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Reseña: Las incruentas campañas de Portugal y los Estados Pontificios (1847- 1850)

La obra de Joaquín G. Peña Blanco editada por la Editorial EAS, en su Biblioteca Hoplon brinda a los lectores una ocasión única para acercarse a dos conflictos bélicos desconocidos por la mayoría.

La intervención de España en conflictos internacionales ha sido una constante a lo largo de su historia, sin embargo, la historiografía parece fijarse únicamente en los conflictos desde el siglo XVI al XVIII, y recientemente a los conflictos internacionales en los que España ha intervenido supuestamente como fuerza de pacificación desde lo que algunos llaman etapa democrática.

De esta manera los conflictos bélicos en los que intervino la España decimonónica han quedado ocultados, o por lo menos relegados, así la expedición de las tropas españolas en Portugal para apoyar a la reina Maria (II) en 1847, la expedición en 1849 para apoyar a Pio IX y liberar los Estados Pontificios, la intervención en Indochina en 1857, la intervención en México de 1861, la reincorporación de Santo Domingo entre 1861 a 1865 a la corona de España, o la Guerra del Pacífico entre 1863  1866, no cuentan con la debida bibliografía. En este sentido “Las incruentas campañas de Portugal y los Estados Pontificios (1847- 1850)” supone una buena oportunidad para acercarse a los dos conflictos estudiados por Joaquín G. Peña Blanco, la intervención del ejército expedicionario español en Portugal en 1847, y la intervención de tropas españolas en los Estados Pontificios en 1849-1850.

La primera parte de libro se centra en la intervención española en Portugal en 1847 para defender el trono de la reina liberal María (II). Es necesario recordar que las historias de España y Portugal siempre han sido historias paralelas, y así mientras en España se enfrentaron liberales y carlistas, en Portugal el enfrentamiento fue entre liberales y miguelistas. Vencidos los tradicionalistas portugueses desde 1834 se instauró el injusto régimen liberal arrodillado ante el poder británico. En este contexto el enfrentamiento entre las diferentes corrientes liberales amenazaba la estabilidad del trono de Maria II, por lo que España, en conjunción con Inglaterra y Francia, decidió intervenir en suelo portugués. En la primavera de 1846 dio comienzo la llamada Revolución del Miño, contra el gobierno presidido por António Bernardo da Costa Cabral. Dicha revuelta fue una manifestación más de la guerra soterradas entre las diferentes corrientes liberales, que al igual que en España se dividían entre moderados y progresistas, aunque en Portugal adoptaban el nombre de septembristas y cartistas.

Dicha revuelta que se inició en la zona de Póvoa de Lanhoso, región del Miño, se extendió progresivamente a todo el norte de Portugal, y posteriormente al resto del país desembocando en una nueva guerra civil de ocho meses, la Patuleia, que enfrentó a los cartistas (con el apoyo de la reina María II) a una coalición que unió a los liberales septembristas y con los tradicionalistas miguelistas. En esta guerra civil resultó decisiva la intervención de una alianza internacional formado por ingleses, que se encargaron principalmente de las fuerzas navales, por españoles, que aportaron además de fuerzas navales un ejército terrestre de más de 10.000 efectivos, y por franceses. Que la intervención internacional fue decisiva para sostener el trono de Maria (II) resulta evidente, si tenemos en consideración que en el momento álgido del combate el gobierno solo pudo mantener a su favor las guarniciones de Oporto y Lisboa.  El ejército de operaciones español estuvo al mando del general Manuel Gutiérrez de la Concha, al que posteriormente se le concedió el título de Marqués del Duero, y que con el correr del tiempo desempeñaría un importante papel en la III Guerra Carlista muriendo en 1874 en Abárzuza. Con la firma del Convenio de Gramido, 30 de junio de 1847, suscrito por el general español, finaliza la guerra civil que consiguió su principal propósito de mantener en el trono a María (II) y mantener la influencia política del liberalismo moderado encabezado por los cartistas.

Si bien es cierto que la intervención portuguesa era coherente desde el punto de vista del gobierno español, por cuanto las tropas españolas lucharon para mantener en Portugal el poder de un gobierno liberal moderado similar al que detentaba el poder en Madrid, sin embargo la intervención en el conflicto de Italia presentaba la gran incoherencia de luchar por la conservación del poder del Papa Pio IX que se enfrentaba al movimiento revolucionario que pretendía la unificación de la península italiana desde posiciones liberales. En este sentido es necesario recordar que los máximos defensores del papado eran precisamente las potencias tradicionalistas (llamadas por algunos absolutistas) de Austria, y Rusia, que se oponían de forma firme a la propagación de las corrientes liberales que venían destruyendo la configuración de occidente desde la Revolución Francesa, siendo necesario precisar que la situación del régimen político español nacido tras la primera guerra carlista (1833-1841) todavía era incierto, por cuanto ni contaba con el beneplácito del pueblo español que protagonizó durante el siglo XIX numerosos alzamientos (y tres guerras civiles) en defensa de sus tradiciones, ni contaba con el reconocimiento de todas las potencias europeas. En este sentido el gobierno de Madrid, al intervenir en defensa del poder terrenal del Pio IX, buscaba el apoyo de los numerosos católicos españoles que seguían oponiéndose al liberalismo, y buscaban la paz con la Santa Sede, dado que la desamortización y la falta de concordato seguían siendo una traba para las relaciones entre los gobiernos liberales, y los Estados Pontificios, tratando igualmente de devolver a España al primer plano de la escena europea.

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Lo que realmente resulta sorprendente es que la intervención del ejército español, comandada por el general liberal Fernando Fernández de Córdoba y Valcárcel, se produjo con el apoyo tanto de Francia (que a la larga capitalizaría la victoria frente a los revolucionarios), como de Inglaterra.

En esta ocasión la expedición española estaba formado por más de cinco mil soldados, y varios buques de guerra, cuyo primer contingentes zarpó de  Barcelona el 23 de mayo de 1849. La intervención española, que estuvo a caballo entre la acción diplomática y la intervención militar, se realizó en colaboración con otros países europeos, como Francia, Gran Bretaña, Piamonte, Austria o Nápoles, siendo su principal objetivo garantizar la estabilidad territorial de los Estados temporales del Papa, amenazados por la actividad de los revolucionarios italianos.

Cuando las tropas españolas pisaron tierras italianas el Papa ya llevaba instalado desde hacía meses en Gaeta, pues debido a los acontecimientos revolucionarios de 1848 y la declaración de la República de Roma, y ayudado por la diplomacia bávara, francesa, y española, Pío IX escapó de Roma y se refugió en Gaeta. Las tropas españolas se sumaron así a los ejércitos que sobre el terreno tenían el reino de Nápoles, Francia y Austria para defender el poder temporal del papado. Si bien es cierto que el protagonismo militar en este conflicto lo tuvieron siempre Francia y Austria, las tropas españolas en conjunción con el ejército napolitano fuero útiles para dificultar los movimientos de los revolucionarios, y así tras una corta guerra en 1850 Pío IX fuera restituido con plenos poderes en Roma. Tras estos acontecimientos Pio IX, que había sido conocido en algunos entornos como un papa liberal, encabezó doctrinalmente la lucha contrarrevolucionaria denunciando los errores de las doctrinas modernas, y así años después, en 1864, redactó su famoso Syllabus errorum, un suplemento de la encíclica Quanta Cura donde condenaba proposiciones que derivaban en posturas modernas donde destacaban el socialismo, el comunismo y el liberalismo.

La obra de Joaquín G. Peña Blanco editada por la Editorial EAS, en su Biblioteca Hoplon brinda a los lectores una ocasión única para acercarse a dos conflictos bélicos desconocidos por la mayoría.

  • Título: Las incruentas campañas del Portugal y los Estados Pontificios (1847-1850)
  • Autor: Joaquín Guillermo Peña Blanco
  • Editorial: EAS
  • Nº de páginas: 255
  • ISBN: 978-84-124248-6-7
  • PVP: 21,95 €

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