Siguiendo los consejos de un lector he tenido ocasión (que no placer) de leer el libro «La cuarta revolución industrial» de Klaus Schwab, editado por editado por Penguin Random House bajo el sello editorial Debate.
Podemos decirlo todo únicamente con referir que el prólogo de dicha edición está redactado por Ana Botín, presidenta del Grupo Santander, así que el lector ya puede comprender que estamos ante liberalismo/capitalismo en estado puro, es decir, estamos ante la destrucción de cualquier tipo de transcendencia, y la defensa de un materialismo antihumano.
La única virtud que tiene el libro es la de su sinceridad, por cuanto Schwab reconoce sin empacho alguno que de la multitud de los diversos retos de hoy, la nueva revolución tecnológica supondrá una transformación de la humanidad, por cuanto la conjunción de la inteligencia artificial, la robótica, el internet de las cosas, la nanotecnología, la biotecnología y la computación cuántica supuestamente traerá la felicidad al ser humano. Evidentemente el autor se olvida que el ser humano es cuerpo y alma, pues precisamente el alma y trascendencia esta ausentes en su libro.
En una obra de estas características no podía faltar la defensa del totalitarismo, y de las élites globalistas, por cuanto el autor es plenamente conscientes que dichas élites están haciendo uso de la tecnología para cambiar el comportamiento de los individuos, y para fomentar un consumo que no ennoblece al ser humano, sino que simplemente trata de satisfacer sus instintos más bajos. Schwab reconoce que no solo está cambiando el qué y el cómo hacemos las cosas, sino que se está alterando el quiénes somos, y precisamente para esa élites masónicos el gran enemigo es el pensamiento tradicional al que por todos los medios hay que tratar de derrocar.
«La cuarta revolución industrial» supone un peligroso alegato a favor de las destructivas tecnologías que están propiciando una cambio trascendental al impulsar la abolición del ser humano, integrado por cuerpo y alma. El libro supone un empeño cerril en establecer una nueva narrativa para empoderar aún más a las élites, y evitar una violenta reacción popular que ve como su libertad desaparece.
Para Schwab el eje vertebrador de la sociedad no es la persona creada a imagen y semejanza de Dios, sino el consumidor, que supuestamente es el gran ganador de los avances tecnológicos, es decir, el consumo es el único termómetro para medir la salud y la felicidad de los pueblos.
Resulta evidente que a las élites financieras no les resulta preocupante que en un futuro próximo se aplicarán sistemas de monitoreo para el rastreo de las personas, y que desaparecerá el concepto de privacidad, y libertad. Si bien este sueño demoniaco podía ser ciencia ficción, la pandemia del COVID ha demostrado que ni la privacidad, ni la libertad, ni la sociabilidad humano son principios a defender por los poderes gobernantes, por cuanto los mandatos COVID han demostrado que al hombre se le puede tratar como a un animal según la voluntad de los políticos sometidos al poder globalista.
Ya hace más de un año Tradición Viva denunció con un vídeo que ya tiene más de 20.000 visualizaciones los peligros del nuevo reseteo (el vídeo lo puede ver a continuación)
Hoy, con la lectura del panfleto de Klaus Schwab confirmamos lo que entonces decíamos: las élites luciferinas están empeñadas en cambiar al ser humano, alterándolo biológicamente, anulándolo mentalmente, y eliminando el mensaje de salvación de Nuestro Señor Jesucristo. El Nuevo Orden Mundial solo tiene un objetivo: convertir a todo el pueblo en una clase social de trabajadores precarios que únicamente podrán satisfacer sus instintos más bajos, sin posibilidad de pensar en una vida futura, y sin posibilidad de escapar al destino trazado por las élites.
Vergonzoso resulta comprobar como el objetivo es redefinir las identidades individuales, para alejar a la persona de su entorno, y de su familia. Según los defensores del N.O.M. es necesario que la persona no se identifique con un lugar, una etnia, una cultura, una religión, ni una lengua, es necesario derrumbar toda diferencia para que el capitalismo cumpla su sueño de tener un mercado homogéneo donde poder colocar sus productos sin distinción de sexo, edad, religión, o tradición cultural. Igualmente defienden la necesidad de redefinir la identidad familiar, por cuanto muestran su apoyo al desarraigo y la inmigración sin tasa para transitar desde la unidad familiar natural, a la red familiar transnacional en la que el único contacto posible será por medios digitales.
Hemos dicho, y nos reafirmamos, que la única virtud del libro es su sinceridad, por cuanto el mismo Schwab reconoce que es necesario impulsar una cosmovisión secular, y que el mayor peligro para las élites masónicas es precisamente la existencia de grupos que el llama «radicales» que defienden los valores religiosos, y que desde su tradicionalismo siguen empeñados en defender la libertad del ser humano.
Querido lector, el enemigo es consciente que nosotros suponemos el freno a sus ambiciones, por lo que haremos gala de nuestro pasado y seguiremos defendiendo la verdadera libertad, que es aquella que permanece íntimamente unida a la verdad.
Por Carlos Pérez- Roldán y Suanzes
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