Dado que voy a poner la proa al gran silencio de los promotores de la Agenda 2030, tengo que decir y dejar claro que el calentamiento climático es una hecho y eso no lo voy a discutir, también voy a defender las grandes ideas relativas al cuidado de la “casa común”, pues de igual manera que cuidamos nuestro hogar y lo mantenemos limpio, el género humano –la humanidad- debe cuidar su casa y mantenerla limpia. Estoy de acuerdo en que hemos tratado la naturaleza como tiranos, no como meros gestores que deben cuidarla porque, además , somos parte de ella. Pero ya aquí me viene una reflexión. No diré que los mares de nuestro entorno estén tan limpios como hace 40 años, pero cuando se trata de hacer hincapié en la suciedad de los mismos casi siempre nos emiten imágenes horrendas de plásticos navegando en mares que no son los nuestros, de plásticos que tampoco fueron tirados por nosotros a esos mares, e insinuando que los culpables somos nosotros, cuando nuestras sociedades occidentales son las que más invierten en este tipo de cuidados ecológicos y reciclados.
Siguen callando y engañando con las imágenes citadas, que esas “islas” de plásticos se encuentran en el Pacífico e Índico (no en nuestros mares), y que han sido producidas por los residuos no reciclados de los países emergentes de la zona a los que la plutocracia mundial ha llevado sus industrias, “deslocalizando” las que antes había en los países occidentales, porque allí la mano de obra cobra sueldos de miseria y no existen los impuesto ecológicos (el que ensucia paga). Y es esta plutocracia oligárquica mundial, que ha llenado el mundo de todo tipo de deposiciones físicas (que no se confundan con las judiciales), la que ahora ha influido en los Estados, a los que controla, para que se inventen que “la Agenda 2030 es el plan de acción climática más amplio y ambicioso impulsado por la ONU” y nos apostillan con que “el acuerdo de París del 2015 marcó a la sociedad una meta OBLIGATORIA, cual era que el aumento de la temperatura media en la Tierra se quede al final del siglo XXI por debajo de los dos grados”.
Cuando observo que relacionan la suciedad de nuestra casa global con el calentamiento climático me surgen dudas de su buena fe, y del razonamiento que nos aplican porque, siguiendo el símil ya utilizado, la mera suciedad de nuestro hogar no la responsable de que éste se caliente. Se me incrementan aún más las dudas, sobre su buena fe, porque sin mayor fundamento achacan como causa única del calentamiento que, insisto, es una realidad, a las causas humanas y por tanto, según ellos, se deducen unas medidas económicas que sólo ellos controlan, saben y nos aplicarán. El resto del razonamiento con las consecuencias que tendrán al común de los mortales lo dejo a los lectores.
Calentamiento global en la Historia.
Esto es una realidad constatada y como tal poco discutible. Lo que sí es discutible es la parte de responsabilidad que, en el calentamiento global, corresponde a la acción humana; porque otra realidad nada discutible es que la Tierra ha sufrido grandes cambios climáticos y en ellos nada ha tenido que ver la acción del hombre. ¿Por qué se omite esto?
La energía que se produce por los carbones fósiles fue consecuencia de unos bosques inmensos de una frondosidad lujuriante, que había en la Tierra en la Edad Secundaria y el Terciaria; bosques que se habían desarrollado en un entorno de clima mucho más cálido que ahora, mucho más húmedo y con una atmósfera rica en CO2. En la enormidad de los cambios posteriores de clima nada tuvo que ver la mano del hombre. El carbón quemado en los siglos XIX y XX no ha hecho sino devolver a la atmósfera, y de ahí a los vegetales de ahora, lo que ella tuvo en el pasado y estuvo bajo tierra hasta hace poco.
Todos hemos estudiado que en el Cuaternario (edad actual) hubo cuatro glaciaciones, lo que ha supuesto que haya habido cuatro descensos de la temperatura a nivel global y cuatro calentamientos de la misma, y en estos procesos climáticos nada tuvo que ver la mano del hombre. La fusión de los hielos de la última glaciación –a causa de un calentamiento global- se produjo hacia el año 10.000 antes de Cristo y supuso una subida tal en los mares y océanos que, el Mediterráneo, que entonces estaba dividido por lo que hoy es su parte central, se uniera e hiciera uno. Por supuesto que los culpables del calentamiento fueron los hombres de las cavernas hartos de pasar frío.
La desaparición de la gran sabana, más húmeda que las sabanas actuales, que ocupaba hace 12.000 el desierto del Sahara fue una realidad en la que nada tuvo que ver la mano del hombre, aunque según la progresía se debió a que los tuaregs estaban hartos de que las gacelas se ocultaran entre los árboles y no pudieran cazarlas a gusto. Parece ser, ahora en serio, que un cambio de inclinación del eje de la Tierra produjo un calentamiento en el hemisferio norte que supuso la desaparición de la sabana y la aparición del desierto sahariano, junto con la aceleración de la desaparición de los hielos de la cuarta glaciación que en Europa llegaban hasta la mitad de la península ibérica. Enlazando con el párrafo precedente, esto último fue traumático en muchas comunidades que se habían asentado junto al mar Mediterráneo, pues el nivel del mar no subió únicamente 20 metros, sino cientos. En ello nada tuvo que ver el ser humano, salvo los hombres de las cavernas hartos de pasar frío.
En ese mismo contexto nos encontramos con lo que hoy día es la península arábiga. Ésta estaba unida a África con un gran valle longitudinal de transcurrían en dirección norte-sur. La subida de las aguas, consecuencia del deshielo arriba citado, supuso la aparición del mar Rojo, y el mismo cambio climático que produjo la aparición del desierto del Sahara fue el causante de la desertización de la península arábiga. Pero detrás de todo estaban los tuaregs, que así pudieron cazar gacelas más fácilmente ya que éstas no se podían ocultar entre los árboles y maleza de la sabana.
Hacia el año 1250 antes de Cristo, el Mediterráneo Oriental fue sacudido por una serie de invasiones, “los Pueblos del Mar”, que pusieron patas arribas a todos los pueblos y culturas que allí se asentaban, e incluso pusieron en jaque al Egipto de los faraones en tiempos de Mineptah. Se sabía que atravesaron el Bósforo y provenían, al menos, de Centro Europa, y algunos sostenían que de las regiones de lo que hoy son Dinamarca, norte de Alemania y parte de Polonia, pero nunca estuvo claro, pues siempre hubo controversia, sobre la causa de esta gigantesca emigración. Recientemente se admite con bastante unanimidad que el motivo fue un cambio climático, cuya causa debió ser provocada por los aqueos, “tirsenos”, “corsos”, licios, tartesios (éstos según Schulten), filisteos y otros deseosos de degustar el vino recién descubierto por un tal Noé, y que por Hiperbórea no había. Este cambio climático se calcula que se produjo entre los años 1350 – 950 ante de Cristo. Se estima que este cambio climático citado junto con el que referiré cuando hable de los normandos (730-900 d. C.) y otros dos intermedios a estas fechas citadas fueron la causa de la desaparición de los mayas. Y como todo el mundo sabe la culpa la tuvo Hernán Cortés, y si no es así me da igual, que es de lo va mos.
En época histórica más reciente ha habido varios cambios climáticos, pero por curiosidad citaré el calentamiento que se inicio en el hemisferio norte hacia el siglo IX (730-900 después de Cristo). Esto supuso que los hombres del norte, normandos, vikingos o como les llamemos, emigraran inicialmente a Inglaterra y la actual Normandía, hicieran incursiones llegando hasta París, asolaran Galicia e incluso Sevilla en tiempos del califato, y fundaran el reino normado de Sicilia. Lo más curioso fue su inmigración hacia el oeste, donde los hielos fundidos les permitieron llegar inicialmente a Islandia, luego saltaron a Groenlandia =la Tierra Verde en la que actualmente y gracias a la desaparición de los hielos están apareciendo asentamientos vikingos, lo que indica que cuando llegaron éstos –finales del siglo IX, inicios del X- no había hielo (a causa de la llamada “anomalía climática medieval” siglos X al XIV), luego vinieron los hielos (con la llamada “pequeña edad de hielo” siglos XV al XIX, y ahora vuelve el deshielo)= y de allí al noreste de Norteamérica. Sin duda, la culpa de este calentamiento fue de los normandos, pues se empeñaron en llevar la cerveza a lo que luego sería los EEUU, a la vez que deseaban degustar los caldos mediterráneos.
Para referirme al clima que había en la península ibérica citaré “El libro de la montería del Rey Alfonso XI” y podrá informarse de la caza del oso en los Montes de Toledo. A lo vista de lo que hoy son los Montes y de lo que debían de ser en los siglos XIII, XIV y siguientes, para que hubiera osos por esos pagos, mucho ha cambiado el clima y la vegetación, lo cual ocurrió en casi toda Europa a finales del siglo XVII dentro de un marco mayor –la ya citada “pequeña edad de hielo” siglo XV al XIX-. Este clima, cuyo cambio comenzó por las citadas fechas es el que en grandes rasgos conocieron nuestros padres y abuelos y, según las malas lenguas amigas, fue provocado por los Tercios de Flandes, que obligados a abandonar las tierras de Flandes, del Brabante y del Artois por esas fechas, se dijeron que de esa manera no tendrían vino por la cuenca del Rhin, y daban motivos para incrementar la Leyenda Negra.
Lo dicho hasta aquí nos provocan las siguientes preguntas: ¿Pudiera ser que la mayor parte del calentamiento que nos llega no fuera debido únicamente a la acción del ser humano? ¿En este caso cuán de importante sería la debida a la acción humana y por tanto incidiría en las fuentes de energía que hay que seleccionar? ¿Por qué la meta ha de ser obligatoria –sin contar con los “paganos o pecheros”, por supuesto- y son ellos, no los “paganos”, quienes van a imponer lo que tenemos que hacer, cuando no está claro que lo que se haga sirva para algo, salvo para llenar sus bolsillos?
El ser humano del siglo XX
El caso más paradigmático que voy a citar es el caso de lo que se llama “mar Aral”, el cual era una de las mayores extensiones de agua salada del planeta, lo que realmente de convertía en una cuenca endorreica. La explotación desaforada iniciada entre los años 54 a 60 del pasado siglo ha hecho que en 60 años haya prácticamente desaparecido, gracias a la iniciativa de la izquierda ecológica que en esos momentos mandaba en la Unión Soviética. Según estudios de la época, años 70, se vaticinaba un desastre medioambiental y ecológico que iba a incidir en “un cambio climático como consecuencia de un ligero desplazamiento en el eje de la Tierra”.
Pero observemos los datos de algunos embalses actuales en el mundo:
El Lago Whitesand de Canadá tiene 95.000 Hm cúbicos.
La presa de Bratsk de Rusia tiene 169.200 Hm cúbicos.
El lago Nasser de Egipto (Assuan) tiene 157.000 Hm cúbicos.
El lago Karina sobre el Zambeze tiene 160.000 Hm cúbicos.
El lago Volta tiene 148.000 Hm cúbicos.
El lago Guri tiene 135.000 Hm cúbicos.
El lago Mauicougen tiene 141.700 Hm cúbicos (lago, en esta lista, es mera denominación, no realidad lacustre).
Para que veamos lo que lo dicho supone añadiré que el más grande de España, el embalse se Alcántara, tiene 3.162 Hm cúbicos y estaría en el número 134 del ranking citado. Toda el agua desplazada supone el equivalente de un único embalse de unos 20 metros de profundidad y una superficie equivalente a las 3/4 parte de la península ibérica. Esto nos da idea de la enormidad de agua desplazada de su curso natural y almacenada por el hombre durante el siglo XX en cantidad muy superior de la desaparecida en el mar Aral y que ha supuesto, con toda probabilidad (como ya se denunciaba hablando del mar de Aral), un cambio de posición del eje de la Tierra (de esto saben los geodestas cuando, en los planos que proponen, añaden los cálculos precisos para calcular el Norte geográfico de cada año-o sea, el eje-, consecuencia de variaciones anuales). Esto se traduce con toda seguridad en una influencia en el cambio climático.
CONCLUSIÓN(ES)
Si nos estamos encontrando con un cambio climático más, en la línea de los muchos que la Historia ha conocido: “en vano se afanan los albañiles”.
Si nos enfrentamos a un cambio climático como consecuencia del desplazamiento del eje de la Tierra por causa de las masas de aguas desplazadas durante el siglo XX: “los albañiles no harán nada, porque no están dispuestos a hacer nada”.
Si nos encontramos con una convergencia de las dos anteriores: “ya sabéis la respuesta”.
La única solución vendría de una auténtica adaptación a ese calentamiento y no evitar un proceso que no somos capaces de controlar. Por supuesto tenemos que cuidar la casa común y no llenarla de nuestras deposiciones de todo tipo, pero creo que de ello ya hablará Bruno Sáiz.
Dado que los que nos mandan saben todo esto, los que nos gobiernan no lo sé, ¿a qué viene tanto incidir en lo mismo –que nunca es la verdad- y qué buscan con ello? SIN DUDA NADA BUENO PARA LOS PLEBEYOS que terminaremos por llenar su faldriquera.
Un tema no menor que consume el CO2 del aire y mata las masas arbóreas que son casi el pulmón de la Tierra es el resultante de los incendios en algunos países. Son paradigmáticos los incendios de la cuenca amazónica pero hay dos reflexiones que no dejan de llamarme la atención a este respecto. La primera de ellas sería que siempre inciden en los incendios antes citados, y ocultan los incendios no menores de la selva del centro del África y de la península del Indostán, igual o superiores en masa forestal quemada a los de la selva amazónica. La segunda reflexión incide en que en el caso de la selva amazónica, pocas veces inciden en la masacre de aborígenes que se comete y que son los poseedores ancestrales de esas tierras, a quienes se desposee por este expeditivo sistema. ¿Por qué será?
A guisa de reflexión última, que ponga la guinda en la(s) conclusión(es), cabe preguntarse si Canadá y Rusia van a ponerse a trabajar para evitar un calentamiento que funde los hielos de sus aguas territoriales, hasta ayer heladas, y que les va permitir el acceso a las enormes bolsas de petróleo que hay en las mismas, y que hasta ahora les eran inaccesibles. No olvidemos que el petróleo seguirá siendo durante unos decenios la principal fuente de energía, por más películas que nos vendan.
Lo mismo cabe decir de los países “progresistas” de norte de Europa (Noruega, Suecia, Finlandia), si pensamos que van a renunciar a un calentamiento que atempera los rigores de su clima en invierno, y que tanto les conviene.
Terminado el 4 de noviembre de 2020
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