Por Małgorzata Wołczyk
Soberanía: ha sido una palabra muy de moda últimamente, también en España. ¿Cuánto estáis dispuestos a sacrificar para mantener vuestra soberanía? Os propongo en nombre de los polacos un ejercicio de la imaginación: tratad de imaginar que un día, cuando Marruecos se sienta tan fuerte como nunca antes (después de todo, tiene muy poderosos aliados), os dé un ultimátum: España debe desarmarse, no desarrollar cualquier cooperación militar, dejar de organizar operaciones de inteligencia, desmantelar instalaciones militares, comprometerse a no organizar maniobras militares, dejar de patrullar el espacio aéreo porque… ¡el Rey de Marruecos se siente amenazado por España y sus aliados! Además, al mismo tiempo, la propaganda marroquí se filtraría por todas partes desde los canales de televisión, y parte de Europa persuadiendo a que la “furia española” es peligrosa para Marruecos, para la paz en la región y como tienen unos ciertos derechos históricos legítimos sobre vuestro territorio (como herederos de tribus bereberes), tenéis que cumplir sus condiciones y el mundo entero tiene que aceptarlo.
¿Gracioso? En absoluto, porque Polonia, como estado miembro de la OTAN, recibió tal ultimátum de Rusia el 17 de diciembre, también todos los países que se unieron a la OTAN después de 1997. Resulta que no somos un país soberano, porque Rusia quiere dictar cuántas tropas podemos tener en nuestro territorio. Podéis comprobar, en una buena fuente, lejana de los medios de “polacos rusófobos” (como se suele llamarnos), leyendo este articulo de Françoise Thom, el mejor experto francés.
El 4 de noviembre, Rusia dominó prácticamente a Bielorrusia, y las autoridades bielorrusas leales a Rusia siguen torturando a los opositores, mantienen a la gente en prisión y persiguen a las minorías polacas. Lo que me duele mucho, porque vivo cerca de Bielorrusia, es que se ha convertido en el 5º país del mundo en número de periodistas encarcelados. Fue también una compañía de Putin y Lukashenko la que atacó nuestras fronteras desde agosto con la “carne de cañón” de inmigrantes importados, pero la firmeza del gobierno polaco derrotó sus intentos de desestabilizar Polonia. Hoy, Rusia controla de facto a Kazajistán, haciéndose cargo “en una misión de mantenimiento de la paz” de sus fabulosos yacimientos de gas y uranio (el 25 por ciento del mundo).
Rusia, viendo la debilidad de EEUU y Europa, quiere recuperar el imperio y consolidar su poder despótico utilizando la perversa retórica de “su legítima defensa contra la OTAN”. Pero es una mentira perversa, porque OTAN no amenaza a nadie, América es débil y está sumida en disputas internas, piensa principalmente en la guerra del Pacífico y no tiene ya nada de esa ambición de “salvar al mundo entero”.
Las conversaciones bilaterales entre EEUU y Rusia sobre estabilidad estratégica comenzarán en Ginebra el 10 de enero. Es inimaginable que Washington acceda del todo a hablar con un chantajista Putin que lleva años, desde 2009, realizando maniobras militares de “Zapad”, en las cuales practica un ataque nuclear contra Polonia. No hay consentimiento para ceder a las demandas de Rusia y crear esferas de influencia en el siglo XXI (!!). No entendemos el hecho mismo de que Rusia esté provocando una pelea en una Europa tan lesionada por pandemia. Está acumulando tropas, chantajeando al mundo con la detención del suministro de gas y dando un ultimátum hacia los países vecinos: Ucrania, Polonia, países bálticos, Rumanía y Finlandia.
Resulta que hoy el destino de Polonia y de otros países depende no solo del chantajista Putin, sino también de Biden, quien, como tememos, ni siquiera recuerda lo que prometió a Rusia el 17 de diciembre. Para nosotros, ese pacto huele tan mal como una conferencia en Munich en 1938 o una nueva Yalta.
España no puede ayudar a Polonia en estos momentos de gran temor por el futuro, pero al menos los españoles pueden ayudarnos, diciendo la verdad y no divulgando mentiras. Recientemente, los medios de propaganda rusa acusaron a Polonia de un ataque químico en la frontera de Bielorrusia dirigidos a los hijos pobres de los inmigrantes, y desde hace unos días escuchamos que incluso fue Polonia la que provocó una revolución en Kazajistán. No me va a sorprender si nos van a acusar pasado mañana de que Polonia está preparando la Tercera Guerra Mundial. Por lo tanto, les pido que no escuchen a personas que se hacen llamar expertos, estrategas, expertos en Europa del Este y, al mismo tiempo, aparecen bien pagados en los medios de propaganda rusos, diciendo barbaridades sobre la situación en Kazajistán o Ucrania. Los rusos habían construido un imperio sobre la base de la mentira del comunismo, y hoy siguen siendo maestros de la mentira y la propaganda, comprando periodistas o profesores en Occidente. Y aún más, hay españoles que incluso siembran la desinformación y salen en medios de propaganda del Kremlin, como RT Rusia Today y Sputnik español. Los separatistas catalanes, aunque tienen un presupuesto incomparablemente menor, hicieron lo mismo en Polonia, pero siempre he luchado contra su desinformación, por eso os pido que los españoles que se sientan los amigos de la Polonia católica hagan lo mismo, por favor.
Hoy, todos los polacos escuchamos ansiosamente las noticias sobre los nuevos planes de Vladimir Vladimirovich, quien cada vez más recuerda al mundo que Rusia no pertenece al círculo de la civilización europea sino a la civilización turania. Es necesario recordar constantemente que fueron los invasores asiáticos (llamados tártaros en Europa) quienes ejercieron la mayor influencia en la Rutenia de Moscú y, por lo tanto, en el imperio Romanov. No es nada normal que cuando Europa intenta recuperarse tras la pandemia, reconstruir economías arruinadas y cuidar a los ciudadanos, Rusia inicie reyertas, detenga el suministro de gas, ataque la frontera oriental de Polonia (y Europa) usando inmigrantes como escudos humanos, y quiera revivir la URSS y dictar políticas de seguridad a los países vecinos.
Cuando recientemente Svetlana Alexievich, una escritora y humanista bielorrusa de fama mundial, preguntó a los rusos: “¿Por qué guardan silencio cuando ven que pisotean a nuestra pequeña y orgullosa nación?”, un escritor ruso aún más famoso, Viktor Yerofeyev, la respondió: “Svetlana, las élites intelectuales rusas está en silencio, porque ya no están”.
El silencio de los rusos es incomprensible, incluso si han estado intimidados y apáticos durante décadas por vivir en un país de mafias oligarcas y gobernado por el déspota Putin, que solo sueña con recuperar la URSS. Pero hoy no es tan importante para nosotros ese silencio de las élites intelectuales rusas, al cual estamos ya acostumbrados. Lo que nosotros preguntamos hoy en día es si los españoles, franceses, alemanes e italianos, nuestra familia europea, también guardará silencio cuando Putin apunta con un arma a la cabeza de sus vecinos.
Por su interés reproducimos este artículo publicado originalmente en autono.net
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