Parece que el efecto principal del COVID es la amnesia del pueblo español. Pues tras dos años de pandemia los datos y las informaciones han ido pasando, y lo que resultaba polémico en un primer momento parece haberse olvidado.

Todos deberíamos recordar como en la primera ola lo importante eran los fallecimientos en las residencias de ancianos, y el mayor responsable de las mismas, Pablo Iglesia, se caracterizó por su pasividad. Cuando hablaba de las residencias lo único que refería que toda la culpa era de la Comunidad de Madrid, pues era la única que reportaba datos reales y por aquellos entonces lideraba la escalofriante cifra de ancianos fallecidos en las residencias.

Sin embargo, hoy por hoy, la líder indiscutible en muertes en residencias es Cataluña. La comunidad gobernada por ERC y Junts suma en estos momentos un total de 3.647 fallecidos. Un dato que contrasta con el de la muy atacada Madrid: 1.693 muertos. Se trata del dato recopilado por el Imserso y tomado desde el inicio oficial de la pandemia, el 14 de marzo de 2020. Castilla y León y Andalucía también figuran en posiciones elevadas, con 3.104 y 2.344 fallecidos respectivamente; y la Comunidad Valenciana, con 2.082 muertes.

Igualmente en la última ola se nos ha olvidado hablar de los ancianos, pues claro al tener las tres dosis vacunales parece que ya no fallecen por COVID, y sin embargo, según informa OK. Diario las muertes han vuelto a las residencias de mayores. Por semana mueren ya más de 50 personas, pero, pese a ello, ya no se habla de ello. Y ese silencio con respecto a las residencias coincide con el hecho de que Cataluña lidera el repunte con 22 víctimas en buena parte del periodo navideño, duplicando literalmente el número de fallecimientos de Madrid.

Pues eso, que nuestro político crean las polémicas cuando les interesa y ocultan la realidad siempre, dado que la deficiente gestión sanitaria de los aliados de Sánchez convierte a Cataluña en la líder de fallecimientos totales en residencias, y además demuestran que las vacunas (1, 2 o 3 dosis) no son tan eficaces como nos quieren hacer creer.

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