Las opiniones de este artículo pertenecen a sus autores
Es de agradecer la inusitada atención que la última visita a España de SMC Don Carlos Javier de Borbón ha generado en diversos medios de comunicación de diversa índole y a través de Redes Sociales. Pero del mismo modo, sorprende que la información transmitida, en general, está llena de inexactitudes, medias verdades, o directamente falsedades. Entendemos que en la mayoría de las ocasiones no existe ánimo difamatorio o de faltar a la verdad, pero en cualquier caso, y como leales súbditos del S.M. el Rey, nos vemos obligados a aclarar ciertos puntos que han salido a la luz pública que no hacen justicia al Abanderado de la Causa.
En consecuencia, y pese a que no tendría que ser necesario aclarar este asunto a estas alturas de su trayectoria pública, informamos a los desconocedores que Don Carlos es católico, apostólico y romano, como corresponde al Legítimo Rey de Las Españas. Él mismo lo ha afirmado en numerosas ocasiones en público, en privado, y a través de sus comunicados, haciendo en ellos constantes referencias a los Pontífices Benedicto XVI y Francisco y haciendo, asimismo, pública profesión de fe en repetidas ocasiones. Al igual que él, toda la Familia Real (incluyendo a su madre Doña Irene, su esposa Dña. Ana María, sus hijos, hermanos y sobrinos) son católicos. Por ello, queda zanjado el asunto de su presunta adhesión a la fe protestante, o su pertenencia a la masonería. Estos bulos lo único que hacen es difamarle y mentir deliberadamente para crear una imagen antipática y distorsionada de su figura.
También se pone en duda la asunción de sus deberes dinásticos o la reclamación pública de su legitimidad sobre el trono de España. Recordar a las mentes olvidadizas que, ya en agosto de 2010, Don Carlos manifestó públicamente, “que él no podía renunciar a estos derechos porque fueron otorgados por el pueblo español y solo el pueblo español puede arrebatárselos”. En la misma línea, su primer mensaje al pueblo carlista, comenzaba así: “»Fiel a mis antepasados, fiel a mi Augusto Padre, cumpliré con los deberes y sacrificios que me impone el ser hoy el abanderado dinástico del Carlismo, que la legitimidad de origen y de ejercicio, desde los tiempos de Carlos V, ha hecho recaer en mí”. Con ambas afirmaciones, hechas de manera pública y notoria, está reclamando los derechos y deberes que su papel de Rey y Jefe de la casa Real, lleva intrínsecos. El que no quiera verlo y/o entenderlo, deberá buscar otros motivos, pero no éste.
Para ahondar en este punto reivindicativo de sus derechos y deberes, Don Carlos ha jurado públicamente, y con amplia cobertura mediática, los Fueros del Reino de Navarra en 2012, los Fueros del Reino de Valencia en 2019, y los Fueros del Principado de Cataluña en 2021. Eso es, en toda regla, una manifestación de su legitimidad de ejercicio ya que sólo el Rey puede y debe jurar los fueros de los diferentes Reinos y Señoríos. Si lo que se espera de él es que monte una “sentada” o un “escrache” en la puerta de la Zarzuela, clamando el trono, desde luego, ya pueden esperar, porque Don Carlos es el Rey, pero no el gobernante de la “Ínsula Barataria”, en la que gobernaba Sancho Panza, mientras todos hacían escarnio sobre su figura.
Otras informaciones falsas dicen que Don Carlos se declara socialista. En este punto, Don Carlos, en ningún momento se ha declarado como tal, y lo que sí ha hecho en algunas ocasiones es explicar por qué en un momento de la historia, algunos carlistas adoptaron esa nomenclatura. Aclarando también que nada tuvo que ver el llamado “socialismo autogestionario” con el socialismo marxista de Estado.
También se le acusa de ser amigo de los “enemigos de la patria”. En este saco se incluyen tanto a políticos como a inmigrantes, y otros colectivos. Efectivamente Don Carlos se ha reunido, y lo seguirá haciendo, en virtud de su legitimidad de ejercicio, con todos los políticos y colectivos que sea necesario, y muy especialmente con aquellos que por diversos motivos tengan serias reivindicaciones respecto al actual estado de las cosas, ya sean de índole social, territorial, u otras. Las manos de un monarca deben estar abiertas, precisamente, a los requerimientos de su pueblo, y en particular a los que sientan los agravios. La última prueba de los objetivos que se cumplen con esta apertura de brazos de Don Carlos respecto a su pueblo, la pudimos observar el pasado domingo 28 de noviembre, durante el discurso del alcalde de un pueblo de Tarragona, del partido ERC, que dijo, y citamos literalmente, “Es un placer acoger en nuestro pueblo al Rey de España”. Para estar siempre en el enfrentamiento perpetuo y no acercarse al que piensa diferente, que no cuenten con Don Carlos. Esto es reconstruir España, que es lo que necesitamos.
Podríamos seguir “ad eternum” aclarando o justificando las desinformaciones que se vierten sobre él, y nos ponemos a disposición de quién desee molestarse en conocer al verdadero Don Carlos. También valdría con que se acercaran en las reales visitas que realiza por España para darse cuenta de su mensaje, de su ilusión, de sus esperanzas, y de lo que piensa y propone para cada caso concreto.
Del mismo modo hacemos un llamamiento expreso a todos aquellos carlistas, coherentes con nuestro lema – Dios, Patria, Fueros, y Rey -, que dejen de buscar la paja en el ojo ajeno; de releer una y otra vez los comunicados del Rey buscando la más mínima falta para elevarla a máximos; que trabajen por la unidad del carlismo, pero no sólo de boquilla, sino efectivamente buscando puentes con el resto de carlistas y la Familia Real. Amigos todos, el enemigo es el sistema liberal en su conjunto, y sólo el carlismo ofrece una salida al mismo, siguiendo la estela marcada por nuestra tradición política, pero adaptada al tiempo que vivimos. Don Carlos, como cabeza visible del carlismo, os llama a su lado. Os esperamos.
Mientras quede un brazo que mueva una honda,
mientras queden piedras en los pedregales,
mientras tenga ramas esta vieja fronda
donde cortar picas para tus zagales,
mientras en tu pró se mueva una lanza,
Rey, para tu gloria hay una esperanza.
Ramón del Valle-Inclán (1866-1936) en Voces de gesta (1911)
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