En el 2016, la investigadora de salud pública de la Universidad de Brown, Lisa Littman; descubrió, navegando por internet, que un grupo de amigas adolescentes se había declarado, casi a la vez, como transgénero.
Intrigada por lo repentino e inusual del caso, comenzó a estudiar el fenómeno. Dos años después publicaba los resultados. La identificación transgénero se había convertido en una moda a seguir entre las adolescentes. La investigadora observó que grupos enteros de amigas en universidades, bachilleratos e incluso escuelas secundarias, se identificaban con alguno, de los 112 términos de género, inventados y propagados por la ideología de género.
Su estudio, que incluyo una serie de entrevistas a las familias de las estudiantes, encontró que estas jóvenes que se identificaban como transexuales, habían sido niñas que disfrutaban serlo y que no expresaron ningún malestar con su sexo biológico hasta antes de la adolescencia.
Por su parte, Abigail Shrier, escritora del Wall Street Journal y autora de «Daño irreversible: La locura transgénero que seduce a nuestras hijas» ha alertado sobre una terrible epidemia. El número de niños en el Reino Unido que buscan “cambiar de género”, aumentó de 97 en el 2009, a los 2.510 casos en el 2018. Un aumento de más de 4.400% en tan solo una década.
Los estudios de ambas analistas coinciden en que, es la presión de grupo, en la vulnerable etapa de la adolescencia, lo que ha expandido esta moda. Las adolescentes se enfrentan a factores como: la inseguridad, su deseo de ser aceptadas, de ser populares y de pertenecer al grupo, etc. Estos factores, además, se han agudizado en los últimos años debido a la influencia de las redes sociales.
Los adolescentes de hoy pasan mucho menos tiempo en persona con amigos que cualquier generación anterior; esto sin tomar en cuenta las medidas de aislamiento social que ha traído la pandemia las cuales han contribuido a agravar la situación. La mayor parte de la vida social de los jóvenes ocurre en línea, donde al ver vidas e imágenes que presumen una felicidad y satisfacción que están muy lejos de ser reales; los sentimientos de inseguridad e inferioridad aumentan, a medida que los deseos de popularidad y reafirmación crecen.
Desafortunadamente, cuando en su colegio o ante su grupo de amigos se declaran con un género diferente al real; consiguen, como por arte de magia, la popularidad, los seguidores y la atención tan anhelada. Así, el efecto llamado contagio entre pares, así como la exposición a peligrosas plataformas en internet, que promueven la ideología de género, hacen sumamente deseable entre los jóvenes, la pertenencia a esta ideología.
Para aumentar la gravedad del asunto, varios jóvenes, especialmente quienes se identifican a sí mismos como transgénero; forman círculos de “apoyo” sumamente fuertes y cerrados protegiéndose unos a otros y reafirmando su identidad en curso guardando gran hostilidad por quien no pertenece a ellos y, más aún por quien no los reafirme en su elección. La aversión es aún mayor si se trata de los padres o familiares. De hecho, los padres que se niegan a reafirmar a sus hijos, se ven envueltos en grandes presiones; corriendo, no pocas veces, el peligro de perder hasta la patria potestad de su hijo.
Como vemos, en lugar de explorar y tratar los problemas de raíz; más cuando conocemos los factores que empujan a los jóvenes a experimentar entre el arcoíris interminable de géneros que ofrece dicha ideología, se empuja a los niños a la transición pasando por alto los riesgos y el sufrimiento que encierra para la mayoría este camino irreversible, doloroso y contra natura. Desafortunadamente, la llamada transición no mejora la salud emocional de quienes se aventuran por ese camino. Por el contrario, varios se sienten extraños en sus nuevos cuerpos y son muchos quienes lamentan los cambios permanentes de la transición, incluida la pérdida de la fertilidad.
La rápida normalización y promoción del movimiento transgénero cuenta con el aval de la mayoría de los partidos políticos en el poder en: Estados Unidos, Canadá y gran parte de Europa e Hispanoamérica. Esto ha afectado también a maestros, doctores, psicólogos y psiquiatras que temen ser etiquetados o hasta perder el trabajo, como les ha pasado ya a varios profesionales que se niegan a ser parte de un proceso tan oscuro y peligroso. Desafortunadamente, no son pocos los profesionales que han cedido a la presión. Tanto, que la Asociación Médica Estadounidense ha anunciado que el sexo debe eliminarse como una designación legal en la parte pública de los certificados de nacimiento. Además, varias farmacéuticas han encontrado el dedo de Midas en este movimiento que obliga a las personas que se someten a él, a tomar medicamentos de por vida.
Sin duda, las personas que experimentan disforia de género merecen una atención compasiva. Pero eso es muy diferente a permitir que los menores en un estado mental vulnerable, en estos tiempos de confusión sexual, alteren irreversiblemente sus cuerpos con lo último en ciencia médica y farmacéutica.
De seguir este movimiento, las consecuencias serán impredecibles. No podemos jugar a ser Dios en vano. El futuro de varias generaciones está en juego.
Es hora de parar este movimiento. Es nuestra responsabilidad no darle nuestro apoyo ni a través de nuestro voto; ni entregándoles a nuestros hijos en sus colegios y universidades para que los deformen; ni contribuyendo a su popularidad y riqueza viendo sus películas y series; escuchando su música y comprando sus productos; en su mayoría, además, francamente inmorales y de ínfima calidad.
Desafortunadamente, desde hace tiempo no nos contentamos con surcar los mares, recorrer los cielos y hasta llegar a la luna. Tentados cual Ícaro que desea tocar el sol, ya no nos conformamos con conocer la naturaleza y someterla, siguiendo el mandato divino. En nuestra ambición por ser como dioses, estamos invirtiendo el orden natural creado por Dios. Estamos destruyendo Su imagen en nosotros reconstruyendo un hombre a la medida de nuestros deseos y caprichos. Hombres que serán, parafraseando a Hobbes, lobos para el hombre.
En medio de tanta oscuridad, mantengamos la esperanza, recordemos que: “Vincit omnia veritas”, “la verdad lo conquista todo”.
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