Por Juan Horvat II
Se acerca la era de la Inteligencia Artificial (IA). Los oráculos de este futuro advierten de un gran cambio de paradigma . Por lo general, este tipo de mensajes se pueden tomar con un grano de sal, ya que a menudo se refieren a la ciencia ficción.
Sin embargo, el libro reciente, The Age of AI and Our Human Future , es diferente. Hay que tomarlo en serio. El trabajo de 2021 está escrito por dos autores expertos en tecnología, Eric Schmidt de Google y Daniel Huttenlocher del MIT. A ellos se suma la inquietante figura del exsecretario de Estado Henry Kissinger, que cambia el foco.
Por lo tanto, el libro trata sobre la tecnología y hacia dónde la IA llevará al mundo política, cultural e incluso militarmente. La contribución del Dr. Kissinger es inquietante debido a su papel anterior en el desafortunado tratado de paz de Vietnam y el abrazo de Occidente a la China comunista. Sus ideas globalistas sobre la IA son tanto creíbles como escalofriantes.
Escrito con Drama Histórico
Es un libro cuidadosamente escrito. Los autores se esfuerzan mucho por no exagerar el poder de la IA más allá del de una creación humana. Desarrollan sus argumentos con calma dentro del contexto de los acontecimientos actuales. Esto no es ciencia ficción.
Sin embargo, insinúan que todos deberían sumarse a los cambios que se avecinan para no ser marginados. Así, la presente encrucijada está pintada de dramatismo histórico y misterio. La IA no es solo una nueva fase de una revolución técnica. La humanidad está entrando en una nueva era comparable e incluso superior a la Ilustración. La IA cambiará la forma en que la humanidad se ve a sí misma. Será complicado y arriesgado.
Desde una perspectiva católica, se destacan tres puntos reveladores que indican que la era de la IA debería ser motivo de grave preocupación moral.
Una perspectiva posracional
El primer punto es lo que podría llamarse su perspectiva posracional. La mayoría de los errores modernos rechazan la noción católica de la supremacía de la razón (iluminada por la fe) ya que restringe la acción de las pasiones sin trabas. Los filósofos modernos encuentran diferentes formas de escapar de la razón y abrazar las fantasías. David Hume fue tan lejos como para decir: «La razón es, y solo debe ser, la esclava de las pasiones».
Los tres autores, todos admiradores de la Ilustración, no son tan temerarios como para negar la razón, sino que buscan trascenderla.
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El mensaje del libro es claro: la modernidad ha llegado “al final parcial de la superioridad postulada de la razón humana”. La IA marcará el comienzo de «una forma de lógica que los humanos no han logrado o no pueden lograr, explorando aspectos de la realidad que nunca hemos conocido y que nunca conoceremos directamente».
Los autores aseguran a los lectores que «la razón y la fe tradicionales persistirán en la era de la IA». Sin embargo, la IA transformará todos los ámbitos de la experiencia humana, incluso alterando la sociedad libre y el libre albedrío. Más allá de los límites de la razón, la vida se organizará aumentada por la IA, lo que provocará que «muchos o incluso la mayoría de los humanos se retiren a mundos individuales, filtrados y personalizados».
Aunque aún no se ha popularizado en el momento de escribir el libro, ya se puede ver venir el “metaverso ” generado por IA de absoluta libertad e imaginación. El mundo verá un “cambio de la centralidad de la razón humana a la centralidad de la dignidad y la autonomía humanas”. Las elecciones, no las razones, dominarán.
Historia a través de filtros
El segundo punto revelador es el modelo evolutivo de la historia del libro con sus ataques a la Iglesia. Los autores muestran poca originalidad al adoptar una narrativa clásica moderna de una historia sin Dios.
Por lo tanto, describen la historia como períodos en los que las personas percibieron la realidad a través de diferentes filtros. Las sociedades politeístas del mundo antiguo, por ejemplo, explicaban la realidad a través de su panteón de dioses mitológicos.
La Edad Media se reduce a un mundo en el que todo “era sólo para ser conocido a través de Dios; la teología filtraba y ordenaba las experiencias de los individuos y el fenómeno natural ante ellos.”
Períodos posteriores como el Renacimiento , la Revolución protestante y sobre todo la Ilustración filtraron la realidad a través del individualismo y la razón.
El nuevo filtro será AI. La Era de la IA encaja perfectamente en esta visión evolutiva, secular y fatalista de la historia sin Dios. Los autores no «celebran ni lamentan» la IA, sino que solo anuncian su marcha inevitable para cambiar «el pensamiento, el conocimiento, la percepción y la realidad humanos».
Por supuesto, esta visión contrasta con la noción no fatalista de la historia de la Iglesia por la cual todos trabajan en su salvación. La Iglesia no es un filtro más entre muchos. Asimismo, los períodos históricos están influenciados por los acontecimientos, la virtud de las personas y la gracia de Dios, no determinados por filtros evolutivos.
Confiando en una Inteligencia Divina
El tercer punto es una ominosa dependencia de la IA con consecuencias desconocidas. De hecho, el libro habla más a través de lo que omite. El texto constantemente hace preguntas de sondeo sobre las implicaciones de la IA, a las que el lector sospecha que los autores conocen las respuestas.
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Los autores agregan urgencia a aceptar la era venidera al explorar el impacto de la IA en las relaciones internacionales y la seguridad global. La amenaza muy real de la guerra cibernética es, en cierto modo, más peligrosa que las armas nucleares. Por lo tanto, los autores invitan a los líderes mundiales a unirse con urgencia. Su insistencia en que el público abrace, no resista, este futuro cibernético desconocido adquiere la nota de una amenaza velada.
Este salto a lo desconocido empeora porque se le pide al público que adopte un futuro de IA que aún tiene que “definir sus principios organizativos, sus conceptos morales o su sentido de aspiraciones y limitaciones”.
Sin comprender la IA, se espera que los humanos se atengan a ella en un grado cada vez mayor en asuntos de magnitud cada vez mayor. La mayoría sin conocimientos tecnológicos estará expuesta a un poder de procesamiento tan abrumador que «algunos pueden sentirse tentados a tratar los pronunciamientos de AI como juicios casi divinos» emitidos por «una inteligencia divina» con «una forma sobrehumana de conocer el mundo y intuyendo sus estructuras y posibilidades.” Esta resolución casi mágica de los problemas por parte de la IA lleva a los autores a especular que el frío mundo industrializado experimentará «un reencantamiento» con la IA entregando «pronunciamientos oraculares».
Esta caricatura de la Divina Providencia puede resultar una herramienta monstruosa en manos de malhechores y naciones rebeldes.
“Personas con Experiencia Profunda”
El Dr. Kissinger no confía en que este proceso funcione espontáneamente sin que “personas con mucha experiencia” guíen el camino. Aunque citan desesperadamente la necesidad de encontrar pronto un marco ético, obviamente ya hay algo en marcha a estas alturas. Los autores sugieren que se necesitará «un pequeño grupo de figuras respetadas de los más altos niveles gubernamentales, empresariales y académicos» en todo el mundo para coordinar la próxima era de la IA. Esta red global encaja bien con los modelos del “Gran Reinicio” que ahora circulan y que predicen cambios monumentales en la humanidad.
Como todos los utópicos revolucionarios, la era de la IA busca cambiar la idea de humanidad y realidad en un mundo sin Dios. Tal visión reduce la historia a la historia de cómo las personas persiguen sus propios intereses y gratificaciones en la mayor medida posible. La IA, el oráculo habilitador, debe volver a su lugar como una herramienta mediante la cual las personas puedan practicar mejor la virtud y favorecer el bien común.
El futuro de la IA concebido por Kissinger está condenado al fracaso porque no puede abordar las necesidades de las almas de lo sublime, lo verdadero y lo eterno. Tales esquemas centrados en el hombre quitan el bien más preciado de la humanidad, el marco espiritual que ayuda a cada persona a luchar por la santificación y la felicidad eterna. La IA no puede abordar estas profundas necesidades del alma humana. Para estos, solo Dios basta.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en https://www.tfp.org/
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