Estos últimos días se puede afirmar sin rubor que la comunicación, la pública para ser más exactos, está en el candelabro, recordando a una antigua belleza nacional de inmarchitable verbo. Y es que nuestros políticos, ayudados por ciertos escribidores y comunicadores, dan, un día sí y otro también, munición para que el tiroteo partidista no se detenga ni siquiera los fines de semana. Somos una nación en la que no se construye porque los albañiles están todo el tiempo ocupados en tirarse los ladrillos a la cabeza con lo que, entre bajas por las heridas y perdida de insumos, no hay forma de levantar una casa.
La última movida vino de la mano de las declaraciones del ministro Garzón al diario británico The Guardian. Manifestaciones que he tenido el vagar de leer, y en las que no encontré casi nada repudiable, tanto en relación con la necesidad de reducir el consumo cárnico en España como en lo tocante a los efectos nocivos de las macrogranjas. El ministro aún tuvo tiempo para referirse elogiosamente a la ganadería extensiva, con particular referencia a Asturias donde, curiosamente, fue también criticado por algunos medios y políticos.
Entonces, ¿A qué tanto follón? De entrada porque el señor Garzón viene distinguiéndose por desarrollar campañas más llamativas que efectivas; y todas ellas con un cierto tufo de eco-urbanismo alejado de la problemática real de la gente del campo que, aunque es poca, representa gracias a nuestro sistema electoral un nada desdeñable número de escaños en las Cortes. Un campo que va muy caliente con los precios de la leche, el lobo o el gasoil; de modo que cualquier asunto relacionado corre el riesgo de ser tomado como munición para el combate partidista. Mal momento y lugar para la entrevista.
Ayer la ofuscación subió de tono y las andanadas, ya no importa si piedras o ladrillos, eran lanzadas entre los miembros del gobierno, que cada uno, lógicamente, tiene sus intereses y trata de defenderlos; y ahí se ve que el agro es cosa de los grandes partidos, con permiso de Vox y los Vaciados, y que, por el contrario, Podemos no parece muy interesado, pues su jardín es más urbanita. ¿De ahí el pico alegre de Garzón? Quién sabe.
Los expertos dicen que la izquierda sufrirá mucho en las convocadas elecciones castellanas y el ministro de consumo, probablemente, será declarado responsable por algunos para justificarlo. En Aragón Lambán ya se le ha tirado al cuello, curándose en salud, y mientras, algunos acuíferos seguirán cargándose de nitratos al tiempo que nuestros dirigentes seguirán desgañitándose, despellejándose, o acuchillándose a caballo de la comunicación pública, ese arte que algunos, muchos, parecen desconocer.