Hierro en la erupción de 2011, y sustituyeron a las observaciones geodésicas clásicas (terrestres) que se realizaban en la segunda mitad del pasado siglo. Sobre todo desde la erupción del Teneguía en 1971, con el fin de colaborar con las redes sísmicas, hidrológicas y fumarológicas de la isla de La Palma.
Estas redes geodésicas nos proporcionan, en su nueva definición después de los sucesos volcánicos y sísmicos, la estructura geométrica para la representación tanto de los nuevos terrenos que la lava haya formado (terrestres u oceánicos) como de las variaciones de los existentes, y en ella se apoyarán los nuevos levantamientos.
¿Habrá que realizar nuevos levantamientos topográficos?
En el momento actual, con el volcán todavía en erupción, no se trata tanto de elaborar una cartografía formal de la zona sino de conocer la evolución del fenómeno. Siendo un proceso cambiante y con múltiples efectos tiene pleno sentido un análisis multiescala. Esto no hubiera sido posible hace algunos años debido a que la toma de datos suponía una inversión de tiempo incompatible con la velocidad del cambio.
Actualmente existe una variedad de fuentes de información inimaginables tiempo atrás. Por una parte, la adquisición de imágenes y vídeos desde drones permiten un seguimiento de la colada prácticamente en tiempo real.
Por otra parte, desde el espacio, los satélites de observación del territorio no solamente facilitan las imágenes en el espectro visible, sino que también disponen de sensores infrarrojos y térmicos para conocer parámetros físicos y químicos de las coladas, o sensores en el espectro de microondas capaces de detectar subsidencias o afloramientos del terreno en el orden de los centímetros.
Actualmente el problema no radica en conseguir datos sino en procesarlos y analizarlos. El ingeniero en geoinformación y geomática es el profesional mejor formado para estas labores.
En este momento, con el volcán todavía en erupción, la cartografía que se está elaborando es lo que se denominan mapas de emergencia (fastmaps, en su acepción anglosajona) que permiten tomar las decisiones relacionadas con la protección civil.
A futuro, la información que se está recabando en estos momentos permitirá análisis más detallados y pausados, contribuyendo a reconstruir las diferentes fases de la erupción, elaborar modelizaciones matemáticas y afianzar nuevas hipótesis vulcanológicas por los especialistas.
Cuando el terreno se haya asentado y enfriado definitivamente, la adquisición de imágenes específicas para ese aspecto permitirán reelaborar el mapa topográfico de la zona con el fin de proceder a la zonificación de las parcelas acorde a la información jurídica y catastral de las propiedades.
Angel Luis Muñoz Nieto, Departamento de Ingeniería Cartográfica y del Terreno, Universidad de Salamanca; Carlos Pérez-Gutiérrez, Docente e investigador en fotogrametría, teledetección e infraestructuras de datos espaciales, Universidad de Salamanca y manolope@usal.es, Universidad de Salamanca
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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