¿Qué podemos aventurar sobre el futuro de Chile ahora que ha ganado el joven Boric? Las elecciones en ese país andino generaron muchas expectativas y fueron bastante monitoreadas desde muchas alturas, valles y llanuras, pues, ciertamente, ya sea que hubiera ganado José Antonio Kast o Gabriel Boric, «(…) cualquier triunfo o fracaso lo sería también del relato que marcará la próxima época» (Resina, 2021). No es un asunto baladí, pues, tener el control de lo que se diga o se deje de decir acerca de los rieles políticos de Chile significa perder o ganar la opinión pública, la cual, puede seguir favoreciendo a las ideas del progresismo chileno o favorecerá a la oposición. Gabriel Boric tiene un proyecto político fundado en un corpus ideológico del que se pueden derivar acciones nocivas y destructoras de la sociedad. ¿Cómo, pues, nos podríamos imaginar a Chile, los próximos cuatro años de nuevo gobierno, según el ideario que presenta Gabriel Boric? En este artículo le echaré un vistazo a algunas unidades ideológicas que se desprenden del programa del nuevo presidente y que sientan las bases del futuro (al menos, posible) del país.
Boric es marxista y «(…) dado que los marxistas -como apunta el filósofo Alasdair Macintyre- se mueven y se organizan para el poder, siempre llegan a ser weberianos en substancia, aunque sigan siendo retóricamente marxistas» (pág. 148)., es decir, que mientras se vuelven agentes burócratas (pues es lo que significa ser weberiano) que desde el Estado pretenden dirigir los hilos de la historia, de la sociedad o de la economía mediante planificaciones y mandatos ad hoc; los marxistas mantienen en su discurso a los pobres, excluídos, extranjeros y todas las minorías que puedan incluir en su relato cotidiano para conservar la pinta de buenos revolucionarios y protectores de los desgraciados de la tierra.
Lo anterior lo confirma Boric en su programa al decir lo siguiente: «(…) deberemos revisar el rol del Estado no sólo en la generación de bienes públicos, sino como principal actor que resuelva los problemas pendientes que frenan el desarrollo del país (…)». Los marxistas de nuestro tiempo, ya no buscan abolir al Estado por medio de una revolución violenta que instale la sociedad sin clases. El marxismo ha mutado. Pero su nueva mutación no es un supuesto «marxismo cultural» como algunos señalan, y con lo que, ciertamente discrepo. La más notable característica de aquella vieja doctrina revolucionaria, pero actualizada, es el estatismo y el burocratismo dirigista e impositivo, lo cual, puede ser verificado fácilmente en muchos países occidentales donde las agendas ideológicas contemporáneas se han impuesto desde sus propios Estados. Veamos, por tanto, las que tiene previstas implantar el nuevo gobierno.
«Una perspectiva feminista»
Aunque no se define en qué consiste exactamente una perspectiva feminista, sin embargo, lo que es fácil identificar es la idea de que el feminismo asumirá una función de detective de las violencias (en plural) contra las mujeres. Lo leemos así: «Una perspectiva feminista es necesaria para identificar todas estas formas de violencia y avanzar hacia una sociedad donde la vida sea posible para todos y todas, hoy y mañana».
Lo irónico de la «perspectiva feminista» es que, una líneas más abajo habrá una contradicción del enunciado anterior al decir: «(…) ha permitido [el feminismo] importantes hitos a nivel nacional e internacional, como en la creación de redes por la lucha del aborto, demostrando que lo político y lo social no pueden concebirse como dos elementos disociados».
Es contradictorio usar a las feministas como detectives de la violencia para «(…) avanzar hacia una sociedad donde la vida sea posible (…)», porque una niña que se encuentra en el útero de una mujer que la quiere abortar, sufre la violencia de otra mujer que contra la violencia presume luchar. En este punto el panorama es bastante claro: están las probabilidades de que implantada la agenda feminista desde el Estado, los números de asesinatos de niños por nacer, volverían a Chile, uno de los países más violentos de Hispanoamérica.
«Pueblos originarios»
Como era de esperar en un socialista del siglo XXI, un socialista moderno y muy moderno, es decir: progresista de manual; la segunda agenda prioritaria es la de los ideólogos aborigenistas o indigenistas, como mejor se guste decir. Al igual que en otros países de América del Sur, estos movimientos tendrían mayor presencia y su agenda aborigenista, al igual que las del feminismo, se implantarían positivamente, es decir, desde el sistema legislativo chileno. Tampoco se descarta el adoctrinamiento y la propaganda desde los instrumentos culturales y audiovisuales que Boric tenga a disposición.
Esto dice puntualmente su proyecto político:
Queremos iniciar el tránsito desde el modelo extractivista de la naturaleza hacia una nueva convivencia que restaure sus equilibrios (la Pachamama o Mapu Ñuke), resaltar la interdependencia de las personas y la diversidad de las formas de vida (Itrof il Mogen); recomponer la cohesión social mediante los principios del buen vivir en una vida equilibrada, integral y digna en comunidad, como se comprenden desde el Sumak Kawsay, Sumak Qamaña o Küme Mongen y desde la mirada del desarrollo ecológicamente sustentable.
Si la implantación cosmológica de la ideología indigenista no es suficiente, remata el acápite dedicado a estos tales pueblos originarios:
(…) anularemos las medidas de militarización de la Macrozona Sur e instalar un sistema de parlamentos (Koyagtun) para buscar acuerdos constructivos entre las autoridades estatales, los sectores relevantes de la sociedad chilena y las naciones (¿naciones?) originarias. Los Pueblos Originarios participarán en el monitoreo y evaluación de la actividad policial en los territorios indígenas, mientras se refundan las policías con enfoque intercultural.
Al parecer de Boric esos pueblos originarios son naciones dentro de otra nación. Esto haría de Chile un país pluri o multi nacional, que en esencia, significa dividir la nación en pequeños islotes independientes y autodeterminados. Ahora bien, la refundación de la policía con enfoque intercultural ¿Qué significa exactamente? La vaguedad en los términos suele ser estrategia lingüística para la doma de consciencias usando un lenguaje que puede significar una docena de cosas diferentes. Esa confusión resulta conveniente para mantener los relatos de las agendas políticas vigentes.
«Derechos humanos»
Uno de los objetivos que encabezan la sección derechohumanista es el siguiente:
Verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición a las graves violaciones de derechos humanos de la dictadura cívico militar, mediante el fortalecimiento de áreas clave del sistema judicial, (…) el aumento de atribuciones del Programa de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia, la recalificación permanente de las víctimas de desapariciones, ejecuciones y tortura, (…) y la recuperación, preservación y protección de los sitios de memoria.
Un artículo periodístico señala: «(…) la elite chilena parece seguir sin comprender que en política lo simbólico importa tanto o más que lo estrictamente material» (Luna, 2021). En este punto la idea de reparar a las víctimas de la dictadura cívico militar tiene parangón con la ley de memoria democrática en España. Desmontar, por ejemplo, la Cruz en el Valle de los Caídos para honrar, supuestamente a las víctimas del franquismo, es todo un ajetreo simbólico muy importante que tiene por objetivo, conquistar la consciencia de la gente.
Lo mismo parece que viene para Chile, por lo que, cualquier cosa que recuerde a Pinochet será objeto de alguna parafernalia típica de los que se ponen como héroes de la moral. Esa siempre ha sido una estrategia puntual de los socialistas: minar la moral o ponerse al lado de quienes sean las presuntas víctimas para usarlas como instrumentos políticos. Pero irónicamente, es una forma de ser inmoral intentando ser moralmente superior.
Además de tomar por el cuello la simbología política, lo más peligroso sigue siendo la colonización progresista de la consciencia. Boric tiene un proyecto de:
- Formación en derechos humanos: Desde la primera infancia, con el fin de generar una cultura de respeto a la dignidad de las personas, la convivencia pacífica, la justicia y la igualdad, incluyendo las relaciones afectivas respetuosas, el conocimiento sobre los propios derechos y la promoción de actitudes de defensa a los derechos de otros.
Todo un programa de adoctrinamiento que es posible que se distribuya por medio de la educación y de otras instituciones por las que se pueda llegar a las masas incautas.
Ciertamente, el programa del nuevo presidente está lleno de otras muchas concepciones ideológicas bastante vagas y difusas. Pero al menos, hasta aquí, algunas matrices ideológicas de no poca relevancia: feminismo abortero, indigenismo y derechohumanismo. Todo lo que está de moda en la política mundial. Así, un país atiborrado con tales ideas y programas de adoctrinamiento no parece tener un futuro halagüeño.
Sin embargo, la variable experiencia política (que le falta a Boric para afrontar todo un país) y la variable mayoría opositora en el Senado, pues «los partidos de oposición controlarán 25 de los 50 escaños del Senado, y Boric tendrá que buscar aliados por afuera de su coalición para aprobar leyes» (Oppenheimer, 2021), pueden frenar las pretensiones de este nuevo gobierno y de buena parte de su ideario político. Pero como los marxistas tienen el objetivo último de preservar el poder, aunque Boric no lograse lo que hubo prometido, podría dejar el campo minado para que la oposición no le arrebate el poder al progresismo. En este sentido «(…) la presidencia de Boric debe asumirse como un gobierno de transición más que como un gobierno de transformación (…)» (Luna, 2021). Esta transición, sería, en todo caso, hacia un gobierno progresista mucho más logrado pero que conserve las bases que haya cimentado Gabriel Boric en su presidencia. Lo que Boric parece tener en sus manos es la oportunidad de esparcir las ideas del progresismo contemporáneo para que un nuevo gobierno, mejor consolidado, coseche los frutos sociales, políticos y económicos de este sistema ideológico moderno.
- Referencias:
- Boric Gabriel (2021). Manifiesto programático. Chile.
- Macintyre Alasdair (1987). Tras la Virtud. Crítica. Barcelona. España.
- https://www.politicaexterior.com/momentum-boric/).
- https://nuso.org/articulo/boric-ante-el-desafio-del-nuevo-chile/).
- https://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/andres-oppenheimer-es/article256745347.html#storylink=mainstage_lead)
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